Hay algo especial en mayo. En el aire, en las flores, en la luz suave que lo envuelve todo. Y no es casualidad que este sea el mes de María. Porque cuando la Iglesia le dedica un tiempo a Ella, no lo hace por protocolo: lo hace por amor.
María no es una figura lejana, inalcanzable o solemne. Es Madre. Y como toda madre buena, sabe estar cerca, consolar sin palabras, entender lo que no decimos, sostenernos sin hacernos ruido.
Este mes es una oportunidad para renovar nuestro cariño por Ella. Para rezar el rosario con más corazón, para hablarle con confianza, para volver a poner nuestra vida en sus manos como hijos pequeños que no necesitan saberlo todo para sentirse seguros.
No hace falta saber mucho de teología para amar a María. Basta con dejarse mirar por Ella y decirle, como tantas veces en la historia de la Iglesia: "Ruega por nosotros".
📌 Preguntas para reflexionar:
¿Cómo puedes demostrarle tu cariño a la Virgen este mes?
¿Hace cuánto no la invocas con ternura, como lo haría un hijo pequeño?
¿Qué flor del alma —oración, sacrificio, silencio, agradecimiento— puedes ofrecerle hoy?
(catholic-link.com)
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