lunes, 9 de agosto de 2021

No te olvides de tu ángel de la guarda antes de dormir


KAMIENNE ANIOŁY


El Santo Cura de Ars nunca olvidó a los ángeles de la guarda, “nuestros amigos más fieles”. Incluso pensó en una pequeña oración que sumar a nuestras oraciones vespertinas

Las oraciones matinales y vespertinas pueden convertirse en una rutina, pero son importantes porque dan un sentido religioso a la vida diaria. Estas oraciones atestiguan que Dios está en el corazón de nuestra existencia.

Y los ángeles custodios, que son un vínculo vivo entre Él y los seres humanos, también merecen las suyas.

Ellos que están ahí mañana y noche para llevar a cabo la misión que Él les ha encomendado.

Los ángeles custodios “son nuestros amigos más fieles, porque están con nosotros de día, de noche, en todo momento y en cualquier lugar”, expresa el cura de Ars, Juan María Vianney (1786-1859) en un sermón para honrar su fiesta.

Dios, “no contento con habernos dado a su único Hijo, el objeto más tierno de sus complacencias, con sacrificarlo a la muerte más cruel, no contento con habernos arrancado de la tiranía del diablo, con habernos llamado a la cualidad gloriosa de hijos de Dios y con habernos escogido como coherederos de su reino, quiere enviarnos a cada uno de nosotros un ángel del cielo para guardarnos cada día de nuestra vida.

Este ángel no debe abandonarnos hasta haberse personado con nosotros ante el tribunal de Jesucristo, para rendirle cuenta de todo lo que hemos hecho durante nuestra vida”.

Así que, como nos recomienda el santo sacerdote, no olvidemos mostrar nuestra gratitud a estos ángeles con el poder de la intercesión infinita que prometieron:

“Yo seré tu mejor amigo, yo seré el que lo sepa todo de ti. Nunca te juzgaré, porque comprendo tus errores, y nunca te condenaré”.

Después de la oración de la mañana, aquí está la última pequeña oración del día que propone Juan Vianney, dedicada a tu ángel de la guarda antes de acostarte:

“Buenas noches, mi ángel de la guarda.
Gracias por haberme cuidado durante este día;
ofrece a Dios todos los latidos de mi corazón mientras duermo”.

Seraphim

Isabelle Cousturié, Aleteia

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