Compartir el amor y la atención de los padres con un bebé no es fácil para un niño. Estos trucos que pueden ayudarle a acoger a su hermanito.
Nuestros hijos pueden vivir con dificultad la llegada de un bebé a la familia. Celos, sentimiento de desatención o incluso de abandono… Sigan nuestros consejos para preparar la mejor recepción posible a su hermanito o hermanita.
IMPLICAR A LOS HIJOS EN EL EMBARAZO… PERO NO DEMASIADO
¡No esperen al nacimiento del bebé para preparar a sus hermanos y hermanas! Anúncienlo desde el comienzo del embarazo e impliquen a los niños en el proceso… pero no demasiado. Pueden proponer a los niños que hablen al bebé, que toquen el vientre de la madre cuando el bebé se mueva (sin obligarles si no les apetece) o incluso mostrarles fotos de las ecografías.
También pueden evocar los recuerdos de cuando esperaban su propio nacimiento y la alegría que les provocó su llegada. Pídanles a sus hijos que les ayuden a preparar el dormitorio del bebé, elijan con ellos su ropa (una oportunidad para mostrarles la ropa que solían usar cuando eran pequeños), etc.
Los libros son un excelente apoyo, sobre todo para los menores de tres años, a la hora de explicar la llegada de un recién nacido a casa.
COMPRAR REGALOS DE PARTE DEL BEBÉ
Tener previsto un regalito para cada uno de los niños “de parte del recién nacido” es una forma de mostrarles que el bebé les ama y ya cuida de ellos. Así, será mejor aceptado por los hermanos.
NO SACAR A LOS HERMANOS Y HERMANAS DE CASA DURANTE EL PARTO
Eviten enviar a sus hijos a casa de los amigos o los abuelos durante el parto. En la medida de lo posible, es preferible que sea la abuela, el abuelo, la tía o la madrina quienes vengan a ocuparse del resto de los hermanos en el domicilio. Así, los niños tendrán menos la impresión de ser “expulsados” de su casa.
PLANIFICAR BIEN EL REGRESO DEL HOSPITAL
Conviene que, al volver de la maternidad, los hermanos y hermanas estén en casa: que sean ellos quienes abran la puerta y reciban al recién nacido. Ofrézcanles un pequeño regalo en ese momento. Eviten que la madre tenga demasiado tiempo el bebé en brazos. Que el marido también lo sostenga y pregunten a los hijos por cómo les ha ido mientras han estado fuera. Seguramente tendrán muchas historias que contar.
PRESTAR ATENCIÓN A LOS COMENTARIOS DEL ENTORNO
Las palabras del entorno a veces pueden carecer del cuidado de la psicología más elemental: “¿Estás celoso?”, “¿Estás contento(a) de tener un hermanito(a)?”. Y pueden empujar a los niños a “detestar” o desconfiar de su recién llegado hermanito: “¡Ahora vas a tener que compartir todos tus juguetes!”; “Ya no eres el pequeño, eres el mayor que debe ayudar a los padres”. Distráiganlos llevando la conversación hacia el niño, sobre su progreso en la escuela, en sus clases de música, etc.
NO ABRIR SIEMPRE LOS REGALOS DEL BEBÉ DELANTE DE LOS OTROS NIÑOS
Intenten abrir a espaldas de los niños los regalos para el recién llegados de parte de sus seres queridos. Benditos los que piensan también en ofrecer regalitos a los hermanos mayores: pegatinas, peluches, libros, etc.
PASAR TIEMPO CON LOS HIJOS
Hagan gala de disponibilidad hacia el resto de los hermanos, demuestren su afecto –¡nunca en exceso!–, dediquen tiempo a cada uno, jueguen y salgan con ellos.
MOSTRAR A CADA NIÑO QUE ES IMPORTANTE
No olviden expresar a sus hijos su amor: “¡Nuestro corazón se ha hecho más grande y ahora os queremos todavía más!”. También pueden hacerlo en tono de broma, de complicidad: “El bebé nos está rompiendo los oídos con sus gritos, ¿eh?”. Así muestran que el bebé no es siempre el centro de atención. No olviden felicitar a los hermanos mayores por lo que hagan bien, más que reprenderles siempre cuando se equivoquen.
DAR RESPONSABILIDADES A LOS HERMANOS MAYORES
Impliquen a sus hijos en los cuidados del bebé para que sepan que tienen una función que desempeñar. Así, se sentirán menos dejados de lado cuando ustedes deban ocuparse del bebé. Por ejemplo, los grandes pueden dar el biberón, lavar las tetinas, mirar cómo cambian al bebé, ayudarles a bañarlo, etc.
ACEPTAR UNA POSIBLE REGRESIÓN
Es posible que los hermanos mayores puedan adoptar de repente comportamientos que ya no corresponden a su edad para atraer la atención parental. Por ejemplo, pueden ponerse a hablar como bebés, reclamar un biberón o su presencia para dormirse de noche. Obedezcan de buen grado, todo debería volver a su cauce rápidamente. Una vez que los mayores hayan comprendido que el bebé no les robará su espacio en su corazón, la alegría disipará pronto las nubes.
Anna Ashkova, Aleteia
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