sábado, 17 de febrero de 2024

¡Leer a los Santos Padres!


 

Hemos entrado ya en la cuaresma. Un año más, tenemos por delante unos días de gracia para preparar nuestra alma a la unión con Dios y revivir a la luz de la Pascua después de tomar la cruz y subir con Cristo hasta el Calvario. Todos los años son iguales, pero cada año trae una novedad, así hemos de vivir los cristianos, con la mirada puesta en Jesús, el que nos muestra el camino hacia el Padre. Algunos años he tenido de fondo la Subida del Monte del Carmelo de mi padre San Juan de la Cruz para caminar con decisión hasta la meta de la cuaresma, tanto a nivel personal como dando algún retiro para ayudar a otros que quieren vivir a fondo este tiempo de gracia. Todo ayuda para ensanchar el alma y dejar a Dios hablar al corazón. La Noche oscura también nos puede servir como guía para purificar todo desde el amor de Dios y alcanzar la luz de la Resurrección al final del camino. Y así podríamos ir poniendo otras muchas obras espirituales muy buenas como faros para orantes en camino.

Este año ha sido diferente, desde los pasados ejercicios espirituales, he empezado a acercarme más a otros santos padres que no son Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, los fundadores del Carmelo Descalzo, sino los que reciben la herencia de los apóstoles y transmiten todo a la siguiente generación, y así, con el paso de los siglos, llegar hasta nosotros. Hablo de San Clemente de Roma, San Ignacio de Antioquía, San Policarpo de Esmirna y todos aquellos que tanta doctrina nos han dejado en sus escritos y también en sus propias vidas. Luego llegan otros que completan el camino iniciado por estos primeros. Es un auténtico regalo para el alma leer a  Orígenes, San Basilio, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo,  San León Magno, San Juan Damasceno… Acercarse a estos gigantes de la vida espiritual estremece. Sí, eso pasa al leer las Cartas de San Ignacio de Antioquía camino de su martirio en Roma, o la fuerza de San Clemente en su Carta a los corintios, o el vivo relato del Martirio de Policarpo, o la maestría de San Juan Crisóstomo en sus Homilías sobre San Mateo…  Ha sido como volver a los años de estudio de la teología donde hay una asignatura concreta dedicada a presentar sus ejemplares vidas y obras, Patrología. Guardo grato recuerdo de aquellas clases y de modo especial del profesor. Y rememorando a otro padre de la Iglesia como San Agustín, me decía “tarde he amado a estos padres, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde los he vuelto a encontrar. Estabais esperando y yo sin darme cuenta,  estaba fuera, buscando otros caminos para llegar al corazón de Cristo”.

Además se suma que los mismos místicos del Carmelo también acuden a ellos en sus escritos. Santa Teresa nos habla de las Confesiones de San Agustín, los Morales de San Gregorio y las Cartas de San Jerónimo como fundamento de su vida espiritual en los albores de su vocación religiosa. Al leer a San Juan de la Cruz, entre sus escritos encontramos citas sobre todo de San Gregorio Magno con sus Homilías de los evangelios y sus Diálogos así como La ciudad de Dios y los Soliloquios de San Agustín, que engrandecen lo que fray Juan escribe hablando del amor de Dios.

Ante todo esto, al llegar el retiro de cuaresma de la adoración nocturna riojana, decido presentar a los adoradores un camino de encuentro con Jesús Eucaristía a partir de la Carta de San Clemente a los corintios y la Carta de San Policarpo a los filipenses. La primera nos ayuda a vivir la cuaresma como lo que es, un combate espiritual donde son necesarias las armas espirituales, hay una compañía especial, se ha de tener en cuenta el modo de la lucha y saber que la meta es la gloria del Padre. Además nos deja muchas advertencias para ser más provechosa nuestra vida espiritual. Si pasamos a San Policarpo, nos ayuda a prepararnos a la eucaristía como la mejor manera para vencer las tentaciones del demonio. Vivir la misa creyendo quién es realmente Cristo, esperando en la resurrección y recordando todo lo que nos ha dicho a lo largo del Evangelio, nos sirve de entrada al combate cuerpo a cuerpo contra el que quiere apartarnos del amor divino. Contemplar a Cristo en la Cruz, reconocer que todo lo ha hecho por nosotros, por nuestra salvación, e imitar su paciencia, es la táctica que nos hará vencer siempre frente todo aquello que nos impide entrar en el Corazón de Cristo que derrama toda su Sangre en la Cruz.

Por eso lo mejor ahora es ponerse ya en camino y hacer caso a San Clemente para no perder el tiempo y llegar cuanto antes a nuestra meta. ¡Comenzamos! ¿Cómo? Es fácil, aquí está el plan: Rezar. Adorar. Caminar. Resistir los ataques. Amar. Y dejarse amar. Así nuestra vida será otra “pues estamos en la misma arena y nos apremia el mismo combate. Abandonemos las preocupaciones vanas y necias y recurramos a la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición. Veamos qué es lo bueno, qué lo agradable, qué lo aceptable en presencia de nuestro Creador. Fijemos los ojos en la Sangre de Cristo y conozcamos qué preciosa es a Dios, su Padre, pues al ser derramada por nuestra salvación, llevó a todo el mundo la gracia de la conversión. Recorramos todas las generaciones y conozcamos que de generación en generación el Señor ofreció ocasión de conversión a los que deseaban convertirse a Él” (Carta San Clemente a los corintios 7,3-5).

¡Ante esta muestra escogida no hay marcha atrás! ¡Nos espera Cristo! ¡Está deseando que tomemos la cruz! ¡Sigamos con Él por el camino que nos ha preparado! ¡No vamos solos! ¡Tenemos una compañía singular! ¡Llega la hora! ¡Empecemos ya! ¡Se acerca la Pascua! ¡Hay que leer a los Santos Padres!

Sólo Dios basta, ReL


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