lunes, 3 de mayo de 2021

Comunicadora de la NASA, católica formada en la Santa Croce de Roma, habla de cómo evangelizar

 

Adrienne Alessandro, madre de familia y divulgadora científica


Adrienne Alessandro en su trabajo en la NASA - sabe sobre comunicar cosas complicadas, también la fe

La Universidad Pontificia de la Santa Cruz en Roma (la Santa Croce, en italiano) es conocida, entre otras cosas, por su prestigiosa Facultad de Comunicación Institucional. Ahí se formó en 2007 y 2008 la estadounidense Adrienne Alessandro, que luego sería una de las responsables de comunicación de la NASA, la agencia espacial del gobierno norteamericano, centrándose en comunicar las actividades del Centro de Vuelo Espacial Goddard (Goddard Space Flight Center).

El centro Goddard es la mayor organización norteamericana de científicos e ingenieros dedicados a expandir el conocimiento de la Tierra, el sistema solar y el universo mediante observaciones en el espacio. Ayuda a operar el telescopio espacial Hubble (HST), el programa Explorers, el programa Discovery, y muchas otras iniciativas.

Entrevistada por Gerardo Ferrara en la web de la Fundación CARF, Adrienne explica cómo en su vida ha enlazado la fe, su estudio en Roma, el amor por la comunicación y su vida familiar, y cómo cree que debe comunicar la Iglesia hoy.

Niña de misa diaria, rosario y home schooling

"La fe y la práctica religiosa impregnaron la vida diaria de nuestra familia. Mi mamá me llevaba a misa diaria y me animaba a acompañarla a rezar el rosario. Cuando mis padres se enteraron de que las escuelas públicas locales estaban introduciendo elementos de educación sexual desde el primer grado, me sacaron para educarme en casa, lo cual fue un paso bastante radical para principios de los noventa. La fe era algo tangible para nosotros. De pequeña era tímida y sensible, me sentía mucho más cómoda observando a los demás que contando mis historias. Con estas características personales, en alguna ocasión pensé si Dios me estaba pidiendo ingresar en una orden religiosa", explica Adrienne.

Ante la tumba de San Pedro, Dios resolvió sus dudas

"Después de un tiempo en el que, desafortunadamente me aparté de Dios, finalmente encontré un lugar donde me sentí en paz: la Basílica de San Pedro, en Roma. Me encontraba en la Ciudad Eterna para realizar un semestre de estudios. En una de las visitas guiadas, contemplé el lugar donde reposan los huesos de San Pedro: un hombre que había caminado con Cristo y había abrazado su Cuerpo. Pensé que el primer Papa había entendido el verdadero significado de la vocación. Le dijo que sí a Dios una y otra vez, incluso después de haberle negado", señala Adrienne.

"Así que, le pedí a Dios (nuevamente) que terminara mi confusión vocacional. Inmediatamente después sentí una paz profunda, algo literalmente de otro mundo: por fin veía iluminada con claridad mi vocación al matrimonio y nunca volví a tener ninguna duda al respecto".

Estudiar algo que impactara al mundo

Después de dos años en un trabajo administrativo gris ("interminables horas haciendo fotocopias y reservando vuelos de compañeros de trabajo lentamente ahogaron la creatividad en mi alma") optó por ir a Roma a la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, para aprender Comunicación institucional. De allí menciona a los profesores Daniel Arasa y José María La Porte: "me hicieron sentir inmediatamente como en mi casa".

Adrienne Alessandro, a la derecha, con profesores de Comunicación de la Santa Croce - a la izquierda, Daniel Arasa
Adrienne Alessandro, a la derecha, con profesores de Comunicación de la Santa Croce de Roma - a la izquierda, el barcelonés Daniel Arasa

"Aprendí a usar una cámara de video, a escribir guiones comerciales y a editar archivos de audio: ¡me encantaba todo! Las clases de capacitación en los medios de comunicación fueron mis favoritas porque me desafiaron a anticipar y explorar argumentos en contra de la fe y a crear respuestas racionales y adecuadas", detalla.

¿Cómo servir a la Iglesia, tan herida?

Por otra parte, desde Roma podía ver a la Iglesia con toda su universalidad pero también con sus fragilidades y miserias. Y eso le hizo pensar. "Me pregunté: ¿qué podría hacer, a nivel personal, para ser un miembro más fuerte y santo del Cuerpo de Cristo y ayudar a sanar esta hermosa y rota Iglesia? Todavía pienso en estas preguntas hasta el día de hoy, especialmente a la luz de los escándalos de abuso sexual en todo el mundo que han hecho que muchos otros cuestionen su fe. Y creo que la Pontificia Universidad de la Santa Cruz me dio las herramientas que necesito, personal y profesionalmente, para ayudar a abordarlo".

