C. S. Lewis, el popular autor de Crónicas de Narnia y de Mero Cristianismo, publicó semanalmente en un periódico sus famosas Cartas del diablo a su sobrino durante la Segunda Guerra Mundial. La obra nunca ha dejado de editarse y, ya libre de derechos de autor, se mantiene tan viva y provocativa como entonces.
Es un clásico que cualquier persona que quiera considerarse "lectora" o "crítica" debería leer.
En verano de 2018 el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, se dedicó a comentar una por una estas "cartas del diablo" en su programa de radio "Sexto Continente" en Radio María, y pueden escucharse estos audios en la web EnTiConfio.org, en la sección Píldoras.
Las carmelitas samaritanas de Valladolid han recogido sus comentarios y los han editado, junto con el texto de Lewis en su Editorial Samaritana, en una obra de 250 páginas que puede ayudar a muchos a crecer en sagacidad espiritual. El libro se titula No nos dejes caer en la tentación
La psicología de la tentación
"Esta obra de Lewis podría ser catalogada como un exponente moderno de la psicología de la tentación", escribe Munilla en el prólogo. "Demostró ser un verdadero conocedor del espíritu humano, al tiempo que un cristiano experimentado en hacer frente a las tentaciones del maligno".
Lewis se hizo cristiano en 1931 y las cartas se fueron publicando en 1941: tenía diez años de experiencia como cristiano, pero muy meditados.
"En estas cartas encontramos un recurso muy valioso para desenmascarar las estrategias de engaño del diablo; alguien dijo que una tentación desenmascarada es una tentación medio vencida", escribe Munilla. Sus comentarios buscan, dice, ayudar a leer el libro "buscando que nos iluminen para entender lo que acontece en nuestro interior".
Para ello, el humor es una herramienta eficaz. Munilla asegura: "Nunca he visto un fanático con sentido del humor ni a una persona con sentido del humor convertirse en un fanático. Como decía el filósofo norteamericano William James: 'el sentido del humor es simplemente sentido común bailando'".
El hilo conductor de las cartas es bien conocido: un diablo veterano llamado Escrutopo escribe cartas a su sobrino, diablo novato, explicándole cómo debe tentar a su "paciente", el humano que se le ha encomendado hundir en el pecado.
La posmodernidad y sus confusiones
El diablo Escrutopo ya señala la eficacia de las técnicas que hoy llamamos posmodernidad: "tu hombre se ha acostumbrado desde que era un muchacho a tener dentro de su cabeza, bailoteando juntas, una docena de filosofías incompatibles; ya no piensa si las doctrinas son ciertas o falsas, sino 'académicas o prácticas', 'superadas o actuales', 'convencionales o implacables'. La jerga, no la argumentación, es el mejor aliado en la labor de mantenerle apartado de la iglesia".
La tarea del diablo, insiste el veterano tentador, es complicar las cosas, evitar lo concreto, hacer que todo sea evanescente y teórico, sueños, planes, recuerdos tergiversados y fantasías, y mantener al hombre lejos del bien concreto del día a día.
En la carta XXII, conocemos que el humano en cuestión se enamora de una chica cristiana de verdad. "Vaya cristiana", escribe el diablo muy molesto; "una señorita vil, escurridiza, boba, recatada, lacónica, ratonil, acuosa, insignificante, virginal, prosaica".
Peor aún, "parece una mosquita muerta y sin embargo tiene ingenio satírico. El tipo de criatura que me encontraría DIVERTIDO ¡a mí!", se indigna.
A continuación, el demonio enumera enfadado un montón de cosas buenas y agradables que Dios ha creado y que no son pecado en sí: "dormir, lavarse, comer, beber, hacer el amor, jugar, rezar, trabajar... todo ha de ser retorcido para que nos sirva de algo a nosotros [los demonios]".
Munilla comenta: "todas las cosas naturales de la vida, bien hechas, conllevan placer; Dios les ha concedido un placer, y el demonio no tiene otra estrategia que intentar retorcerlo, para llevarlo a su terreno.
Retorcer lo bueno: elitismo, vanidad, y aprovechar cansancios
A medida que el humano va creciendo en su fe cristiana y su amor hacia la chica, los demonios buscan nuevas formas de retorcer sus buenos deseos: volcarle al elitismo, aprovecharse de su cansancio, fomentar su orgullo y vanidad, buscar conflictos...
Acompañándoles, crecemos en desconfianza hacia vicios modernos y de todas las épocas, y crecemos en confianza hacia las instrucciones que Cristo deja en el Padrenuestro y las Bienaventuranzas, similares a las que el León Aslan da a los niños Pevensie en Narnia.
Tanto el libro de Lewis como los audios de Munilla o la versión escrita en 'No nos dejes caer en la tentación' pueden ayudar a muchos a "no dejarse liar", a confiar en Dios, disfrutar de sus dones y liberarse de las complicaciones del Maligno.
En 2011 una versión teatral de 'Cartas del diablo a su sobrino' triunfaba en Broadway
P.J.Ginés/ReL
Vea también Cartas del diablo a su sobrino
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