Ser mejor cada día inicia como un propósito que vale la pena seguir con firmeza hasta conseguir, con disciplina, aquello por lo que trabajamos
Es muy común que todos tengamos roces y dificultades en la interacción con algunos miembros de nuestra familia, y por eso mismo, es importante que sepas qué cosas debes evitar para no complicarlas aún más. Con estas tres recomendaciones básicas será más sencillo iniciar el año cumpliendo este propósito de mejorar tus relaciones con los demás.
A
EVITA DISCUSIONES
Una primera recomendación es el evitar a toda costa las discusiones, ya que esto es caer en la confrontación de egos y crear una polémica negativa, que no conduce a nada más que a sacar nuestro orgullo, y muchas veces lo peor de nosotros mismos.
El mundo no hay que verlo como un debate entre tu y yo; como «estas conmigo o en contra de mí, o me apoyas o te opones». Muchas personas quieren reducir la vida a dos polos opuestos. Y la realidad no es así. Son simples opiniones, cada quien tiene la suya.
El respeto es una fórmula que nos permite dejar ser a nuestro familiar, sin ningún tipo de acoso ni insistencia para que cambie su punto de vista y acabe por estar de acuerdo con lo que pensamos.
Es importante dejar que fluya, que sea como quiere ser, pues el mundo no es blanco y negro -o bueno y malo- de manera tajante y sin comprensión alguna. Sí existe el bien, la verdad, la belleza, pero no somos los jueces de nuestros familiares. Estamos juntos para tratar de vivir en armonía y sin estar evaluando lo que hacen bien o mal; eso no te corresponde y suele ser uno de los motivos más frecuentes para entrar en discusiones.
Buscamos demostrar quién tiene la razón, o ver si lo que recordamos que pasó es lo correcto o está equivocado. Así que tratemos de eludir las discusiones y respetemos la opinión de nuestros seres queridos con una actitud positiva y de comprensión.
B
DETÉN LAS CRÍTICAS
Una segunda recomendación es dejar de criticar lo que hacen o dejan de hacer y, con ello, no entrometernos en la vida de los demás para ocuparnos más en la nuestra, sin estar vigilantes y curiosos de la vida de ellos.
Criticar no es nada constructivo ni se desprende de una actitud positiva, suele ser hasta desagradable. Es tan común estar hablando mal de los demás y fijarse en lo que visten o hacen, lo cual lleva a tener una actitud de cierto desprecio y malestar por la manera en que hacen las cosas que no nos parecen. Se llega hasta a estar enojados y frustrados porque hacen las cosas de una manera tan diferente.
Lo peor del caso es que no se queda solo en criticar, sino que de allí se desprenden las ganas de decírselo y hasta de quererlos corregir; y entonces surge la actitud de mando o dirección, de querer controlar y señalar cómo se deben de hacer las cosas. Desde luego que eso provoca irritación y enfado en los demás, y regularmente se inicia un lucha constante por uno querer influir en el otro. Esto fácilmente lleva a una polémica y muchas discusiones.
Es mucho mejor no criticar y dejar ser a tus seres queridos sin ponerte en la posición de mando y sin querer dirigirlos para que se hagan las cosas como a ti te parecen, pues cuando no lo hacen, lo más usual es criticar y hablar mal de ellos.
C
FRENA LAS AGRESIONES
Una recomendación muy importante es la de tomar consciencia de tus niveles de agresividad, pues resulta que -sin darnos cuenta- adoptamos una posición a la defensiva y contestamos de mal modo; o pedimos las cosas hasta exigirlas de una manera demandante y altanera.
Además, fácilmente llegamos a creer que son los demás los que están agresivos con nosotros y la realidad es que tan solo están reaccionado al trato que reciben. En estos casos la persona agresiva eres tú y no lo quieres reconocer (y sin reconocerlo no habrá un cambio), por ello, es importante que hagas una reflexión y tomes en cuenta que tus actitudes y modos de pedir las cosas no son amables al ser demandante.
Otra forma de agresividad muy frecuente es la de tipo pasivo, es decir, que parece que no haces nada, pero en el fondo tu actitud displicente, desinteresada -y hasta con conductas de desprecio- hace saber que no te importa ni te interesa el otro, su vida o lo que haga con ella. Esto también un acto de agresividad, pues estás tan centrado en tus asuntos y tu ego, que a los demás ya nos los incluyes ni tomas en cuenta.
Si quieres mejorar tus relaciones con todos tus seres queridos durante este año que apenas comienza, procura no discutir, no criticar y no agredir. Al menos intentarlo por amor.
Guillermo Dellamary, Aleteia
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