miércoles, 17 de febrero de 2021

Papa Francisco: Cuaresma es un éxodo de la esclavitud a la libertad

 


Todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos. El papa Francisco presidió el Rito del Miércoles de las Cenizas.

«La cuaresma es un viaje de regreso a Dios. Cuántas veces, ocupados o indiferentes, le hemos dicho: “Señor, volveré a Ti después… Hoy no puedo, pero mañana empezaré a rezar y a hacer algo por los demás”.


El papa Francisco presidió la Santa Misa con el Rito de la Bendición de la Ceniza este miércoles en la mañana (9:30), 17 de febrero, en el Altar de la Cátedra en la basílica de San Pedro, abriendo así el camino de Cuaresma.

«La cuaresma no es una recolección de florecillas, es discernir hacia dónde está orientado el corazón», dijo el Pontífice. El rito se realizó en la Basílica de San Pedro y no como en años anteriores en la basílica de Santa Sabina en Roma, a causa de la situación sanitaria que ha obligado al Vaticano a cambiar el programa, así cómo sucede con la imposición de la ceniza en todo el mundo.

Con una participación limitada de los fieles en el Vaticano, el Pontífice tomó la ceniza por mano del cardenal Angelo Comastri, después de bendecir las cenizas y rociarlas con agua bendita. El cardenal italiano luego devolvió el gesto.

GUGLIELMO MANGIAPANE / POOL / AFP

Antes el Papa recitó la fórmula: ‘Conviértete y cree en el Evangelio’, o: ‘Acuérdate, hombre, de que eres polvo y al polvo volverás’.

Así, los sacerdotes en la Basílica Vaticana usando las máscaras sanitarias para proteger su nariz y boca, tomaron la ceniza y la dejaron caer sobre la cabeza de los fieles presentes, sin imponerla en la frente del fiel y sin mediar palabra, siguiendo las nuevas indicaciones sobre el rito de las Cenizas de la Congregación para el Culto Divino en tiempos de pandemia.

Viaje de la esclavitud a la libertad

«El viaje de la cuaresma es un éxodo de la esclavitud a la libertad». Son cuarenta días que recuerdan los cuarenta años en los que el pueblo de Dios viajó en el desierto para regresar a su tierra de origen».

El Papa indicó que para el pueblo fue más difícil sacar del corazón a Egipto que salir físicamente de esa tierra de esclavitud.

«Pero, ¡qué difícil es dejar Egipto! Siempre, durante el camino, estaba la tentación de añorar las cebollas, de volver atrás, de atarse a los recuerdos del pasado, a algún ídolo.

También para nosotros es así: el viaje de regreso a Dios se dificulta por nuestros apegos malsanos, se frena por los lazos seductores de los vicios, delas falsas seguridades del dinero y del aparentar, del lamento victimista que paraliza. Para caminar es necesario desenmascarar estas ilusiones».

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¿Cómo proceder entonces en el camino hacia Dios?

Nos ayudan los viajes de regreso que nos relata la Palabra de Dios, afirmó. «Miramos al hijo pródigo y comprendemos que también para nosotros es tiempo de volver al Padre. Como ese hijo, también nosotros hemos olvidado el perfume de casa, hemos despilfarrado bienes preciosos por cosas insignificantes y nos hemos quedado con las manos vacías y el corazón infeliz».

La confesión

En su predicación invita a abrir el corazón a Dios diciendo: «Hemos caído: somos hijos que caen continuamentesomos como niños pequeños que intentan caminar y caen al suelo, y siempre necesitan que su papá los vuelva a levantar».

«Es el perdón del Padre que vuelve a ponernos en pie: el perdón de Dios, la confesión, es el primer paso de nuestro viaje de regreso». Francisco recomendó a los confesores de obrar como “el Padre, no con el látigo, sino con el abrazo”.

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Enfermedad espiritual

El Pontífice invitó a volver a Jesús como aquel leproso sanado que volvió a agradecerle. «Diez fueron curados, pero sólo él fue también salvado, porque volvió a Jesús (cf. Lc 17,12-19)».

Todos tenemos enfermedades espirituales, solos no podemos curarlas; todos tenemos vicios arraigados, solos no podemos extirparlos; todos tenemos miedos que nos paralizan, solos no podemos vencerlos».

Necesitamos imitar a aquel leproso, que volvió a Jesús y se postró a sus pies. Necesitamos la curación de Jesús, es necesario presentarle nuestras heridas y decirle: “Jesús, estoy aquí ante Ti, con mi pecado, con mis miserias. Tú eres el médico, Tú puedes liberarme. Sana mi corazón”. Además, estamos llamados a volver al Espíritu Santo».

El rito de las Cenizas

«La ceniza sobre la cabeza nos recuerda que somos polvo y al polvo volveremos. Pero sobre este polvo nuestro Dios ha infundido su Espíritu de vida. Entonces, no podemos vivir persiguiendo el polvo, detrás de cosas que hoy están y mañana desaparecen.

Volvamos al Espíritu, Dador de vida, al Fuego que hace resurgir nuestras cenizas.

El Pontífice exhortó a volver a ese Fuego que enseña el amor. “Seremos siempre polvo, pero como dice el himno litúrgico, polvo enamorado”.

“Volvamos a rezar al Espíritu Santo, redescubramos el fuego de la alabanza, que hace arder las cenizas del lamento y la resignación”.

El viaje de regreso

Papa Bergoglio indicó que «nuestro viaje de regreso a Dios es posible sólo porque antes se produjo su viaje de ida hacia nosotros». 

«Antes que nosotros fuéramos hacia Él, Él descendió hacia nosotros. Nos ha precedido.  Insistió que Jesús para no «dejarnos solos y acompañarnos en el camino descendió hasta nuestro pecado y nuestra muerte».«Nuestro viaje, entonces, consiste en dejarnos tomar de la mano». 

Bajar la cabeza

«Hoy bajamos la cabeza para recibir las cenizas. Cuando acabe la cuaresma nos inclinaremos aún más para lavar los pies de los hermanos.

La cuaresma es un abajamiento humilde en nuestro interior y hacia los demás. Es entender que la salvación no es una escalada hacia la gloria, sino un abajamiento por amor. Es hacerse pequeños. En este camino, para no perder la dirección, pongámonos ante la cruz de Jesús: es la cátedra silenciosa de Dios».

De hecho en su mensaje de Cuaresma 2021: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén…» (Mt 20,18), el Papa pide renovar la fe, la esperanza y la caridad en tiempos de la pandemia.

El Papa explicó que todos los días Jesús muestra a Dios sus plagas cuando reza e intercede por la humanidad.  “Miremos cada día sus llagas. En esos agujeros reconocemos nuestro vacío, nuestras faltas, las heridas del pecado!» Sus llagas están abiertas por nosotros …Besémoslas y entenderemos que justamente ahí, en los vacíos más dolorosos de la vida, Dios nos espera con su misericordia infinita.

Porque allí, donde somos más vulnerables, donde más nos avergonzamos, Él viene a nuestro encuentro. Y ahora nos invita a regresar a Él, para volver a encontrar la alegría de ser amados”.

Ary Waldir Ramos Díaz, Aleteia 

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