viernes, 29 de septiembre de 2023

De Perú a Suecia


 

¿Cómo es vivir la fe en un país donde la mayoría no cree en la religión? La numeraria del Opus Dei, Monick Tello, lleva 18 años experimentando las dificultades y alegrías de crear comunidad católica en Suecia.

En una entrevista con ChurchPOP, Monick contó cómo llegó a vivir en Estocolmo y el reto que significa ser católico en un país donde, según datos de Ipsos Global Advisor, el 50% de la población declara no tener religión.

De Perú a Suecia

Monick nació y creció en Perú, en una familia católica practicante. Sus padres fallecieron cuando ella era joven, pero dejaron una semilla fuerte de fe en Monick y sus 6 hermanos. Estudió comunicaciones en la Universidad de Lima y vivió varios años en Chile, donde conoció al Opus Dei.

“Cuando estuve en Chile, por esas casualidades de la vida, conocí a una agregada que me enseñó un poco, y la verdad, yo creo que quizás desde muy joven siempre andaba buscando algo, pero sin saber qué”, agregó.

Monick señaló que en Perú tuvo una experiencia de discernimiento vocacional, pero, a pesar que la vida religiosa le encantaba, sabía que ese no era su camino.

“Me gustaba mucho esa vida de contemplación, de oración y de trabajos de voluntariado, entonces ya con todo ese bagaje de vida, me fui a Chile, ahí conocí al Opus Dei y me di cuenta que, de algún modo, sí que era lo que yo buscaba, porque era como buscar a Dios en lo ordinario, en lo de cada día”, remarcó.

Poco tiempo después, regresó a Perú, donde decidió entrar en la obra. Pasó dos años en Lima, luego viajó a Cañete, donde trabajó en temas de voluntariado, algo que la apasionaba desde niña.

“Cuando tenía 14, 15 años, mis padres no querían que me fuera a La Victoria (Perú), que era donde estaba la casa de la Madre Teresa, donde había muchos lugares pobres, y yo me escapaba para ir, porque el voluntariado siempre me ha traído muchísimo”, señaló.

Luego de 3 años en Cañete, fue a Roma a estudiar filosofía y teología, ahí el obispo prelado la animó a ayudar a la labor del Opus Dei en Suecia, una invitación que aceptó.

Monick en el Congreso Internacional de Universitarios en Roma en 1999. Créditos: Monick Tello

Ser católica en
Suecia

Con casi 18 años viviendo en Suecia, Monick ha pasado por todo un proceso de adaptación.

“Tú llegas aquí y dices: ‘voy a conquistar el mundo, ahora yo evangelizo a todo mundo, y todo mundo va a ser católico’, después te das cuenta que eso es otro romance”, indicó.

La numeraria resaltó que vivir en Suecia no solo ha representado aprender un idioma, sino que ha sido un camino para entender la cultura y el modo de vida del país.

“Definitivamente, aquí no se habla de Dios en la vida ordinaria, porque eso es parte de tu vida privada, y una característica de esta sociedad es que nadie habla de su vida privada, eso es algo muy restringido a ti misma o a un círculo muy muy pequeño cercano a ti”, resaltó.

Entre sus anécdotas, Monick contó cómo una niña preguntó a un compañero de clase que había hecho por Semana Santa, a lo que el niño dio una respuesta preocupante.

“Él dijo: ‘nada, he estado en casa, la playa’”, indicó Monick. “La niña le dice ‘¿no has ido a la iglesia?’ y el niño le dijo: ‘¿qué es la iglesia?’. O sea que ni siquiera sabía reconocer el edificio, no te estoy hablando de una fe, no te estoy hablando de una iglesia concreta, sino el edificio llamado iglesia, no sabía reconocerlo, y eran unos niños de 8 a 9 años más o menos”, lamentó.

Esta anécdota “te da una pauta de lo lejano que es esta sociedad a la fe, a Dios, a la religión, la iglesia es un estorbo, sobre todo la iglesia católica”, agregó.

Monick es catequista de confirmación y a los jóvenes que se preparan para este sacramenteo siempre les indica que los admira.

“Yo a ustedes los admiro porque yo vengo de un mundo en que a la edad de ustedes yo no tenía que defender mi fe, yo simplemente la recibí, la viví, está en mi ADN, jamás me he planteado existe Dios, es la iglesia la correcta, lo que me están diciendo es verdad o no, yo nunca he pasado por ese tipo de preguntas en mi vida a vuestra edad, pero ustedes quizás son el único católico en un colegio de 600 alumnos, y son los únicos que están en contra del aborto, y son los únicos que quieren casarse y vivir bien, eso es admirable, eso a mí me genera orgullo y admiración por ustedes”.
Jóvenes hispanohablantes en Roma. Créditos: Monick Tello

¿Qué puedo hacer cómo creyente en un país donde la comunidad católica es pequeña?

Monick señaló que los católicos suecos enfrentan un gran problema: una iglesia jóven y pequeña.

“Yo he visto cómo mi madre católica educaba a una hija católica, aquí muchas madres jóvenes conversas del luteranismo al catolicismo no tienen idea de cómo educar a sus hijos en el catolicismo porque nunca fueron educados así”, remarcó.

Frente a esta realidad, la numeraria indicó que los católicos extranjeros "estamos llamados a evangelizar y a aportar nuestra fe”.

“Un católico, creo yo, tiene como una característica principal la alegría, más allá de dónde vengas, o de qué cultura”, señaló. “Eso es algo que podemos aportar, nuestra natural alegría, porque la alegría es símbolo de esperanza, si yo tengo esperanza en que algo se soluciona estoy alegre, si no tengo esperanza no la estoy, una alegría que no es precisamente saltar en un pie, pero esa alegría que me lleva al encuentro del otro”, agregó.

Marcela, Monick y más jóvenes del grupo hispanohablante. Marcela se preparaba para realizar la Primera Comunión y Confirmación. Créditos: Monick Tello

Monick animó a los jóvenes a integrarse y dar más de uno cuando lleguen a un lugar distinto, porque la educación católica, poca o mucha, es algo que siempre llevaremos con nosotros.

“Ante todo yo soy iglesia, y eso es una de las cosas que a mí me gusta de la Misa de envío cuando termina la JMJ, me envía el Papa a mí, a mí como persona sola, a Monick, a evangelizar, a dar lo que he recibido, entonces el decir, no, es que como me fui me alejé de la fe porque no había nadie, te aseguro que no es así, me alejé porque de pronto nacieron otros intereses de por medio, pero no porque la iglesia me dejó sola”, remarcó.

 Harumi Suzuki, ChurchPOP






























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