sábado, 28 de noviembre de 2020

Descubrimientos del primer año matrimonio

 

MAŁŻEŃSTWO


El primer año de matrimonio se aborda con pasión y con franqueza. ¿Cómo conseguir que sea un éxito?

El primer año de matrimonio es el del descubrimiento de las alegrías, pero también de las pequeñas molestias… Aunque no hay una receta universal para “sobrevivir” a esta importante etapa de la vida para los recién casados, sí hay algunos trucos que pueden resultar muy útiles.

Tras la efervescencia de la preparación para la boda, la euforia del día D, el júbilo del viaje de novios, comienza la vida cotidiana para los dos. Y a veces, no todo es tan sencillo como se espera.

El padre Alexis Leproux acompaña a prometidos y recién casados. Wedding blues, problemas de convivencia, apertura a la vida… El primer año de matrimonio se aborda con pasión y con franqueza.

Pasado el día de la boda, algunas parejas padecen lo que algunos llaman wedding blues o “depresión post-boda”. ¿Cómo gestionar este posible bajón anímico? ¿Es grave?

Esta sensación existe, en efecto, y es algo natural. Cuando estamos en el tiempo de la preparación de la boda, se vive en un dinamismo particular. Una vez pasado el acontecimiento, hay que lanzarse en una lógica nueva. A veces tienes árboles que son de brote tardío. Eso no quiere decir que estén muertos. Simplemente, la estacionalidad de nuestras almas es diferente de la de nuestras cabezas. Además, siempre hay discrepancias entre nuestra imaginación y la realidad. Esta discrepancia puede sorprender agradablemente, pero también decepcionar. Sin embargo, decepcionarse no quiere decir que se haya errado en la vocación.

Los descubrimiento del primer año de matrimonio

El primer año es el del descubrimiento de las alegrías pero también de los pequeños fastidios… ¿Cómo hacer para que no envenenen la vida?

Esas molestias que sufrimos al vivir con alguien son un buen modo de descentrarnos de nosotros mismos y hacer madurar gran parte de nuestros egoísmos. Desde el ruido de un mosquito al niño que llora pasando por algún comportamiento del cónyuge que pueda molestarnos, las irritaciones son en realidad una invitación a reconocer que no vivimos en nuestro “pequeño yo”.

Integrar eso es practicar lo que podríamos llamar una especie de resiliencia; esto permite ablandar nuestra alma, ejercitar nuestra inteligencia y nuestra voluntad para afrontar la realidad. Tengámoslo claro: cuanto más nos acostumbremos a superar las pequeñas molestias, más nos educaremos para superar los grandes desafíos.

¿No habría que intentar nunca corregir el comportamiento del cónyuge?

Primero, hay que tener cuidado con no confundir los pequeños inconvenientes cotidianos con comportamientos inadmisibles. Luego, no todas las molestias son una fatalidad. Con pedagogía y también humor, podemos intentar mejorar ciertos aspectos.

Pero, en algunas situaciones, como con la familia política, por ejemplo, te pueden irritar ciertas actitudes que sin duda no van a cambiar. Se abren dos soluciones entonces. O bien el motivo de tu fastidio te obsesiona y terminas por sentirte fastidiado o fastidiada por todo y todo el tiempo, o bien lo conviertes en una ocasión de descentralización y te alegras por ello.

Saber escuchar y hablar

¿Aprender a comunicarse bien es el secreto para un matrimonio próspero?

Efectivamente, saber escuchar y hablar son los cimientos de la comunión de los esposos. Y eso se trabaja. Una pareja que, durante el primer año de su matrimonio, se mete de cabeza en el trabajo, pasa su tiempo libre con los amigos o se queda en la superficie de su relación, perderá fuerzas y pondrá en peligro la relación.

Los primeros tiempos de la convivencia son esenciales para poner en práctica los hábitos del don de uno mismo al otro y de la comunicación. Una piedrecita en el zapato puede terminar haciendo de la caminata algo doloroso o incluso imposible. Si uno de los esposos no dedica tiempo a comunicarse con el otro para explicar lo que le molesta, esa piedrecita puede causar estragos. Podemos imaginar fácilmente lo que pasará cuando lleguen piedras más grandes…

¿El tiempo no resuelve nunca nada?

El tiempo consolida lo que hago, para bien y para mal. Es el principio del vicio y de la virtud. No hay más misterio: si me acostumbro a decir las pequeñas cosas el primer año, seré capaz de decir las grandes en el vigésimo.

Saber escuchar es también todo un arte…

Absolutamente. El hombre y la mujer tienen antenas diferentes, lo cual no siempre facilita las cosas. Entrar en la conyugalidad es un ejercicio de escucha que implica, una vez más, un auténtico esfuerzo. Cada esposo debe poder decirse: “Me siento escuchado”.

Porque de la calidad de la escucha y del habla –que forja la relación corazón a corazón– deriva también la calidad de la comunión de los cuerpos.

La intimidad sexual

¿Puede desarrollar esa idea?

La relación corazón a corazón es fundadora, construye la intimidad, la confianza y la alegría. Los gestos del cuerpo acaban traduciendo el corazón a corazón. Son el signo carnal de lo que se trabaja en el secreto de los corazones. Una unión carnal de los esposos que no traduzca la intimidad de los corazones traicionaría la dimensión verdaderamente personal de la sexualidad. Una intimidad sexual que no se arraigue en un don de sí personal no tiene un gran futuro por delante.

¿Una relación carnal que no funcione bien sería, por tanto, indicio de una preocupación río arriba?

