Su pureza y su profunda fe en Dios hacen que el diablo no pueda soportarlo cerca, ni siquiera pronunciar su nombre
San José es conocido por ser un santo confiable a quien encomendarse en diversas situaciones: para evocar una buena muerte, para pedir trabajo, como ejemplo de paternidad, etc. Pero quizá no habías oído nunca hablar de la eficacia de san José para ahuyentar a los demonios.
Letanías a San José
Varios santos y exorcistas han recurrido a él para alejar a Satanás y el mal. San Bartolo Longo -quien en su época era espiritista y satánico- se convirtió y se volvió un asiduo del Rosario. El beato recomendaba acudir a san José:
«Es una gran bendición para las almas estar bajo la protección del santo cuyo nombre hace temblar y escapar a los demonios»
Es tal su fama que el apelativo de «terror de los demonios» se introduce en las letanías de San José. Y se recomienda encomendarse a él para alejar al maligno. Su pureza y su profunda fe en el Señor hacen que el demonio no pueda soportarlo cerca, ni siquiera pronunciar su nombre.
Custodio de la Sagrada Familia
A san José se puede recurrir para pedir muchas cosas: casa, protección, seguridad, auxilio, serenidad, pero también se puede orar a Él para que interceda en la lucha contra el mal tan presente en el mundo:
«Protege, oh providentísimo Custodio de la Sagrada Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y, al igual que en otro tiempo libraste al Niño Jesús del inminente peligro de su vida, así, ahora, defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad. Y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo patrocinio para que, a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos vivir santamente, morir piadosamente y alcanzar en el cielo la eterna felicidad». Amén.
También puedes consagrarte a san José con la confianza de que siendo suyo/a serás de Dios:
Vea también La figura y la misión de San José... (S. Juan Pablo II)
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