Gabriela Bossis, Diario 'Él y yo'
1033. 5 de diciembre. Hora Santa. "Conversa más a menudo conmigo, tu Esposo. Si supieras el gozo que Me das, por tu propio impulso vendrías a Mí sin otro motivo especial. Piensa en cómo una pequeña creatura insignificante es para su Creador más que lo que para una madre es su hijo.
Ya sé que no podéis comprenderlo; pero sábete que en todo, aun sin comprender, hay que seguir el modelo que Yo puse con Mi Vida sobre la Tierra. Recuerda, entonces, Mi Unión con el Padre; Mis noches enteras pasadas en la celeste conversación de la plegaria. Y, ¡con qué asiduidad hablaba Yo con Mi Padre! Mis Apóstoles podían ver que siempre lo tenía en Mi pensamiento. Así, hija, que Yo siempre esté en el tuyo, para que así lo sientan los que se te acerquen y saquen provecho.
"Porque la sola mención de Mi Nombre ante los demás, es ya como una bendición que cae desde Mí. Y cuando estás sola, iba Yo a decir 'cuando estamos los dos solos', es cuando puedes, con toda efusión y sin temor de exagerar tus muestras de cariño, encontrar en nuevas invenciones de amor mil motivos de expansión.
¡Si vieras cómo te escucho! Pero en la Tierra todo son tinieblas; y así está bien, para que la Fe trabaje, merezca, gane y eleve. Cree. Te pido que tengas Fe en la dicha que Me procuran vuestras confidencias. Cuando Me las hacéis, nuestros corazones laten de acuerdo. Yo tomo parte en todo lo que Me confiáis, como Mi Padre se unía a Mí durante Mi Vida terrena: 'Este es Mi Hijo muy amado en Quien Me complazco’. ¿No podré Yo decir otro tanto de cada uno de Mis fieles ya que cada cristiano es otro Cristo?
"Y si vosotros vivís en estrecha intimidad conmigo, ¿no sois realmente Mis bienamados, objeto de Mi Complacencia? Buscad con avidez esa dulce intimidad como se busca un tesoro, pues lo único que cuenta es esa intimidad con Dios; cualquiera que sea la vida que lleváis, podéis llevarla en Mi Corazón.
Pocos piensan en ello. Oíd la dulzura de Mis Palabras: Yo Soy Amor. No hagáis lo que los fariseos, que oyéndome se indignaban y se alejaban de Mí. Que Mi Amor, que es como la fusión de Mi Corazón, os enternezca hasta el punto de que no queráis ya dejar Mis Caminos, ni abandonarme a medio camino.
¿Es acaso más difícil mirarme a menudo, poner vuestras manos en las Mías y decirme esas buenas palabras que os brotan del corazón y que tanto Me complacen? Me las diréis, aunque luego se os olviden. No importa, Yo las conservo como un tesoro: y más tarde seré Yo Quien os las repita cuando estemos ya unidos en el Cielo.”
Ya sé que no podéis comprenderlo; pero sábete que en todo, aun sin comprender, hay que seguir el modelo que Yo puse con Mi Vida sobre la Tierra. Recuerda, entonces, Mi Unión con el Padre; Mis noches enteras pasadas en la celeste conversación de la plegaria. Y, ¡con qué asiduidad hablaba Yo con Mi Padre! Mis Apóstoles podían ver que siempre lo tenía en Mi pensamiento. Así, hija, que Yo siempre esté en el tuyo, para que así lo sientan los que se te acerquen y saquen provecho.
"Porque la sola mención de Mi Nombre ante los demás, es ya como una bendición que cae desde Mí. Y cuando estás sola, iba Yo a decir 'cuando estamos los dos solos', es cuando puedes, con toda efusión y sin temor de exagerar tus muestras de cariño, encontrar en nuevas invenciones de amor mil motivos de expansión.
¡Si vieras cómo te escucho! Pero en la Tierra todo son tinieblas; y así está bien, para que la Fe trabaje, merezca, gane y eleve. Cree. Te pido que tengas Fe en la dicha que Me procuran vuestras confidencias. Cuando Me las hacéis, nuestros corazones laten de acuerdo. Yo tomo parte en todo lo que Me confiáis, como Mi Padre se unía a Mí durante Mi Vida terrena: 'Este es Mi Hijo muy amado en Quien Me complazco’. ¿No podré Yo decir otro tanto de cada uno de Mis fieles ya que cada cristiano es otro Cristo?
"Y si vosotros vivís en estrecha intimidad conmigo, ¿no sois realmente Mis bienamados, objeto de Mi Complacencia? Buscad con avidez esa dulce intimidad como se busca un tesoro, pues lo único que cuenta es esa intimidad con Dios; cualquiera que sea la vida que lleváis, podéis llevarla en Mi Corazón.
Pocos piensan en ello. Oíd la dulzura de Mis Palabras: Yo Soy Amor. No hagáis lo que los fariseos, que oyéndome se indignaban y se alejaban de Mí. Que Mi Amor, que es como la fusión de Mi Corazón, os enternezca hasta el punto de que no queráis ya dejar Mis Caminos, ni abandonarme a medio camino.
¿Es acaso más difícil mirarme a menudo, poner vuestras manos en las Mías y decirme esas buenas palabras que os brotan del corazón y que tanto Me complacen? Me las diréis, aunque luego se os olviden. No importa, Yo las conservo como un tesoro: y más tarde seré Yo Quien os las repita cuando estemos ya unidos en el Cielo.”
Le dije: ''Amor mío, ¡mil gracias!" El repuso: "Te repetiré tus propias palabras: 'Amor mío, ¡mil gracias!"
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