No necesariamente. Darse carnalmente al otro sin un amor total es un serio problema, evidentemente. Pero el cuerpo es una “máquina” extremadamente delicada, por lo que una intimidad sexual hermosa implica un camino de aprendizaje que puede tomar tiempo. Una vez más, es normal que haya un desfase entre lo imaginado y la realidad. En cambio, lo importante es que los esposos sean siempre capaces de hablar de ello con sencillez.

En el día a día, ¿hay señales que deban alertar a los recién casados?

Diría que el cansancio. Los esposos deben buscar el equilibrio entre el cansancio sano del deber cumplido y el descanso necesario para la comunión de las personas, lo cual implica tener energía. Así que es bueno retirar todo aquello que nos fatigue y que no presente un interés esencial.

El trabajo

Sabe que muchas parejas jóvenes consagran los primeros años del matrimonio a su carrera…

Sí, y me parece peligroso que la carrera pueda aventajar al resto. Porque nadie sabe si seguirá con vida de aquí a dos años. Meterse en la cabeza la idea de que no vayas a ver a tu mujer o a tus hijos muy a menudo para acumular más y más me hace pensar en el hombre rico que guardó todo su trigo en sus graneros y al que acaban diciéndole: “Esta noche, morirás…”.

¡Pero es responsabilidad de los padres garantizar el bien material de los hijos!

Hay que prever, efectivamente, ¡pero primero hay que prever amarse! ¡No olvidemos que sólo el amor permite saborear de verdad la vida! Si pones primero las preocupaciones mundanas antes que el perdón, la escucha y el amor de tu esposa, de tu esposo y de tus hijos, verás rápidamente que tu edificio se debilita. Quizás tengas la cuenta del banco llena, pero te arriesgarás a no tener nadie con quien disfrutarla. ¡Que las parejas jóvenes vivan plenamente aquello que deben vivir juntas y serán piedras angulares para los demás!

Un primer años de matrimonio para perdonarse

Ha mencionado usted el perdón. Como el Papa, ¿aconseja también que no se vayan a dormir sin perdonarse?

Pongamos un símil. Nadie deja en su cocina el cubo de la basura abierto porque se le llenaría de moscas. Porque todo el mundo entiende que, más tarde, será muy difícil desembarazarse de las moscas. Lo mismo pasa con nuestras almas. En la pareja, hay mil pequeñas cosas que transmiten que no amamos perfectamente; estos momentos en los que hablamos demasiado –o demasiado poco–, en los que no hemos mostrado interés, en los que nos hemos enfurecido… Igual que sacamos un cubo de basura maloliente, debemos acostumbrarnos a desechar todo lo que no sea caritativo. Porque si cada uno solamente se preocupa por la suciedad en sus propios pies, se encierra en su pequeño universo de mediocridad y lo disimula bajo su cama, puedo asegurarte que el día en que llega una gran corriente de aire, todo el hedor se extiende y la atmósfera es irrespirable.

¿Estás embarazada?

¿Cómo abordar el asunto de los niños durante el primer año de matrimonio?

Es un punto crucial. En casa de muchas parejas jóvenes, escucho este leitmotiv: “Primero vamos a construirnos, luego ya veremos lo de los niños”, como si la aparición de una nueva vida se opusiera al crecimiento de su pareja. Hay que prestar mucha atención a no avanzar excluyendo de entrada uno de los dos bienes fundamentales de la pareja, a saber, la apertura a la vida. Porque, de lo contrario, el riesgo sería amputar de su vida conyugal una dimensión esencial de generosidad, de libertad y de lo inesperado. Este hábito es a menudo un mal cálculo, sobre todo el primer año, que puede conducir a la pareja a replegarse sobre sí misma. Rezo también por quienes, durante este primer año de matrimonio y después, encuentran dificultades para tener hijos.

Pero a veces las parejas tienen buenas razones para aplazar un proyecto de hijos… Razones humanitarias, por ejemplo.

Si una pareja se casa es para vivir el sacramento del matrimonio y, por tanto, vivir la comunión de los esposos, abrirse a la vida. La Iglesia no deja de recordar este vínculo indisociable entre unión de los esposos y apertura a la vida. Así que marcharse a hacer una labor humanitaria no puede impedir que una pareja viva esta promesa de don total, una promesa sin retorno y para siempre.

Esto no quiere decir que haya que presionar para tener hijos a partir del día después de la boda. Sin embargo, la apertura a la vida sigue siendo un punto vital que traduce la madurez de la pareja, llamada a participar de la obra creadora de Dios. Cuidado, entonces, con poner las cosas en el lugar que les corresponde.

Un primer año de matrimonio con tiempo libre para dos

Las parejas recién casadas pueden tener tiempo libre. ¿Es este un buen momento para comprometerse?

Construir una familia exige tiempo. Es la prioridad de los primeros años. Nunca hay que apagar la llama del servicio, pero no es necesariamente bueno, ya no, inflamarla de golpe. Así que conviene discernir entre los dos, bajo la luz del amor conyugal, el orden y la medida de los compromisos.

¿Cómo pueden las parejas que vivan juntas antes del matrimonio llegar a vivir un verdadero comienzo?

Es una buena cuestión. Una de las soluciones es que intenten, antes de la boda, recuperar un estado de vida correspondiente al que la Iglesia pide vivir durante el noviazgo. El trabajo se efectúa entonces, sobre todo, de manera temprana. La celebración del sacramento conserva, no obstante, una fuerza propia. Da a los esposos el Espíritu Santo que los une en adelante en la verdad de su amor y los mantiene para siempre en ese vínculo sagrado con Dios.

Hugues Lefèvre, Edifa Aleteia

Vea también    El Sacramento del Matrimonio  -  San Juan Pablo II   (tienes como para escoger)





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