domingo, 25 de abril de 2021

¿Cómo gestionas tu ira durante y después de una discusión de pareja?

 

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Un desacuerdo o una gran discusión genera a veces mucha tensión en la pareja, lo que puede hacer que uno de los cónyuges (o los dos) tenga ataques de rabia e ira. Consejos para ayudar a controlar estos estados.

Una diferencia importante de puntos de vista o de formas de hacer las cosas en la vida conyugal, una decisión grave tomada sin consultar al cónyuge, o un comportamiento aún más grave, pueden conducir a una violencia incontrolada y, por lo tanto, dañar no sólo la relación sino también la integridad de las personas.

Justina dice que está «muy enfadada» desde que su marido decidió cambiar de trabajo sin que lo hablaran entre los dos. Desde entonces, experimenta una oleada de sentimientos que no puede controlar. «Me siento inútil», dice, «traicionada en nuestro compromiso».

La emoción que la sofoca al principio la hace liberar una furia que se expresa en palabras y gestos violentos. Al mismo tiempo, Jacobo dice que también tiene un enfado insuperable por la actitud de su mujer, que cree que sólo debe prevalecer su punto de vista para la educación de los niños.

Las mismas emociones, las mismas reacciones violentas. ¿Cómo salir de estos estados que desbordan la razón y hacen que las personas «salgan de sus casillas»?

Dar un paso atrás

El primer paso para calmar la agitación emocional es detectar e identificar las propias emociones y ponerlas en su sitio para poder empezar el trabajo de modificar los pensamientos. Y la puesta en marcha de un plan B para distanciarse de ellos durante sus deletéreos ataques.

Este trabajo no será fácil en una situación de alto estrés. Es probable que sea necesaria la ayuda de la concienciación. Hablar de ello con un tercero desinteresado, poner palabras a este sentimiento íntimo, ayudará a este distanciamiento necesario para no ahogarse en la propia agitación interior.

Diferentes técnicas forman parte de esta ayuda: el control de la respiración, la relajación, el control emocional (del que nos hablan también los Padres del Desierto), ayudarán a controlar mejor los pensamientos.

Al hacer este trabajo, Justina y Jacobo ya podrán sacar la cabeza del agua para mirar con más calma y entender—con su pareja—lo que está pasando en su relación. Estas discrepancias de comportamiento, aunque los cónyuges se hayan prometido confianza mutua, exigen que se afine la relación conyugal para encontrar el defecto o los defectos que han «permitido» estas emociones incontroladas.

Cada uno de ellos debe tener a bien cuestionarse, personalmente y en verdad, para reanudar serenamente la aventura conyugal. La beatitud aún puede estar en camino. «¡Bienaventurados los mansos!”

Marie-Noël Florant, EDifa Aleteia

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