sábado, 30 de noviembre de 2019

12 Consejos para un buen matrimonio

La oración siempre es necesaria, es mejor que los cónyuges oren juntos, escribe el psiquiatra católico. Richard Fitzgibbons. Filadelfia (kath.net)

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El psiquiatra católico Richard Fitzgibbons, director del Instituto de Sanación Marital cerca de Filadelfia (EE. UU.), ha compendiado doce consejos para fortalecer el matrimonio. Se trata de actitudes interiores que  - cuando faltan - poco a poco se pueden alcanzar.

1) El perdón reduce la ira que sentimos cuando es difícil entendernos a nosotros mismos y al cónyuge, y cuando abordamos la difícil tarea de controlar nuestra irritabilidad.

2) La generosidad supera el egoísmo al permitirnos crecer en la entrega y fortalecer la actitud de "nosotros, no yo".

3) El respeto supera el deseo de controlarlo todo al ser conscientes de la dignidad de nuestro cónyuge y nuestros hijos.

4) La responsabilidad reduce la distancia emocional porque nos obliga a proteger al cónyuge de la soledad, del miedo, de la inseguridad y de nuestro egoísmo.

5) La confianza apacigua el miedo al confiar en la bondad y protección de Dios y también en su cónyuge y al perdonar a quienes han debilitado la capacidad de confiar.

6) La esperanza obra contra la tristeza. Nos permite confiar en un resultado positivo de los eventos y circunstancias de la vida, especialmente cuando sufrimos incomunicación.

7) La gratitud fortalece la confianza en uno mismo porque se reconoce los dones recibidos de Dios y de los padres. La confianza en uno mismo también se fortalece cuando perdonamos a quienes han debilitado nuestra confianza.

8) La sabiduría mejora la comunicación al ayudar a los cónyuges a encontrar la palabra, el gesto o acción correcta en una situación dada.

9) La templanza limita los impulsos internos y la infidelidad disminuyendo la fuerza seductora de los placeres y controlando las ganas para que las emociones permanezcan ordenadas hacia el cónyuge

10) La justicia evita el divorcio. Fortalece a los cónyuges para que le den a Dios, al cónyuge y a los hijos lo que se merecen, para que se esfuercen en mirar honestamente sus propias debilidades personales y para luchar contra ellas.

11) La fidelidad es el deseo inmutable de querer lo mejor para los demás. Este deseo fortalece la voluntad de entregarse porque nos hace darnos cuenta de que el único lugar del auténtico amor humano y de la auténtica sexualidad se encuentra en el matrimonio.

12) La humildad promueve el autoconocimiento y el manejo de las anemias espirituales que en uno han causado los padres o son resultado de los propios tropezones.


Con todo, las relaciones en una crisis necesitan más que solo consejos, escribe Fitzgibbons. Buenos libros, la terapia o los retiros para cónyuges pueden ayudar. Siempre es necesario rezar, idealmente juntos, ya que le pedimos a Dios que remedie la propia mácula.

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