Confesión. Foto: Portaluz
Dijeron que a pesar de que un mal haga sentir vergüenza o incomodidad por haberlo cometido, la confesión y debe ser sincera.
(ZENIT Noticias – Porta Luz / Zamora, 26.07.2023).- Por vergüenza o temor, para muchas personas es difícil confesar algunos pecados durante el sacramento de la Reconciliación. Sin embargo, rara vez se es consciente de las consecuencias que involucra ocultar deliberada y a conciencia un pecado grave durante la confesión.
Desde hace años, los sacerdotes franciscanos Leonard Bielecki y Franciszek Chodkowski, animan desde Polonia el canal de YouTube bEZ sLOGANU (Sin eslogan), en el que debaten importantes temas de espiritualidad. En el último episodio, abordaron la cuestión de los pecados que algunos silencian en el confesionario.
Se invalida la confesión
Se preguntan los sacerdotes si, ¿ocultar un pecado de forma deliberada invalida la confesión? «Cuando acudimos al confesionario tendemos a no alardear de nuestros pecados. Saber que algo estuvo mal nos hace sentir vergüenza. Pero, aunque nos incomode, poco o mucho, llega el momento de la confesión y debe ser sincera. Si vengo al confesionario y oculto un pecado, no quiero decirlo y se trata de un pecado grave, la confesión no es válida», advierte el fraile Leonard Bielecki.
Y su hermano OFM Franciszek Chodkowski complementa: «Estamos obligados a confesar los pecados graves en la confesión (CDC n°s 987 y 988). Hay que confesarlos. Los pecados leves a veces se nos escapan. Nuestra vida es imperfecta y cada día nos suceden pequeños pecados. En cuanto al sacramento de la Confesión, es allí donde deben confesarse los pecados mortales».
La Iglesia enseña que solo mediante la confesión sacramental se pueden perdonar los pecados graves. Y todo lo confesado está bajo el resguardo del sacramento al que se obligan los sacerdotes confesores. «El secreto de confesión, que amordaza al sacerdote de forma absoluta (CDC n°s 983 y 984), está precisamente ahí para darte el consuelo de la confesión. La tercera cosa que es bastante importante aquí se refiere al hecho de que el sacerdote que te confiesa ya ha escuchado decenas, miles, cientos de miles de confesiones, y realmente para el sacerdote, si alguien viene con un pecado, la absolución es más importante que la vergüenza», explica el hermano Leonard Bieleck y añade que si de forma deliberada se ocultan pecados: «Una confesión así no es válida y las confesiones posteriores tampoco lo son porque se ha ocultado el pecado grave».
Ser sinceros ante Dios
Es vital –subraya el franciscano Franciszek Chodkowski– tener presente que en el Sacramento de la Reconciliación tenemos el privilegio de ser sinceros ante Dios, de situarnos desde la verdad.
«Que yo oculte ante el sacerdote mi pecado mortal no significa que Dios no lo sepa. Él lo sabe. Y yo, al acercarme al sacramento de la reconciliación, me confronto con la inmensidad de la misericordia de Dios y quiero hacer uso de este don. ¿Le pido perdón y al mismo tiempo le miento? No confesar un pecado es un intento de ocultar a Dios la verdad sobre mí mismo», alerta el hermano Franciszek.
Prepárate, abre tu corazón y alaba a Dios por su perdón
Al ir a confesarte…
- Haz examen de conciencia para confesar todas tus faltas.
- Se consciente de la tristeza que en Jesús provocan tus pecados. Permítete sentir el dolor por tus pecados.
- Ten propósito de enmienda.
- Di todos tus pecados al confesor desde la última confesión bien hecha (si alguna vez ocultaste algún pecado… dilo al sacerdote confesor y abre tu corazón, confiesa ese pecado que ocultaste).
- Cumple la penitencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario