3 biológicos y 5 adoptados, de los cuales ha fallecido uno
El Congreso Nacional Provida de 2020 contó con el testimonio de una familia muy especial, los Gómez Samblas, que mostraron la belleza de la vida humana, la dignidad de toda persona pero también el torrente de amor y de fe profunda que les ha permitido superar situaciones que parecían imposibles.
Alejandro (46 años) y Coro (44 años) son un matrimonio, ambos controladores aéreos, casados desde hace 21 años y que tienen ocho hijos, tres biológicos y otros cinco adoptados, todos ellos con graves discapacidades tanto físicas como intelectuales. Y sobre esta experiencia quisieron hablar.
"Una llamada en sí misma, no un plan B"
Durante el congreso ofrecieron su historia en boca de Coro, que comenzó su intervención explicando que “tenemos ocho hijos, aquí veréis siete, el otro nos mira desde el cielo, es Borja”. Además, indicó que “los tres primeros hijos son biológicos, los demás también pero han llegado a nosotros a través de la adopción. Nosotros decimos que tenemos hijos que nos ha enviado Dios y otros que nos manda Dios a buscarlos”.
El matrimonio siempre había tenido en mente la idea de adoptar y aunque tuvieron tres hijos biológicos con el tiempo vieron que lo de adoptar se convertía para ellos “en una llamada en sí misma y no en un ‘plan B’”.
Optaron por China y allí descubrieron que había hasta siete años con lista de espera. Observaron que había niños para dar en adopción pero no los que normalmente se querían. Un año antes el país abrió la adopción de niños con necesidades especiales, y decidieron que esta era la vía que debían seguir.
La llegada de la discapacidad a la familia
“Somos creyentes y pensamos que Dios no elige a los capacitados si no que capacita a los que elige”, afirmaba. No fue fácil adoptar este tipo de niños. De hecho, recordaba que les “llamaron de todo, locos e irresponsables, y nos decían que al tener más hijos era una locura. Pero a nosotros nos parecía lo contrario”.
Así fue como llegó a sus vidas Bruno, que sufría una cardiopatía compleja. Y esta experiencia les marcó, pues contaban que una vez que vieron a tantos niños que esperaban una familia, éstos entraron en su corazón y ya no salieron.
En su experiencia, “la orfandad es la mayor de las miserias, no la enfermedad. La maravilla que es vivir en familia es la mayor necesidad del ser humano. A su lado una enfermedad se sobrelleva”. Ya en España operaron a Bruno y ahora hace deporte y nadie diría que tiene una cardiopatía.
Olaya, abrazando al Papa Francisco
Olaya, una niña muy especial
No pararon ahí, pues Alejandro y Coro no se olvidaban de los niños que seguían en China sin familia. Y entonces llegó Olaya. Tenía también una cardiopatía, pero además sufría síndrome de Noonan, que implicaba una discapacidad intelectual.
“Así entró en nuestra vida la discapacidad intelectual, y recomiendo que todas las familias tengan en su hogar o muy cerca personas con discapacidad intelectual. Estas personas te ayudan a vivir en lo esencial, te dejas de tonterías. Nos enseñan a vivir sin rencor”, relataba esta madre.
El milagro viviente de Borja
Borja fue el siguiente en llegar desde China. “Era especial, tenía sólo medio corazón, era un milagro viviente. Tenía seis años y había vivido con medio corazón y todas las vísceras descolocadas”, contó su madre.
Que hubiera vivido tantos años ya era en sí un milagro, pero Coro indicó que “le adoptamos para luchar a su lado, sin condiciones. El objetivo era que cuando se fuera lo hiciera desde los brazos de su familia. Y se fue al cielo muy pronto. Intentamos dos operaciones”.
Momento del bautizo de Borja
"Un gozo doloroso"
Esta experiencia –aseguraba esta familia- “lo vivimos como un gozo doloroso. Gozo porque sabemos que está en el cielo, y allí tenemos un intercesor brutal. Lo conseguimos vivir así. Fue doloroso pero lo vivimos todos en casa, hasta Olaya, con muchísima verdad. Esto es la vida”.
Cuando fueron a China a por Borja conocieron al que era su “súper mejor amigo” y que ahora es su hermano, Benjamín. En él vieron “un niño que era pura luz, hablaba sin parar. Nos llamaba y nos echaba piropos. Alejandro y yo nos miramos y vimos que no podía quedarse ahí”.
La llegada de las sillas de ruedas
Benjamín tiene parálisis de los miembros inferiores por causa desconocida. Bromeando, Coro explicaba que “así entró en nuestra vida la silla de ruedas”. Al principio creían que sería algo dificilísimo para su vida familiar pero “no fue para tanto”.
“Con esta tranquilidad que tuvimos de la silla de ruedas nos lanzamos otra vez y fuimos a por Samuel, que lleva mes y medio con nosotros”, contaba Coro sobre la reciente llegada del más pequeño de la familia, también en silla de ruedas.
Las conclusiones que saca esta familia tan especial
Y antes de acabar esta familia quiso ofrecer tres conclusiones:
- “Lo que nos mueve es el amor. Lo esencial es invisible a los ojos. Hay que mirar con el corazón, no con los ojos o las estadísticas. Esa mirada tiene que ser de amor”.
- “Somos adictos a los milagros. No somos adictos al riesgo, nos ponemos en riesgo porque vivimos en la esperanza de milagro. Si tú no sales de tu zona de confort nunca vas a experimentar los milagros que hemos experimentado”.
- “La experiencia más ‘salvaje’, según la RAE aquello que no está controlado ni dominado, es la que más te permite crecer”.
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