Vivimos en una sociedad que a menudo glorifica la productividad, la rapidez y la multitarea. En este contexto, el estrés parece ser una parte inevitable del día a día. Sin embargo, cuando este se vuelve constante y prolongado, se convierte en estrés crónico, un estado que puede afectar gravemente nuestra salud física, emocional y mental.
Primero: ¿qué es el estrés crónico?

Antes, es necesario entender que el estrés no es malo en sí, ya que es parte del ser humano. Nos ayuda a evitar el peligro. Cuando el estrés se vuelve parte de tu rutina diaria, y no te deja progresar de manera sana ya que todo el tiempo estás en un sistema de alerta, es ahí cuando ya no es normal y brincamos al estrés crónico.
Éste es una respuesta prolongada del cuerpo a factores estresantes constantes, como problemas laborales, dificultades económicas, relaciones conflictivas o preocupaciones de salud.
A diferencia del estrés agudo, que es una reacción inmediata y temporal ante una situación puntual, el estrés crónico persiste con el tiempo y puede pasar desapercibido hasta que sus efectos se vuelven incapacitantes.
Señales de alerta: ¿cómo saber si lo estamos viviendo?
El estrés crónico no siempre se manifiesta de manera obvia. Muchas personas lo experimentan durante años sin identificarlo como tal, por lo que debes tener cuidado. La revista National Geographic, publicó en un estudio que:
"Mientras que algunas personas recurren a la comida cuando están estresadas, otras comen demasiado o recurren al alcohol y las drogas para sobrellevar la situación. Estos comportamientos pueden poner aún más en peligro tu salud".
Estas son algunas señales comunes:
- Cansancio persistente, incluso después de descansar.
- Irritabilidad o cambios de humor frecuentes.
- Problemas de sueño, como insomnio o sueño no reparador.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Dolores físicos inexplicables, como tensiones musculares, dolores de cabeza o problemas digestivos.
- Desinterés por actividades que antes eran placenteras.
- Cambios en el apetito, ya sea comer en exceso o pérdida de apetito.
- Sensación constante de preocupación o agobio.
Consecuencias del estrés crónico
El impacto del estrés prolongado puede ser profundo. A nivel físico, puede contribuir a enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes tipo 2 y debilitar el sistema inmunológico. En el plano emocional, puede aumentar el riesgo de ansiedad, depresión y agotamiento emocional (burnout). Además, puede afectar la calidad de nuestras relaciones personales y laborales.
¿Qué podemos hacer para controlarlo?
Aunque no siempre se pueden eliminar los factores estresantes de la vida, sí es posible cambiar la forma en que los enfrentamos y cómo reaccionamos. Aquí algunos pasos clave para manejar el estrés crónico:
1Reconocimiento y aceptación
El primer paso es identificar que estamos bajo estrés crónico. Validar lo que sentimos es fundamental para buscar soluciones.
2Cuidar el cuerpo
Dormir bien, alimentarse de forma balanceada y realizar actividad física regularmente, por lo menos 30 minutos al día ayuda a regular el sistema nervioso y reducir el impacto del estrés.
3Técnicas de relajación

La oración, la respiración profunda, meditación del evangelio o simplemente apreciando la naturaleza, son herramientas eficaces para calmar la mente y el cuerpo.
4Establecer límites
Aprender a decir "no" y evitar sobrecargarse es clave. También es importante reservar tiempo para uno mismo y para actividades que generen bienestar.
5Revisar nuestras prioridades
A veces, vivir bajo presión constante tiene que ver con expectativas poco realistas o autoexigencias desmedidas. Reorganizar nuestras prioridades y cultivar una actitud más compasiva con uno mismo puede marcar la diferencia.
6Buscar ayuda profesional
Cuando el estrés rebasa nuestro bienestar emocional, físico y espiritual, impidiendonos llevar una vida más plena, puedes buscar la ayuda de un buen terapeuta que pueda ayudarte a recuperar tu paz.
Finalmente, recuerda que el estrés crónico no es una debilidad ni algo que debamos ignorar. Es una señal de que algo en nuestra vida necesita atención.
Karen Hutch, Aleteia
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