lunes, 12 de abril de 2021

Perú y otro drama del COVID: Entierros “secretos” en fosa común clandestina

 


Sucedió en 2020 en un descampado de Iquitos, región de la Amazonía, y desde la Iglesia hubo acompañamiento a las familias de las víctimas, además de la exigencia a las autoridades a la entrega de cadáveres

La agencia AP acaba de publicar un informe realmente abrumador. Puso al descubierto que en 2020, durante el momento más difícil de la pandemia, las autoridades de la región amazónica peruana de Loreto aprobaron entierros masivos de“víctimas de la pandemia”.  Además, con un añadido: la acción no había sido comunicada a los familiares, quienes creían que sus seres queridos estaban enterrados en el cementerio local.

Sin embargo, tal cual confirmó a Aleteia el administrador diocesano del Vicariato Apostólico de Iquitos, el padre Miguel Fuertes Prieto, el “secreto” duró poco tiempo y de manera paulatina se fue develando lo sucedido.

Enterrados en un descampado clandestino

“¿Estás segura de que mi papá está ahí?”, preguntó una niña de nueve años al ingresar a un campo de tierra roja y árboles cortados con varias cruces plantadas en la Amazonía de Perú. Así comienza el informe de AP al hacer referencia a lo que es considerado el primer caso conocido en Latinoamérica de ocultamiento de parte de las autoridades del destino de víctimas del coronavirus. Según la propia agencia, el gobierno regional no respondió a las solicitudes para ofrecer declaraciones.

La pregunta de la niña va en línea con el padecimiento de centenares de familias que se fueron enterando que sus familiares fallecidos a causa del coronavirus habían sido enterrados en un descampado clandestino sin aviso.

Del informe se desprende que al menos 403 personas fueron enterradas en el lugar. Si bien la situación actual ha cambiado, la región de Loreto supo lidiar con la peor cara de la pandemia. Lo hizo a través de imágenes catastróficas con el aumento de fallecidos y carencias a nivel hospitalario.

Un claro ejemplo de ello es lo sucedido con el oxígeno medicinal. Aquí, entre otros, el trabajo que ha impulsado el propio Fuertes para logar adquirir una planta de oxígeno. En Perú, hasta el momento, el coronavirus ha dejado más de 53.000 fallecidos.

“Muertos sin nombre y sin tumba propia”

Un titular citado por la AP, portada del diario La Región el 1 de junio de 2020, lo decía todo. A través de esas escuetas palabras se ofrecía al lector la noticia de la afirmación de un anónimo sobre entierros de cadáveres con COVID en una fosa común cerca del cementerio local. Esto motivó a miles de familiares a que llegaran hasta el lugar para comprobar si aquello era cierto.

 “Nos dimos cuenta de que nos habían mentido”, dijo un familiar de unas de las tantas víctimas. El terror se confirmaba y la indignación crecía.  De ahí en más, el inicio de un largo proceso de demandas y hasta “peregrinación” al lugar en procura de ofrecer un mejor adiós a los familiares. En tanto, si bien finamente hubo un compromiso de parte de las autoridades para exhumar los cuerpos, todo parece como detenido.

Acompañamiento a familiares

La situación, por demás dolorosa, no estuvo exenta del amor y acompañamiento de la propia Iglesia en Iquitos. “Hemos estado acompañando a los familiares, incluso con una abogada del Vicariato, en vigilias, en diferentes espacios exigiendo que les entreguen los cadáveres”, dijo Fuertes a Aleteia.

Fuertes también indicó que hubo avances y hasta se llegaron a sacar algunos cadáveres del descampado, pero otros casos están siguiendo un juicio que continúa su curso.

De esta manera, la cara más dura de la pandemia en América Latina se sigue manifestando. Pero también, cuando eso pasa, la mano y la cercanía para con el que sufre, algo que se traduce en ayuda concreta y sin vueltas.

Pablo Cesio - Aleteia Perú 

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