lunes, 10 de marzo de 2025

Louis, pronto bautizado: “La gracia de los catecúmenos es que reciben una llamada a seguir a Cristo”

 

“Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” Estas palabras están siendo preparadas por miles de catecúmenos en todo el mundo para escucharlas en la noche de Pascua cuando recibirán el bautismo. A lo largo de la Cuaresma, Aleteia te cuenta la historia de estos hombres y mujeres que están felices de convertirse en hijos de Dios. Hoy, Louis habla de su larga búsqueda de significado. “Ya no busco a Dios, estoy con Él o Él está conmigo, pero nunca estoy solo. He encontrado un confidente y un amigo”

"Como el ciervo sediento busca el agua viva, así mi alma te busca a ti, Dios mío. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo podré presentarme ante Dios?" (Sal.41) Louis también lleva mucho tiempo buscando a Dios. Aunque llegó tarde a la fe, este antiguo militar, que ahora dirige su propia consultoría de metrología, está orgulloso de haber elegido ser católico. "Tengo suerte de haber hecho esta profunda elección. La gran gracia de los catecúmenos es recibir esta llamada vibrante a seguir a Cristo", explica a Aleteia. "Nunca lo creí hasta que lo sentí de verdad". Tras años de camino, Louis se prepara para ser bautizado en Pascua, a la edad de 53 años.

Louis, nacido Karim, es fruto de un matrimonio mixto entre un tunecino de tradición musulmana y una vandeana de tradición católica. Aunque fue educado durante parte de su vida por sus abuelos católicos, más bien conservadores, no fue bautizado ni asistió a Misa, como él mismo recuerda: "Aunque no era ajeno a la fe católica, no la conocía realmente. Tener un padre musulmán y una madre cristiana me llevó a una especie de flexibilidad, mientras crecía en una ciudad comunista (Bègles, nota del editor) donde el ateísmo era fuerte".

No tengo miedo de abandonar mi fe, sino de no poder estar a la altura de ese amor en el tiempo que me queda de vida. ¡Ojalá pudiera dar una milésima parte de lo que Él hace por mí!

Sin embargo, a los 21 años, Louis tuvo su primer encuentro con Dios. Fue tan fugaz como poderoso. Durante un curso de comando en la montaña, cerca de Barcelonnette, Louis se encontró con sus compañeros en una cresta. Frente a la inmensidad, en el techo de esos Alpes de dientes cincelados, el joven quedó prendado.

"Sentí algo indefinible. Me sentí grande y pequeño al mismo tiempo. Sentí que no estaba solo. Más tarde, me di cuenta de que por fin había tenido mi primer contacto con Dios".

Pero a Dios le gusta tomarse su tiempo. Su propio tiempo, que no tiene otra medida que la eternidad. Es el dueño de las circunstancias.

El segundo encuentro no tendría lugar hasta veinte años más tarde. Louis estaba en Túnez, donde atravesaba "una gran agitación interior" ligada a un corazón roto. "Me sentía perdido, atravesaba una especie de crisis y necesitaba volver a centrarme", recuerda.

Con una asociación, partió de Cartago para trazar un camino de peregrinación (la Vía Augusta, tras las huellas de san Agustín). Durante quince días, caminó junto a monjas con las que compartió reflexiones y experiencias. Entonces, frente al baptisterio de una basílica abandonada, se produjo la explosión. "Fue entonces cuando lo supe. Supe que esto era lo que estaba buscando; que por fin había encontrado a Dios".

Aunque está casado con una musulmana, que tampoco es practicante, Louis se mostraba receloso ante la reacción de quienes le rodean. "Tenía miedo al rechazo. Me daba mucho miedo, sobre todo que la gente me viera de otra manera. Pero mi mujer me apoyó mucho, y fue ella quien me ayudó a solicitar el bautismo", confiesa.

