jueves, 14 de noviembre de 2019

¿Tienes miedo a todo? ¿Ante un reto te quedas paralizado? ¿Ves riesgos y amenazas en todas partes? ¿Prefieres no actuar para que no te pase nada malo
o también tienes miedo a eso?

WOMAN, WORRIED, FACE

Habitualmente, las personas tendemos a proyectarnos en el futuro para poder establecer las actividades que desarrollaremos a corto plazo. Así, el que quiere desempeñar un puesto de trabajo, trata de formarse en el presente para adquirir las capacidades necesarias para conseguirlo.
En este proceso de planificación del futuro, se pueden adoptar dos actitudes que nos obstaculizan la consecución de nuestros objetivos:
  1. No nos organizamos lo suficiente ni miramos las consecuencias a largo plazo. Es el caso de las personas que actúan impulsivamente, sin plantearse los riesgos que implica aquello que se ha propuesto.
  2. Anticipamos en exceso lo que podría venir. Se trata de un pensamiento catastrofista y paralizante que, ante cualquier reto, solo ve amenazas y ninguna oportunidad.
Algunos estudios afirman que pasamos largos periodos de tiempo preocupados por cosas que nunca llegan a suceder. ¿Te has planteado cuánto tiempo le dedicas a los pensamientos anticipatorios?
¿Has dejado de iniciar algún proyecto solo pensando en los riesgos que implicaba, olvidándote de las grandes oportunidades que tenías?
Las personas sanas, desarrollan un cierto sentido de prudencia y precaución ante los desafíos personales y los proyectos en los que se embarcan. Se trata de un comportamiento que se distingue de una actitud insana al permitir a la persona actuar estando alerta y sin paralizarse.

¿Qué es lo que provoca un exceso de pensamientos anticipatorios?

  • Haber visto que otros se han preocupado en exceso. Por ejemplo, si en tus padres has observado un comportamiento celoso entre ellos, es probable que trates de controlar las relaciones sociales de tu pareja, tratando de anticiparte a una posible traición, aunque no haya habido ninguna señal de alarma.
  • Haber experimentado alguna vez que no hemos sido suficientemente precavidos. Por ejemplo, pediste un préstamo y te echaron del trabajo. A partir de entonces, es posible que te focalices en preservar tu economía por encima de otras cuestiones ante el miedo de repetir aquella experiencia.
  • Por excesiva prudencia podría suceder que hubiera un colapso mundial de la economía y los mercados dejaran de suministrar alimentos. Es una opción remota, pero si llegas a darle demasiadas vueltas, podrías incluso almacenar en casa toneladas de comida con tal de prevenir.
Un exceso de preocupación por el futuro te lleva a un estado de ansiedad. Por otro lado, una mirada anclada en el pasado tan solo potenciará tu sentimiento de melancolía y tristeza.
Ante estas emociones, conviene recordar la siguiente reflexión: “Si tiene solución, no te preocupes. Y si no tiene solución, ¿para qué vas a preocuparte?”.
Céntrate en el momento presente y ocúpate de hacer lo que esté en tu mano.

¿Cómo evitar vivir siempre preocupado?

  • Lo que no ha llegado, no existe. Es mejor que te ocupes de lo que ya ha llegado y es una realidad en tu vida. Por más que trates de prever lo que va a pasar, nadie puede adivinar el futuro.
  • Aprende a estar tranquilo sin controlarlo todo. Si intentas tener todo bajo control, sentirás mucha ansiedad, y, además, seguirás sin poder controlarlo.
  • Confía en tu capacidad de reconducir cualquier imprevisto. Trata de pensar que, aunque una situación te pille por sorpresa, serás suficientemente capaz de tomar medidas cuando haga falta.
María del Castillo, Aleteia |

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