Violencia de género en la adolescencia: ¿Qué hacer como padres para ayudar una hija a salir de esta situación y superar este grave problema?
Fueron los dos a pedirle explicaciones. En su cuerpo, moretones y en su habitación, un reprimido llanto que les rompía el corazón. Su hija les admite que su novio la agrede física y verbalmente.
Sus primeras reacciones: indignación, ira, deseos de venganza y exigencia a su hija de que termine tajantemente la relación.
Y la sorpresa: su hija se niega.
Y la sorpresa: su hija se niega.
— ¿Por qué no lo deja si la está dañando? — comentaban con dolor- Lo más duro es que sospechamos que esta situación ya se da desde hace tiempo, y nos sentimos culpables. No sabemos cómo ayudarla, y a duras penas la hemos convencido de recibir ayuda, pero no se sorprenda de que niegue u oculte cosas, pues dice quererlo mucho.
Ya en nuestro consultorio, a base de preguntas con mucho tacto, con cierto recelo la hija va dejando entrever que su novio, que aparenta ser un joven correcto ante propios y extraños, en realidad tiene con ella una relación conflictiva no precisamente por un mal temperamento, que suele ser lo ordinario, sino que ejerce sobre ella muchas formas de dominio y sometimiento.
Una situación muy compleja, pues la hace presa de una forma de secuestro emocional y psicológico, que resulta a la larga mucho más dañino que el solo daño físico. Lo delicado es que cuando aparece la agresión física, la persona que la sufre, ya está muy dañada emocionalmente en toda su estructura psicológica.
Prueba de ello es que no haga nada de su parte por liberarse, al encontrarse atrapada en una telaraña tejida con conductas contradictorias pues él puede pasar de la burda agresión a sutiles muestras de afecto y sentimientos amorosos que la desconciertan e inmovilizan.
Se trata de una situación de absoluta desigualdad, en la que es posible que se encuentre en un peligro de consecuencias imprevisibles. Urge sacarla de ahí.
¿Cómo ayudarla?
El trabajo de los padres, con el apoyo y dirección de un especialista, es lograr que se muestre receptiva a la ayuda, sin embargo, el proceso tiene su grado de dificultad, posiblemente equiparable al rescate de alguien quien padece dependencia a una adicción.
En este proceso, es muy importante que en conjunto elaboren una estrategia en la que eviten minimizar la situación o reaccionar con el deseo de venganza o proceder a una denuncia penal; que pudiendo ser justa y necesaria, produciría de momento una vorágine de malas emociones que haría más grande el daño en su hija. La denuncia, de ser procedente, será en su momento.
Así las cosas, lo más importante es lograr gradualmente que sea ella la protagonista de su personal liberación, ayudándola a recobrar la confianza en su capacidad de decidir en su vida afectiva.
Ideas a aplicar en este proceso:
- Hacerle sentir más que nunca, el amor de sus padres y su sentido de pertenencia a una familia.
- Evitar cuestionarla por no haber pedido ayuda antes.
- Permitir que sea ella la que hable, y comprenderla.
- Que no se sienta juzgada, ni culpable.
- No presionarla, para que cambie inmediatamente la forma de ver su relación.
- No presionarla por una descripción precisa de su situación.
- No hablar mal del novio, ni promover el que ella necesariamente emita juicios negativos sobre su persona.
Objetivos terapéuticos:
- Reconocer su dura realidad, en un cuestionamiento empático que la lleve a identificar plenamente las diferencias entre una sana relación afectiva y la que está viviendo y padeciendo.
- Sin tocar sus heridas, identificar su falsa expectativa de que “el amor todo lo puede” o el de que “las personas cambian”.
- Tomar consciencia de su dignidad de persona.
- Definir su forma de terminar su relación.
- Aceptar y respetar su duelo, que es muy real.
- Proponerle un plan para que comience a ver su vida como un nuevo proyecto en el que puede rehacer su autoestima y establecer nuevas y mejores relaciones, sobre todo de amistad con sus iguales.
Otras formas de apoyo una vez que haya tomado la decisión de dejar su relación que le ayuden a tomar distancia:
- Cambiarse de un lugar en el que necesariamente coincide con el agresor, como una escuela, el instituto, o incluso, la zona en la que vive.
- Dejar de asistir a sitios públicos en donde se lo pueda encontrar.
- Tener mucho cuidado de aceptar invitaciones de amigos en común.
- Cambiar el número de teléfono
- Bloquearle en las redes sociales
- No usarlas redes sociales durante un tiempo
No le planteen actitudes evasivas, que pueden ayudarle si no ha resuelto el problema de fondo, como un viaje o salir lo más pronto posible con una nueva relación.
Pueden no ser observables conductas evidentemente violentas, pero, el que alguno de la pareja está tratando de instalar en la relación una desigualdad, por la manipulación o la evidente coacción, es signo de que lo que se busca es la sumisión del otro, para la imposición de una sola voluntad. Cuando es así ya se está gestando la violencia de género.
Consúltanos escribiendo a: consultorio@aleteia.org
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