David Rakowski, protestante canadiense que tras ir a Kazajstán como profesor,
volvió católico y "más cristiano que nunca".
“La nuestra era la única fe cristiana verdadera”, los bautistas y anglicanos “eran unos farsantes”, y si había una religión “especialmente mala”, esa era la católica, relata el canadiense a Coming Home Network rememorando su infancia en los Testigos de Jehová.
Cuando David comenzó la carrera de Política e Historia, tuvo que viajar por Europa y, más tarde, mudarse a la ex república soviética al ser contratado como profesor. Aquello le llevó a alejarse de la fe de sus orígenes.
Tiempo después de frecuentar iglesias evangélicas no denominacionales (las que no pertenecen a una confesión cristiana en concreto) y estudiar a los grandes reformadores, le invadió una pregunta: “¿Soy yo protestante? ¿Qué es, exactamente, un protestante? ¿Pueden las escrituras proporcionar respuestas si hay miles de lecturas diferentes de miles de denominaciones diferentes?”, cuestionó.
Si algo muestra David con su listado de viajes alrededor del mundo es su continuo estado de búsqueda, que también se traslada al de la verdad y la fe.
Un protestante profundamente intransigente
El problema era, para él, que dudas cada vez más profundas y numerosas le asaltaban: “¿Por qué cantamos `Me pongo de rodillas´ mientras estoy de pie y saludando? ¿Cómo podían mis familiares de los Testigos saber que todos los demás estaban condenados incluso después de haber aceptado a Jesús?”
Y sin embargo, “la pregunta crítica no había impactado en mí”. Todavía.
Como reacción, explica, dejó por completo de ir a cualquier iglesia. Tenía claro que la católica, “una farsa corrupta”, no era una opción, pero cada vez le invadía más la idea de que era “un protestante que no sabía por qué protestaba”.
Y con 2014, llegó lo que para David fue la aventura y el viaje de su vida en Kazajstán, donde debía ser profesor por primera vez.
“Me fascinó la idea de que allí, las iglesias que no son católicas ni ortodoxas son consideradas sectarias. Además, la liturgia del cristianismo oriental estaba mucho más cerca de la Iglesia católica que de cualquiera protestante”.
O eso creía. No podía afirmarlo porque “nunca había estado en una iglesia católica. Mi intransigencia era profunda”, admite.
En cambio, cuando unos conocidos le invitaron a la iglesia de su zona, decidió probar.
David Rakowski, junto a uno de sus conocidos en su viaje a Kazajstán.
Eliminando prejuicios: comodidad, relación con Dios, desprecio a la Biblia...
“Me sorprendió que me sentía más cómodo allí de lo que me había sentido nunca en una iglesia protestante. Fue pacífico, asombroso y sentí una conexión más directa con Dios”, explica.
Incluso la lectura de la Biblia durante la misa cuestionó su prejuicio de que “los católicos desprecian la Biblia”.
“Mi orgullo me impidió admitir que me estaba volviendo católico”, admite. “De ninguna manera: soy simplemente cristiano”, le dijo a sus compañeros de viaje. “El hecho de que una iglesia sea bonita no significa que sea la buena o verdadera”, argumentaba.
Sin embargo, comenzó a ser consciente de que tenía muchas dudas. Demasiadas como para no planteárselas, y comenzó a sentirse atraído por la historia del cristianismo.
“Necesitaba llegar al fondo de lo que creía”, explica. Y para ello, su primer paso fue averiguar “por qué estaba protestando”.
Pero en su investigación no encontró lo que esperaba y la cita de Scott Hahn sobre que “profundizar en la historia es dejar de ser protestante” pareció hacerse cierta.
Descubriendo la verdad sobre el protestantismo
Comenzó estudiando a Lutero, y descubrió que “el canon de la Biblia había sido alterado de su forma original: había sido confirmado en múltiples concilios ecuménicos durante más de un milenio, pero él consideró oportuno alterarlo”.
Tampoco entendía por qué los protestantes creían en la Biblia si había sido elaborada “por una institución pecaminosa” o cómo los cristianos habían podido practicar su fe antes de la imprenta, la alfabetización y la riqueza.
Fascinado por sus descubrimientos, continuó su investigación y percibió “que los objetivos religiosos de la Reforma estaban indisolublemente vinculados con los objetivos políticos”.
Sobre los Padres de la Iglesia aprendió que confirmaron “la tradición de la Iglesia durante cientos de años” de manera oral y escrita y que el precepto protestante de la sola Scriptura “nunca se mencionaba en la Biblia”.
Cuando comprendió el concepto de sucesión apostólica, David se dio cuenta de que “no había mejores pastores para predicar la Biblia que los sacerdotes de la Iglesia católica, y la idea de los sacramentos comenzaba a tener sentido”. Especialmente, cuenta, porque obligaban a la coherencia.
Tras viajas y profundizar en los contenidos de la fe católica, David Rakowski no solo descubrió las verdades de la Iglesia, sino que también se derribaron para él los grandes mitos del protestantismo.
“Nunca me había sentado bien que una persona pudiera creer en Jesús pero luego hacer todo lo inmoral posible y aun así salvarse”, explica David. Cada vez se sentía “más cómodo con el énfasis de la Iglesia católica de trabajar en la propia salvación”. La Iglesia, recuerda, “comenzó a verse como un árbol antiguo sembrado por el mismo Cristo”.
La enseñanza y doctrina moral de la Iglesia y su difusión por multitud de autores cristianos confrontaron la dispersión que afectaba a “la mayoría de iglesias protestantes, que habían comprometido su moral con el mundo, pero la Iglesia católica se ha mantenido como una roca contra la corrección política”.
En la Iglesia católica, "más cristiano que nunca"
El camino que David comenzó como protestante para profundizar en su fe concluyó, sin saberlo, en Roma y la Iglesia. “Me bauticé en Kazajstán el miércoles de ceniza de 2017”.
“Podría haber continuado como protestante y ser una buena persona, pero no es lo que buscaba. Mi camino estuvo guiado por la búsqueda de la verdad y la plenitud de Cristo. Me di cuenta de que si iba a ser protestante, debía saber por qué no era católico, hasta que decidí, después de mis estudios, poner mi confianza en la Iglesia fundada por el mismo Jesús. Y me siento más cristiano que nunca”, concluye.
Vídeo preparado para David por sus alumnos en Kazajstán.
ReL
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