Concreta dos enseñanzas que siempre le han servido para comunicar: "Primero, gánate la confianza y construye una relación sólida con los ejecutivos de tu equipo si quieres ser un comunicador eficaz y preciso. Y segundo, siempre, ¡siempre! ten en cuenta a tu audiencia".

Considera, además, que la fe católica ayuda al comunicador a esforzarse en tener "amabilidad y consideración por el tiempo y los talentos únicos de los demás, respeto y trabajar siempre por el bien de mi equipo".

En la NASA, con grandes mentes

En la NASA trabajó con gente muy inteligente, pero "por muy brillantes que fueran mis compañeros de trabajo, necesitaban a alguien que pudiera captar su idea técnica y comunicarlo de una manera que la gente corriente pudiera entender. Eso era algo que podía hacer. Me encantó participar en sesiones de estrategia, donde podía ayudar al equipo a identificar a su público objetivo y formular formas efectivas de llegar a ellos".

¿Cómo evangelizar?

Esta experta comunicadora, acostumbrada a explicar cosas difíciles de forma que se entiendan, cree que "cuando se predica con honestidad, comprensión y convicción, el mensaje de Cristo permanece fresco y convincente, incluso para los jóvenes, un grupo hambriento de respuestas".

Por el contrario, "no podemos transmitir lo que no tenemos, y en muchas parroquias y comunidades hemos perdido el verdadero conocimiento de nuestra identidad católica: quiénes somos, qué creemos y qué significa ser católico en la vida diaria. Las generaciones de católicos actuales ya no pueden explicar las enseñanzas básicas, incluida la Eucaristía. Podemos culpar a los demás o bien podamos mirar hacia adentro y considerar si yo, personalmente, he levantado la voz últimamente para dar testimonio de Cristo".

Y añade: "Necesitamos campañas de base estratégicas, atractivas y de alcance, apoyadas por nuestros obispos y líderes, para involucrar y catequizar tanto a los fieles como a los más alejados. En particular, tenemos que estar dispuestos a hablar con los jóvenes y conocer sus desafíos y sus corazones. Los jóvenes pueden ser escépticos o resistirse a mensajes amplios e impersonales, pero el acompañamiento es de gran ayuda para responder sus preguntas y fomentar la comprensión del amor de Cristo y el propósito de sus vidas".

Para muchas personas, especialmente jóvenes, anima a "identificar las heridas personales y buscar la sanación de Dios en su vida, ya sea a través de acompañamiento o terapia. Dios nos ha dado herramientas tanto espirituales como humanas para estar en paz".

Lo disfuncional: lenguaje legalista, peleas en las redes...

Entre los problemas de comunicación de la fe, destaca la crisis por los abusos, a la que muchos jerarcas respondieron sin empatía ni eficacia, "en un lenguaje legal protector, rancio y evasivo".

Tampoco dan buen ejemplo los católicos "muy divididos en muchos temas, atacándose en las redes sociales y todo en nombre de… ¡Jesús!". Las redes en sí mismas fomentan la descortesía. "Muchos de nosotros (incluido yo misma), a menudo nos olvidamos de ponernos la armadura de Cristo antes de entrar en Internet".

Adrienne Alessandro recuerda las preguntas que hará Jesús el Día del Juicio: "¿cuándo me alimentaste, me diste de beber, me diste alojamiento, o me vestiste?" Y comenta: "La santidad personal puede no ser una solución instantánea, pero ejercitar algunas gracias adicionales es la herramienta más poderosa que tenemos los católicos para provocar un cambio".

Con tres hijos menores de 3 años

Adrienne y su marido atraviesan una etapa agotadora de la vida: tener dos niños menores de tres años y uno más en camino. Como padres, son el modelo para sus hijos de cómo Dios ama y educa. ¿Le hubiera gustado ser madre en otra época, de vecindarios seguros y sin pornografía en la red? Sí, pero cada época tiene sus retos, señala. "Intento confiar en que Dios me dará la sabiduría y las palabras que necesito para pastorear a estos pequeños por la vida hasta el cielo".

La web de CARF (Carfundacion), que fomenta la reflexión sobre la vocación y el apoyo a las vocaciones cristianas

CARF/ReL



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