miércoles, 19 de julio de 2023

Tus roles ocultos: ¿en qué etapa te encuentras?

Adult with child

¿Eres consciente del rol que desempeñas en la vida? Debemos ser honestos al hablar de nosotros mismos y tener la intención de mejorar aquello lo que estamos fallando...

La maduración de las personas pasa por distintas fases que quedan en nuestro recuerdo: infancia, adolescencia, vida adulta y vejez. Sin embargo, a veces se produce un estancamiento en alguna de estas etapas vitales (generalmente en la infancia y en la adolescencia), produciendo en la persona actitudes que no son acordes a su momento evolutivo actual.

Las personas sanas, que han ido superando cada etapa y recogiendo el aprendizaje para las siguientes fases de su desarrollo, se permiten actitudes de etapas anteriores. Esto no implica falta de madurez; al contrario, es una expresión de salud emocional: los adultos también pueden jugar como niños en determinadas circunstancias.

El desarrollo vital queda reflejado en nuestra personalidad por medio de tres roles bien diferenciados, a los cuales acudimos inconscientemente para adaptarnos a cada situación:

1. Paternal: representa el aspecto moral de la personalidad. Se desarrolla a partir de los mensajes recibidos de parte de nuestros padres. Su característica principal es el deber. Cuando hemos adoptado este rol tendemos a proteger a los demás, dirigir al grupo, actuar de forma inflexible, criticar, regañar a otros, prohibir, acusar, etc.

2. Adulto: se forma a partir del conjunto de experiencias de la persona y de la evaluación e interpretación de estas. Está centrado en decir convenientemente. Nos ubicamos en este rol cuando tomamos decisiones a partir de nuestros aprendizajes, cuando estamos abiertos a la escucha de la opinión de otros u organizamos planes de acción para conseguir objetivos. El adulto interno trata de dar el valor justo a las cosas y es esencialmente responsable y reflexivo.

3. Niño: este rol existe desde el inicio y a partir de él se van acumulando respuestas instintivas y emocionales. Se focaliza en el querer. Entre sus rasgos más característicos se encuentran la emotividad potenciada, el capricho irracional, la impulsividad, demanda de afecto, exigencia de ser visto (egocentrismo), miedos excesivos (a estar solo, a tomar decisiones), rabietas y dependencia, entre otros.

Aceptación, adaptación y perdón

Los tres se encuentran en todas las personas en mayor o menor medida. Suponen un recurso adaptativo útil que no desgasta emocionalmente si se realiza desde el consciente. Por ejemplo: cuando un adulto juega con un niño utiliza recursos infantiles (que adquirió durante su propia infancia) para adaptarse a esta situación.

Sin embargo, si esta adaptación es inconsciente y ocurre por un estancamiento en la maduración (por ejemplo, con rabietas de niño pequeño en el trabajo) desgasta a la persona y a su entorno.

Si te encuentras en un rol que no es adecuado para tu edad, es momento de poner un alto, analizar tus comportamientos con los demás y darte cuenta de a qué aspectos de tu persona necesitan mejorar.

Aunque cueste, debemos ser capaces de reunir las fuerzas y sabiduría suficientes para saber cuándo un período está finalizado y debemos despedirnos de él, con todo lo que eso conlleva a nivel emocional. Además de evaluar lo vivido, también es importante recordar el esfuerzo realizado durante la etapa pasada y aprender de los errores que hemos cometido, algo que nos beneficiará mucho en el futuro. 

Es importante tomar en cuenta que para superar con éxito las etapas finalizadas debemos perdonarnos a nosotros mismos y evitar reprocharnos cosas del pasado. Esto se consigue aceptando todo lo sucedido y no culpándonos de aquellas cosas que han ido mal.

Un nuevo comienzo

Ahora bien, al cerrar una etapa es importante establecer nuevos objetivos en nuestra vida, ya que es necesario contar con alicientes y motivaciones nuevas que orienten nuestra mirada hacia lo que está por venir.

Para tomar conciencia de tus roles a lo largo del día, puede ser muy útil hacer una lista de las personas con las que más te relacionas y preguntarte en qué rol te sitúas con cada una de ellas: padre (consejero, autoritario, moralista), adulto (decidido, asertivo, independiente) o niño (caprichoso, demandante, impulsivo, juguetón).


María del Castillo - Mia Schroeder, Aleteia

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3 pasos para acabar con la inmadurez emocional

SADNESS         

Cambiar de actitud para crecer en el amor

En una relación afectiva inmadura, la persona no es capaz de tomar las riendas de su propia vida, se siente insegura, carece de iniciativa y autonomía, tiene la sensación de no poder valerse por sí misma y no ser capaz de tomar sus propias decisiones o hacerse cargo de sus propias responsabilidades. Las relaciones donde predomina el temor al puesto del amor no pueden ser positivas ni sanas.

¿Por qué nos puede pasar esto en nuestras relaciones afectivas?

Actualmente aún se debate si la dependencia emocional es una característica disfuncional de la personalidad o un trastorno psicológico. De hecho, no hay mención al fenómeno en el DSM-5 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) ni tampoco en la CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades 10º).

Una de las hipótesis más aceptadas considera que estas personas se formaron esquemas desadaptativos sobre sí mismos y sobre la interacción con los demás a causa de relaciones afectivas insatisfactorias durante etapas tempranas de la vida. Los esquemas constituyen nuestra forma de entender o interpretar el mundo (“nuestras gafas para verlo”) y se aprenden a través de experiencias de la infancia.

Los esquemas se activan sin que nos demos cuenta y determinan de forma nçotable cómo sentimos y cómo nos comportamos.

¿Se puede madurar un estado de infantilismo emocional?

1. Un primer paso importante es que la persona tome conciencia y comprenda con plena claridad su problema y responda a estas cuestiones:

  • qué le ocurre
  • por qué motivo
  • cuándo y con qué personas se originó el autoconcepto negativo sobre sí mismo y su baja autoestima
  • en qué consisten sus pautas de interacción disfuncionales
  • por qué las mantiene, etc.

Esta información puede tener en sí misma el efecto de empezar a producir una cierta mejoría.

2. Un cambio de actitud es imprescindible para acabar con las interacciones disfuncionales. Conviene empezar por las relaciones más fáciles: amigos, compañeros de trabajo…  Y, poco a poco, abordar este cambio en las relaciones más complejas como la familia o la pareja. Por ejemplo, con la pareja hay que apostar por  reducir la necesidad de posesión en exclusividad o la alta demanda de escucha por parte del otro.

En este sentido es necesario un entrenamiento en empatía, ya que la persona inmadura emocionalmente puede por ejemplo pasar horas hablando sobre sus problemas sin pararse a pensar en cómo estará la persona que tiene a su lado mientras escucha. La parte más importante tiene siempre que ver con la forma de relacionarse con la pareja.

3. Fortalecer la autoestima delapersona. De forma indirecta, si la persona ha conseguido mejorar sus habilidades sociales y ha logrado iniciar con éxito una relación sentimental más equilibrada, estas circunstancias ya actúan como nutrientes para una mejor autoestima externa, que es algo que no venía funcionando.

No obstante, lo más importante es que persona aprenda a quererse y a valorarse por lo que es, cosa que probablemente no hicieron en el pasado quienes le rodeaban. Con una mayor madurez afectiva se podrá desarrollar una amor cada vez más verdadero y estable, cualidades que son esenciales para la estabilidad en las relaciones afectivas y para la sana vida en familia.

Javier Fiz Pérez, Aleteia






















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