Lo que somos es valioso porque lo es: no es la suma de muchos amores la que le da valor a nuestro ser, protégelo
“Todos podemos ser felices y mejores, pero «desde» lo que somos, podando nuestros excesos, desde la fidelidad a lo interior: como el escultor -que quita los pedazos que le sobran a un bloque para convertirse en estatua-, mas no intentando pegarnos trozos postizos, robados aquí o allá. Aceptando lo que viene de fuera, pero solo después de haberlo convertido -como el alimento- en nuestra sustancia”.
Martín Descalzo
Y es que el amor a uno mismo no es solo un tema de moda. Desde los orígenes del pensamiento moral y ético ha sido una parte fundamental del amor.
La auto-benevolencia es condición necesaria, no exclusiva, de nuestras decisiones. Es un aprecio positivo a nosotros mismos y el natural deseo de querer nuestro bien. Es, pues, un amor no adquirido y no deliberado, sino dado y espontáneo.
Valemos
Esto se sustenta en que nuestra existencia es querida en sí misma. Es decir, lo que somos es valioso porque lo es: no es la suma de muchos amores la que le da valor a nuestro ser.
El amor a nosotros mismos se sostiene en la existencia de lo bueno, de lo bello y de lo verdadero, virtudes que se entienden y se viven más allá de nuestros sentidos: yo soy bueno, bello y verdadero: tendría que transgredir con brutal violencia mi ser para que quede muy poco rastro de ello.
Sin embargo, todos cargamos con esos dolores imaginarios que nos hacen cada vez más difícil vivir este amor: “muy baja, muy fea, muy tímida, muy…”.
Perdemos demasiado tiempo en querer ser como los demás o en realizar nuestra individualidad.
Pero el paso del tiempo nos va descubriendo que ser como somos está bien y que nuestra originalidad se encuentra en el amor de Dios que nos renueva cada día.
En vez de centrarnos en lo que nos ata, busquemos, por el contrario, lo que nos libera.
8 cosas que debes hacer para quererte
- Sé tu prioridad, no la única, pero sí una importante: preocúpate por lo que comes, por la calidad de tu sueño, por tus ratos de descanso, por el entorno en el que te encuentras, por las personas con las que te relacionas.
- Escucha con atención lo que hay en tu interior: lo que sientes, lo que piensas, lo que experimentas. Cuando te bloquees para escucharte o juzgues tus pensamientos o tus sentimientos, te estás auto-abandonando: no lo permitas.
- Sé amable contigo: no te concentres en los errores, no te castigues por ellos. La culpa y la vergüenza nunca traen nada bueno. Acude siempre a la misericordia.
- Mírate con ojos de amor como te ve Dios: haz el ejercicio de mirarte a ti mismo con la misma ternura con que te miraría tu Padre. Descubrirás que nadie es odioso, que desde cualquier modo de ser se puede saltar a la felicidad.
- Crea un espacio sagrado para ti: crea un espacio en el que experimentes seguridad, en el que puedas estar contigo mismo y con el espíritu de Dios que habita en ti.
- Nútrete: pero de lo que te fortalece desde dentro, de los alimentos que nutren tu cuerpo y de los pensamientos que nutren tu alma.
- Respeta tus tiempos: respeta el momento en el que estás y el tiempo que te lleva aprender. Muéstrate respeto y compasión en cada espacio de tu vida.
- Celébrate: reconoce los momentos que eliges el amor sobre el miedo. Reconoce los pasos que das cada día.
Tómate el tiempo para entender lo que es verdadero, bello y bueno, en ti y para ti, y hazlo tuyo.
Un tesoro para regalar
“Ahora voy a aclarar que cuando hablo de «ser fiel a sí mismo» no lo confundo con «encerrarse en sí mismo».
Pasarse la vida ante el propio espejo termina siempre llevando al odio hacia nuestra alma. Lo que no se airea se pudre. (…)
Es cierto que al entregarnos a otros nos llevamos bastantes batacazos. Pero también descubrimos que en el mundo hay mucha más comprensión y mucho más amor del que nos imaginamos. Encontrarlo es a veces un milagro. Pero por fortuna los milagros existen” .
Martín Descalzo
Solo si te posees podrás darte. Recuerda que somos «para» los demás o para algo. Ser para pensar solo en ti y para hacerte feliz a ti es poquita cosa.
Luisa Restrepo, Aleteia
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