lunes, 2 de junio de 2025

Evangelio del día - Santos Pedro y Marcelino

 



Libro de los Hechos de los Apóstoles 19,1-8.

Mientras Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior, llegó a Efeso. Allí encontró a algunos discípulos
y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?". Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo".
"Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan", respondieron.
Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús".
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús.
Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.


Salmo 68(67),2-3.4-5ac.6-7ab.

¡Se alza Dios!
Sus enemigos se dispersan
y sus adversarios huyen delante de él.
Tú los disipas como se disipa el humo;

como se derrite la cera ante el fuego,
así desaparecen los impíos ante Dios.
Pero los justos se regocijan,
gritan de gozo delante de Dios

y se llenan de alegría.
¡Canten a Dios,
¡Abranle paso al que cabalga sobre las nubes!
Dios en su santa Morada

es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:
él instala en un hogar a los solitarios
y hace salir con felicidad a los cautivos.


Evangelio según San Juan 16,29-33.

Los discípulos le dijeron a Jesús: "Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Juan Pablo II (1920-2005)
papa
Mensaje para la jornada mundial de la paz, 2002, §9-10 (trad. © Librería Editrice Vaticana)


“En el mundo tendréis luchas; pero tened valor, yo he vencido al mundo.”

“En el mundo tendréis luchas; pero tened valor, yo he vencido al mundo.” (Jn 16,33)
Las familias, los grupos, los estados, la comunidad internacional misma tienen que abrirse al perdón para reanudar los lazos rotos, para ir más allá de las situaciones de condena recíproca, para vencer la tentación de excluir a los demás negándoles toda posibilidad de apelación o recurso. La capacidad de perdón está en la base de todo proyecto de una sociedad futura más justa y más solidaria.
Negar el perdón, al contrario, sobre todo si es para mantener los conflictos, tiene repercusiones incalculables para el desarrollo de los pueblos. Los recursos se consagran a la carrera de armamentos, a los gastos de guerra o para enfrentarse a las represalias económicas. Así faltan los medios económicos necesarios para el desarrollo, la paz y la justicia. ¡Cuánto sufrimiento hay en la humanidad porque no sabe reconciliarse, qué atrasos porque no se sabe perdonar! La paz es la condición del desarrollo, pero una paz verdadera no es posible sin el perdón.
La propuesta del perdón no es algo que se admite por su evidencia o que se acepte fácilmente. En ciertos aspectos, es un mensaje paradójico. En efecto, el perdón comporta siempre, a corto plazo, una pérdida aparente, mientras que, a largo plazo, propicia un beneficio real. Con la violencia pasa exactamente lo contrario. La violencia opta por un beneficio a corto plazo, pero prepara para un futuro lejano una pérdida real y permanente. El perdón podría parecer una debilidad. En realidad, tanto para el que lo pide como el que lo concede, hace falta una fuerza espiritual grande y un coraje moral a toda prueba. Lejos de disminuir a la persona, el perdón la conduce a un humanismo más profundo y más rico, la capacita para reflejar en ella un rayo del esplendor del Creador.  (EDD)

Reflexión sobre nuestra Ilustración de Manuscritos Iluminados

Los santos Marcelino y Pedro fueron dos de los primeros mártires cristianos a los que se rinde homenaje en el Canon Romano (Plegaria Eucarística I), donde se les nombra entre los primeros santos de la Iglesia. Probablemente los conozcamos mejor a través de esta plegaria eucarística, en la que se les menciona. Según la tradición, Marcelino era sacerdote y Pedro exorcista, y ambos sirvieron en Roma durante la persecución del emperador Diocleciano a principios del siglo IV. Su historia fue recogida más tarde por el Papa Dámaso I, que afirmó haber oído el relato directamente de su verdugo tras su conversión. Los dos santos fueron arrestados por su fe y encarcelados. En prisión, Pedro exorcizó a la hija de su carcelero, lo que provocó la conversión de toda su familia. Por ello, Marcelino y Pedro fueron condenados a muerte. Fueron llevados a un bosque remoto en las afueras de Roma y decapitados en secreto, para que ningún cristiano pudiera venerar su sepultura.

Sin embargo, su memoria no pudo ser borrada. Sus cuerpos fueron descubiertos y enterrados de nuevo por una matrona cristiana llamada Lucilla, que les dio sepultura en las catacumbas de la Vía Labicana. Más tarde, el emperador Constantino construyó una basílica en el lugar, en honor a su sacrificio y testimonio. Sus nombres se conservan en el canon romano desde el siglo IV, como recuerdo del valor de aquellos primeros mártires que dieron su vida ante la violencia imperial. A menudo se les invoca como intercesores por la firmeza en la fe y la fidelidad ante la adversidad.

Nuestra ilustración manuscrita iluminada procede del Speculum Maius (El espejo mayor), una de las enciclopedias más ambiciosas de la Edad Media, compilada por Vicente de Beauvais (c. 1184-1264), fraile dominico y bibliotecario real del rey Luis IX de Francia. Escrita en latín en el siglo XIII, fue concebida como un espejo del mundo, que reflejaba la totalidad del saber humano y divino en un marco cristiano. El título "Espejo" (Speculum) era intencionado: en el pensamiento medieval, un libro podía servir de espejo para ayudar al lector a contemplar el orden de la naturaleza, la estructura del conocimiento humano y el desarrollo de la historia de la salvación.

Originalmente compuesto de tres partes, el Speculum Maius incluía el Speculum Naturale (Espejo de la Naturaleza), que trataba de la teología, el mundo natural y la creación; el Speculum Doctrinale (Espejo de la Doctrina), que abarcaba el aprendizaje humano como la gramática, la lógica, la ética y las artes mecánicas; y el Speculum Historiale (Espejo de la Historia), una crónica universal desde la Creación hasta la época de Vicente. Más tarde se añadió una cuarta parte, el Speculum Morale (Espejo de la moral), que probablemente no escribió el propio Vicente. Nuestra ilustración aparece en esta última parte, como ejemplo de santos que llevan una vida profundamente moral y valiente. Ellos han podido dar testimonio de su fe, persecuciones profetizados por el Señor, porque Cristo ha vencido el mundo.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración

Oh Dios de todas las naciones,  el Único Dios que es, fue y será siempre, en tu Providencia dispusiste que tu Iglesia estuviera unida al sufrimiento de tu Hijo. Mira con misericordia a tus siervos que son perseguidos por su fe en Ti. Concédeles perseverancia y valor  para ser dignos imitadores de Cristo.  Otorga tu sabiduría a los líderes de las naciones  para que trabajen por la paz entre todos los pueblos.  Que tu Espíritu permita la conversión  de aquellos que contradicen tu voluntad,  para que podamos vivir en armonía.  Danos la gracia de estar unidos  en la verdad y la libertad,  y siempre buscar tu voluntad en nuestras vidas. Por Cristo nuestro Señor. Amén. Santa María Reina de la Paz, ruega por nosotros. 

Oración escrita por el Arzobispo William E. Lori 



No hay comentarios:

Publicar un comentario