Esta joven novicia encontró en el Monasterio de las Benedictinas de León la felicidad que lleva 35 años buscando; todo gracias a la obra que estas hermanas realizan en internet.
El Monasterio de Santa María de Carbajal de las Monjas Benedictinas de León sabe lo que es la eficacia de la evangelización por las redes sociales. Su última novicia, Cristina Sanz, entró en contacto con ellas gracias a internet.
Esta joven de 35 años, originaria de Guadalajara, es psicopedagoga de formación y ha ejercido como profesora y trabajadora social; ahora vive su vocación de benedictina, de la mano de sus hermanas de comunidad.
Cristina se interesó por la Escuela de Experiencia Religiosa que estas benedictinas ofrecen en modalidad virtual. La experiencia le ayudó tanto que decidió hacer el curso presencial. «Llegué al monasterio hace algo más de un año y lo hice sin ninguna intención de quedarme», recuerda sor Cristina.
Así nace una vocación
«Simplemente deseaba vivir unos días de retiro en medio de una situación personal de inquietud vocacional que me acompañaba desde hacía tiempo. Tras regresar a casa, pedí volver para realizar un periodo más pausado de discernimiento vocacional, sin pensar en ningún momento en la opción de vida monástica, de la que —además— no tenía ningún conocimiento ni experiencia», sigue contando.
«Dios me comunicó lo que tenía preparado para mí desde antes de crearme, su plan de plenitud para mí: la vocación de benedictina en esta comunidad de hermanas», reconoce.
Cristina ha terminado su periodo de discernimiento vocacional o postulantado, que ha durado un año. Ahora se prepara, como novicia, para profesar los votos de pobreza, castidad y obediencia, siguendo la Regla de San Benito.
Sorpresa
«Si Dios ha pensado para mí este camino es que es el mejor para mí».
«La sorpresa y el desconcierto fueron grandes —sigue confesando al recordar cómo comprendió su vocación—. Asombrosamente, abracé esta invitación de mi Padre con prontitud e inmensa gratitud; y de forma libérrima y alegre. Ahora, me parece darme cuenta de que fue ese caminar en esperanza por la vida lo que me ayudó a reaccionar de tal manera».
«Si Dios ha pensado para mí este camino es que es el mejor para mí. Es mi Padre, el que mejor me conoce y más me quiere», asegura.
Una comunidad evangelizadora
Si bien Cristina ha abrazado la vida contemplativa para seguir a Dios, su comunidad no vive ni mucho menos en un mundo paralelo.
Las benedictinas de León están conectadas a las redes sociales para contagiar la energía que le falta al mundo.
Aparte del contacto cotidiano con peregrinos del Camino de Santiago, procedentes de todo el mundo, estas monjas están presentes con sus perfiles de Facebook (Monasterio de Monjas Benedictinas de León) Twitter (@benedictinas) e Instagram (@monjasbenedictinasleon).
«No echo nada en falta porque me siento plena»
La comunidad, cuya abadesa es sor Ernestina Álvarez, cuenta ahora con trece hermanas de 35 a 90 años. «Cada una aporta en lo que puede y lo que le gusta», nos cuenta la madre abadesa.
Ahora, los días de Cristina transcurren sobre tres pilares: «Nuestro ritmo de vida se base en el trabajo, la oración y la fraternidad, los pilares de nuestro carisma», explica Cristina. «No echo nada en falta porque me siento plena».
Matilde Latorre, Aleteia
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