
Algunos cónyuges coinciden en decir: "Verdaderamente no sabemos cómo resolver nuestra difícil crisis". Lo dicen como si hubieran contraído una grave enfermedad incapacitante, y más que nada se refieren a su incapacidad para ponerse de acuerdo en el modo de enfrentar los problemas.
Lo cierto es que las crisis son ineludibles en la vida matrimonial, y solo son positivas cuando dos voluntades que se han unido para cooperar en el logro de objetivos necesarios para la felicidad de ambos, no se enfrentan con posturas cerradas a la hora de las diferencias.
Causas de las crisis

Las siguientes causas y su consecuente crisis pueden en vez de vida, generar muerte, cuando anticipan una visión depresiva y precipitada del posible fracaso.
1La negatividad
"Es que ya no sabemos si seguir adelante, todo es tan difícil entre nosotros. Tiempo después se han separado".
No es que hayan acertado, sino que sus previsiones las terminan fabricando ellos mismos, pues antes que buscar el "como si" se contagian su pesimismo, convirtiendo en realidad sus enfermizos augurios. Existe una predisposición a darse por vencido y "la peor lucha es que la no que no se hace".
2El orgullo
"Es que no comprende ni valora lo mucho que he hecho por él".
El orgullo por el que él o ella piensa que es quien pone la mejor parte, no aceptando errores, carencias o defectos. Con la idea de "quién como yo" se digieren mal los éxitos y peor los fracasos: ¿quién puso más?, ¿quién puso más amor, ternura y comprensión...?
Ni que decir, que el que lleva la cuenta del amor en sus propios términos se encuentra siempre acreedor. De este modo, ocurra lo que ocurra, ya haga la otra parte lo que haga, quien lleva las cuentas siempre estará convencido de que está haciendo un mal negocio, y así, el mismo se convierte en una fuente inacabable de crisis que pueden acabar con el matrimonio y la familia.
3Competir
"Mi esposa y yo discutimos por todo y terminamos midiendo fuerzas".
Las crisis se resuelven o truncan el matrimonio ante dos actitudes: se coopera y se logra armonizar o se compite en un precario equilibrio de fuerzas en el que uno de los dos termina perdiendo (en realidad pierden ambos).
4La ignorancia

"Aunque no me consta, mi marido ha de ser infiel, así son todos los hombres".
El desconocimiento de lo positivo en la naturaleza del ser personas como varón o como mujer, son muchas veces residuos de una mala educación que hacen un gran daño en las necesarias e intensas relaciones entre hombre y mujer, marido y esposa, padre y madre.
5la subcultura
"Comadre, sé que no vio el último capítulo de nuestra telenovela favorita, pero le cuento que por fin Alfredo se liberó, dejo a la amargosa de su mujer y le dio el sí a su fiel secretaria. Ya era justo."
La subcultura que presenta a la imaginación popular una idea esperpéntica del hombre y de la mujer, de los maridos y las esposas, de los padres y de los hijos extraídos de la novela, el cine o la televisión llena de tópicos y generalizaciones. Cuando la vida, el talante o el rol del otro no coincide con la idea desajustada que tenemos del como debiera ser, la crisis está servida.
Madurar como matrimonio
No aprende el esposo que cree resolverlo todo si da mucho a su mujer y a sus hijos ante una crisis de comunicación; la madre que se fabrica una aureola de abnegación y sacrificio para que la veneren y la obedezcan ante una crisis de autoridad; la esposa que espera que únicamente su cariño saque a flote sus errores no admitidos y resueltos en una crisis de afectividad con el esposo y los hijos… entre tantas actitudes equivocadas.
Es por eso que en la tarea de resolver conflictos y madurar, el amor no suple a la verdad, la necesita.
Orfa Astorga, Aleteia
No hay comentarios:
Publicar un comentario