“Me duele tu indiferencia”, clama Jesús.
Una invitación a la fe del escritor Claudio de Castro
«Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero porque eres tibio y no frío o caliente, voy a vomitarte de mi boca»
Apocalipsis 3, 15-16
Hace un par de años Aleteia publicó un artículo con esta alarmante noticia:
Siete de cada diez católicos en EE.UU. creen que el pan y el vino son solo símbolos del cuerpo y la sangre de Cristo.
Solo un tercio de los católicos estadounidenses (31 por ciento) asegura creer que durante la Misa, el pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesús.
Necesitamos recordar
Yo, que he visto milagros patentes con Jesús Sacramentado, prisionero de amor en el Sagrario, me pregunto cómo es posible.
¿Por qué somos indiferentes a su amor? ¿Por qué no creemos? Necesitamos que alguien nos recuerde que Jesús está allí VIVO en cada hostia consagrada, en cada Sagrario ubicado en cada capilla del mundo.
Creo que alguna vez te lo he contado. Hace algunos años una dulce abuelita me llamó a la casa, desde el interior de mi país, y me pidió que escribiera un libro y lo titulara El sagrario. Se llama Rosario Araúz.
—¿Por qué me lo pide? —le pregunté sorprendido.
—Porque voy a ver a Jesús todos los días al Sagrario y lo encuentro solo. Hay una gran indiferencia a su presencia real en los sagrarios.
Y esto ocurre porque las personas no saben que está allí. Nadie se lo dice. Usted en ese libro les va a decir que allí está Jesús, esperando para llenarlos de gracias.
Fui a conocerla. Hice el viaje al interior un sábado por la mañana y aproveché para hacerle una entrevista que es oportuno ver de nuevo.
Revelaciones
Debemos pasar más tiempo acompañando a Jesús. Hoy más que nunca…resuena la fuerte voz del Ángel de Fátima en el mundo: «¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!«.
El 27 de diciembre de 1673 nuestro Señor se le apareció a santa Margarita María Alacoque y le revelo los secretos del Sagrado Corazón de Jesús, para que los trasmitiera a toda la humanidad.
Se quejó de la indiferencia con que nosotros los creyentes lo tratamos, nuestros graves pecados y los sacrilegios y frialdades hacia su amor.
«Lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado».
Sus palabras trascienden hasta nuestros días y me las dice a mí, a todos nosotros.
“He aquí el Corazón que ha amado a los hombres con tanto extremo que no ha perdonado desvelos, hasta agotarse y consumirse por testificarles amor, y por toda correspondencia sólo recibe de la mayor parte de ellos ingratitudes, significadas en los menosprecios, desacatos, sacrilegios y frialdades con que me tratan en este Sacramento de amor”.
Reza, confía en Jesús y haz lo que te pide. ¿Cómo saber qué quiere de mí? Abre tu Biblia y lee el Evangelio.
Nos encantaría saber de ti y tus experiencias con Jesús. ¿Las compartes con nosotros? Escríbenos. Te dejo mi email personal cv2decastro@hotmail.com
¡Dios te bendiga!
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