Bautizado para dar testimonio

Cuando Louis fue a Misa por primera vez, tuvo una experiencia casi mística. "Cuando terminó la Misa, no podía salir de la iglesia", recuerda. "Era como si estuviera atornillado a mi silla, y me quedé petrificado por la grandeza de lo que acababa de vivir. Era como un recién nacido que acaba de salir del vientre de su madre, dejar la iglesia me producía una especie de desgarro. Pero por fin estaba completo. Me invadió una profunda alegría interior. Tras año y medio de catecumenado, Louis afirma que su conversión le ha "tranquilizado" y no oculta su impaciencia por recibir el sacramento del bautismo, para el que ha elegido su nuevo nombre de pila. "Ya no busco a Dios, estoy con Él, o más bien Él está conmigo, pero nunca estoy solo. He encontrado un confidente y un amigo".

A pocas semanas del día tan esperado, Louis afirma que se fortalece "día a día" en su fe. Su único temor: no tener tiempo suficiente en esta tierra para dar testimonio. "Recibir el mensaje de Dios es una gran gracia, pero hay que compartirlo, de lo contrario todo está perdido. No tengo miedo de abandonar mi fe, sino de no poder estar a la altura de ese amor en el tiempo que me queda de vida. Si pudiera dar una milésima parte de lo que Él hace por mí".

Cécile Séveirac, Aleteia 

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Cómo el tiempo de Cuaresma está relacionado con el Bautismo

 

La Iglesia teje, a lo largo del tiempo de Cuaresma, muchos símbolos que nos recuerdan nuestro Bautismo y ayudan a preparar a los que van a ser bautizado

Aunque normalmente solo asociamos el tiempo de Cuaresma con diversos sacrificios -y la ingesta de pescado los viernes- hay mucho más en este tiempo de lo que parece.

De hecho, un aspecto de la Cuaresma que podemos pasar por alto es su profunda conexión con el sacramento del Bautismo.

Esto se acentúa para los que se preparan para ser bautizados en la Vigilia Pascual, ya que la Cuaresma marca la etapa final de la preparación para el sacramento.

Al mismo tiempo, la Cuaresma puede recordar también a quienes ya han sido bautizados sus deberes y la necesidad de una renovación interior.

Cuaresma y bautismo

El Papa Benedicto XVI comentó este simbolismo espiritual durante una audiencia general en 2011:

Los domingos de Cuaresma… nos introducen en la experiencia de un itinerario bautismal, casi como si recorriéramos el camino de los catecúmenos, de los que se preparan a recibir el Bautismo, para reavivar en nosotros este don y para que nuestra vida recupere el sentido de las exigencias y de los compromisos de este sacramento que está en la raíz de nuestra vida cristiana.

Explica cómo cada domingo está relacionado con un aspecto diferente del Bautismo.

Por ejemplo, el primer domingo de Cuaresma recuerda cómo todos debemos rechazar y renunciar a Satanás antes de bautizarnos:

El Primer Domingo de Cuaresma, conocido como el "Domingo de la Tentación" porque presenta las tentaciones de Jesús en el desierto, nos invita a renovar nuestra adhesión definitiva a Dios y, para permanecer fieles a Él, a afrontar con valentía la lucha que nos espera.

El Papa Benedicto XVI describe cómo cada uno de los domingos siguientes corresponde al misterio del Bautismo y a los diversos símbolos que lo rodean:

En los domingos siguientes, el Bautismo se presenta en imágenes de agua, luz y vida. El tercer domingo nos hace encontrar a la Samaritana (cf. Jn 4,5-42). Como Israel en el Éxodo, también nosotros hemos recibido en el Bautismo el agua que salva; Jesús, como dice la samaritana, tiene agua viva que sacia toda sed; y esta agua es el Espíritu mismo. En este domingo la Iglesia celebra el Primer Escrutinio de los catecúmenos y durante la semana les presenta el Credo: la profesión de fe.

A medida que transcurre el tiempo de Cuaresma, trata de prestar más atención a las lecturas de la Misa y fíjate si puedes reconocer la conexión entre la Cuaresma y el Bautismo.

Aunque no te estés preparando para tu Bautismo, es importante que nos preparemos para renovar nuestras promesas bautismales.

Aunque tendemos a centrarnos únicamente en la Cuaresma como una temporada de muerte y de morir a uno mismo, es más bien una temporada centrada en la renovación y el renacimiento.

Dios nos invita a morir al mundo para que podamos renacer como hijos de Dios. La Cuaresma trata de la nueva vida y no simplemente de la muerte.

Philip Kosloski, Aleteia

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la cuaresma y la pascua