miércoles, 21 de mayo de 2025

Iba a ser fusilado por los nazis, se salvó y quiso ser cura... se ordenó viudo medio siglo después

Kicman presenció con apenas siete años la terrible masacre nazi de Wola, en Varsovia (Polonia)

Stanisław se acurrucó lo más cerca que pudo de su madre y le preguntó con angustia:
"¿Qué nos van a hacer?".

El polaco Stanisław Maciej Kicman estaba destinado a ser sacerdote, pero el camino que siguió hacia su vocación fue de todo menos lo que viene siendo convencional. El portal National Catholic Register acaba de contar su historia. 

Nacido en una familia católica polaca en 1937, Stanisław tenía dos años cuando Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939. Lo que siguió a este acontecimiento fueron años de brutal ocupación marcada por el terror, el trabajo forzado y los asesinatos de judíos en masa.

Fusilados por los nazis

Durante la ocupación alemana, el padre de Stanisław, Czeslaw, y su madre, Monika, fueron miembros activos de la Resistencia Polaca, el movimiento de resistencia más grande y más efectivo en la Europa ocupada por Alemania.

El 1 de agosto de 1944, el Ejército Nacional Polaco, del general Tadeusz Bór-Komorowski, se levantó contra los alemanes en Varsovia. Los polacos se sincronizaron con los soviéticos, que habían hecho retroceder al ejército alemán hasta el río Vístula. Bór-Komorowski era consciente de que sus fuerzas solo podrían mantener la iniciativa unos días hasta que los soviéticos, que avanzaban, cruzaran el Vístula.

Stanisław de niño y celebrando misa, ya de sacerdote.NCR

Pero nada de esto sucedió. Los soviéticos se empeñaron en instaurar un gobierno comunista en Polonia, detuvieron su ofensiva, lo que permitió a los alemanes matar a una gran parte de la población polaca y arrasar la capital.

Durante el levantamiento de Varsovia, Stanisław y su madre fueron separados de su padre, quien fue hecho prisionero por los alemanes y enviado a Hersbruck, un subcampo del campo de concentración de Flossenbürg.

Por su parte, Stanisław y su madre estaban en Wola, un barrio residencial de Varsovia, donde los alemanes perpetraron una terrible masacre en la Segunda Guerra Mundial. Los aviones bombardearon y ametrallaron la zona, mientras los soldados alemanes y los miembros de las SS disparaban contra hombres, mujeres y niños desarmados. Los cuerpos sin vida eran apilados en enormes piras y prendidos fuego.

Las balas no te harán daño

Las SS asesinaban, saqueaban y violaban a las gentes de Wola. Éste fue el infierno que Stanisław y su madre tuvieron que vivir cuando fueron obligados a punta de pistola, junto con otras mujeres y niños, a reunirse en las inmediaciones de una iglesia católica local.

"A las mujeres y a los niños les dijeron que se arrodillaran y que levantaran las manos cruzadas sobre la cabeza. Frente a nosotros había una ametralladora", recordaba Monika Kicman.

Stanisław, que tenía 7 años, se acurrucó lo más cerca que pudo de su madre y le preguntó con angustia: "¿Qué nos van a hacer?". Monika lo atrajo hacia ella y, entre lágrimas, le respondió: "Las balas no te harán daño, hijo mío".

Su madre llevaba un rosario colgado del cuello: "Era imposible entender mis oraciones. Solo repetía: '¡Ave María! ¡Ave María! ¡Ave María!'". Esperaban la muerte, cuando Monika giró la cabeza y vio a un oficial de las SS que ordenaba al ametrallador que abandonara su puesto. Luego, indicó a las madres y niños que se pusieran de pie y entraran en la iglesia.

Los alemanes expulsaron, después, a las mujeres y a los niños de la iglesia, mientras Stanisław y Monika fijaban su mirada en el Vía Crucis, que representaba la tercera caída de Jesús. "Sentí una sincera esperanza en la misericordia de Dios", decía Monika.

En cuestión de horas, Stanisław y su madre viajaban en un tren con destino a Alemania. Monika terminó trabajando en una fábrica de municiones alemana. Los dos se alojaron con una amable familia alemana cerca de Hannover hasta la llegada de los soldados estadounidenses.

Las traumáticas experiencias vividas en Wola, en 1944, transformaron profundamente al joven Stanisław. "Estos recuerdos permanecerán conmigo hasta el final de mi vida", aseguraba el sacerdote polaco. Cada 1 de agosto, desde 1944, honraba a las víctimas del levantamiento de Varsovia con un momento de oración.

Sus vivencias de la guerra lo convencieron de que debía hacerse sacerdote. Entró en el seminario y, los domingos, cantaba en el coro de una iglesia local, donde conoció a Czeslawa. Se enamoraron y, con el tiempo, él discernió una vocación diferente: el matrimonio

Un hombre de Dios

Se salió del seminario y se casó con Czeslawa, y juntos criaron a dos hijos. A lo largo de sus 53 años de matrimonio, fue un devoto católico que enseñaba catecismo en el liceo local (escuela secundaria). Cuando Czeslawa murió, en 2012, el llamado al sacerdocio regresó a su vida.

Completó sus estudios en el Seminario Teológico de Varsovia y pasó la mayor parte de sus siete años de sacerdocio en la iglesia de San Esteban en Raszyn, un suburbio de Varsovia.

El Padre Kicman era conocido por sus homilías, que estaban entrelazadas con sus experiencias como marido, padre y abuelo. Siempre se formaban largas colas de personas para que pudiera confesarles. Visitaba con frecuencia las cárceles y muchos se sentían atraídos por este hombre de Dios, alegre y, a la vez, profundo, incluso algunos se convertían a la fe católica. 

Kicman, que padecía una enfermedad cardíaca, tuvo que ser hospitalizado varias veces. En una de ellas, lo acompañó un amigo de su sobrino, que era testigo de Jehová. Quedó tan impresionado con el sacerdote que quiso volver a verlo. Tras su segunda visita, se convirtió al catolicismo. El padre Stanisław Maciej Kicman falleció el 16 de abril de 2021.

ReL

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