Pero claro, esto implica librar una continua batalla espiritual frente a las tentaciones que el mundo nos plantea, y quizás, podríamos sufrir algunas caídas en el intento. Pero lo importante aquí es perseverar y no perder de vista nuestra meta: el cielo.
Gracias al testimonio de muchos santos, podemos identificar las armas espirituales que Dios nos ha otorgado para llevar una vida profunda en la fe. Te comparto siete que considero muy importantes:
1. Santa Faustina: identificar al enemigo y pedir ayuda
Lamentablemente, nuestra lucha es contra un enemigo muy astuto que siempre buscara hacernos caer, incluso trabajando dentro de nosotros. Por ello, debemos identificar cuáles son las ocasiones que nos orientan al pecado, siendo atentos a nuestros pensamientos y acciones.
Santa Faustina Kowalska, en uno de sus escritos, dijo: «La misericordia de Dios es infinita para aquellos que se arrepienten». Mantengamos esto en mente siempre y no dudemos, ante cualquiera de nuestras caídas, corramos a confesarnos y reconciliarnos con Dios.
Y cuando la caída persista, acerquémonos a quién pueda bríndanos su ayuda, algún sacerdote o algún amigo muy cercano a la fe. Recordemos que cuando compartimos nuestros problemas, la carga se aminora.
2. San Felipe: rechazar radicalmente la tentación
Esta es una de las más importantes. Decía san Felipe Neri: «El que tiene más coraje en las tentaciones de la impureza, es el que escapa de ellas». Es decir, el verdadero valiente es el que ni siquiera se acerca a aquellas ocasiones que lo puedan orientar al pecado.
Debemos, a toda costa, negar el dialogo con nuestro enemigo, como Jesús lo hizo ante las tentaciones en el desierto.
3. San Agustín: armarnos con las armas del desierto
Jesús mismo nos dio ejemplo de estas armas para combatir al enemigo: el ayuno y la oración continua. San Agustín decía: «El ayuno no es una cuestión de estómago, sino de corazón». ¡Y cuánta razón tenía! El ayuno no es solo una mortificación, es una forma de ponerse en el lugar del hermano necesitado y avivar nuestro amor por los demás.
Además, nos ayuda a desprendernos de nuestras necesidades terrenas y nos recuerda lo que principalmente importa, qué es buscar el sentido de nuestra vida con miras a la santidad.
La oración continua, por su parte, es primordial. El santo Padre Pío solía decir: «Con el Rosario se ganan batallas». Dios siempre escucha todas nuestras oraciones, TODAS, así que ante cualquier tentación no dudes en aferrarte a Cristo a través de la oración.
Habla con Él, cuéntale cómo te sientes, recordemos que Él compartió también nuestra humanidad (libre de pecado) y nos entiende profundamente. Ten presente que podemos cambiar el mundo de rodillas y con un Rosario en mano.
4. Santa Teresa: buscar un director espiritual
Santa Teresa (Camino de perfección, 18, 8) decía: «Con un buen director espiritual se avanza más rápidamente en la unión con Dios». Es un hecho que vivimos en un mundo lleno de peligros y en medio de tanto ruido, a veces no escuchamos con claridad la voz de nuestro Señor.
Por esto necesitamos de otras personas convencidas en la fe que nos ayuden a guiar nuestros pasos hacia la santidad. También, según el testimonio de muchos otros santos, la dirección espiritual es moralmente necesaria para alcanzar la santidad porque mejora nuestra relación con Dios.
Nos ayuda a conocernos y ¡nos impulsa a aprovechar nuestros talentos en favor de la obra del Señor!
5. Santa Gianna: priorizar tu vida espiritual
Santa Gianna Beretta dijo una vez: «Ganamos el paraíso con nuestras tareas diarias». ¡Tenía toda la razón! Debemos organizar nuestra vida dando prioridad a lo que de verdad la merece.
Quienes logran alcanzar la santidad, llevan una vida de oración continua en la que buscan que todas sus acciones y pensamientos estén encaminados a dar gloria a Dios.
Recuerda también, en este punto, vivir los Mandamientos que son la más grande guía para alcanzar la santidad. Quien los cumpla, sin duda alguna, llegará al cielo.
6. San Juan Bosco: combate la pereza y la desolación
La pereza es «la madre de todos los vicios», decía san Juan Bosco. Cuando nuestro pensamiento es vago, el enemigo aprovecha para acecharnos.
Así que debemos aprender a combatirla aprovechando nuestro tiempo en cosas útiles y, como dice el papa Francisco: «Vivir con alegría las pequeñas cosas de la vida».
7. ¡La Virgen María! Confianza plena en Dios
Ella es el máximo ejemplo de santidad y como nuestra Madre, siempre nos escuchará, acompañará y protegerá de todo mal. Pide su consejo, pide su guía, estoy segura que estará muy alegre de escucharte (te recomiendo el curso onlie: «Conocer a María para vivir con María»).
Por último, el mejor consejo es: poner nuestra plena confianza en Dios. La máxima verdad para la humanidad es que fuimos creados en el amor de Dios, para amar y ser amados como Él nos ama. Por ello, sabemos que lo que Él siembre buscará para nosotros es el bien.
¡Creámosle! Toda lucha en la tierra, tendrá su recompensa en el cielo. Aferremonos a su Palabra y con la ayuda de los santos, busquemos siempre la santidad. ¡Oro por ti!
Myriam Ponce, catholic-link
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