El Papa Francisco aborda un tema tabú en "Amoris Laetitia" y habla de sentido de la decencia y el llamado "sexo seguro".
El papa Francisco, la Iglesia y la educación sexual, ¿un tema «tabú»? ¡En absoluto! El pontífice lo abordó en la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia», ofreciendo algunos consejos para una «correcta» educación sexual.
Desde Aleteia te compartimos siete:
1DONACIÓN MUTUA
Hablando de educación sexual, el Papa es muy consciente de que «es difícil pensar en educación sexual en una época en la que se tiende a banalizar y empobrecer la sexualidad. Entonces solo puede entenderse en el contexto de una educación en el amor, en la entrega recíproca. De este modo el lenguaje de la sexualidad no se empobrece tristemente, sino que se ilumina».
2INFORMACIÓN ADECUADA
El Papa Francisco también pone otra apuesta precisa: «La información debe llegar en el momento oportuno y de forma adecuada a la fase que se vive. De nada sirve llenarlos de datos sin desarrollar un sentido crítico frente a una invasión de propuestas, frente a la pornografía descontrolada y la sobrecarga de estímulos que pueden mutilar la sexualidad».
3SENTIDO DE LA MODESTIA
Así, piensa el Pontífice, «una educación sexual que conserve un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos crean que es cosa del pasado. Es una defensa natural de la persona que protege su propia interioridad y evita convertirse en un mero objeto. Sin pudor, denuncia Francisco, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos centran solo en la genitalidad.»
4LA OBSESIÓN DEL «SEXO SEGURO»
El Papa Francisco siempre está pendiente del tema de la educación sexual, no descuida ni siquiera un pasaje sobre un tema muy delicado, a saber, la supuesta educación en el «sexo seguro». «Frecuentemente, la educación sexual se centra en la invitación a ‘protegerse’, buscando ‘sexo seguro’. Estas expresiones transmiten una actitud negativa hacia la finalidad procreadora natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del que hay que protegerse. De esta manera, se promueve la agresión narcisista en lugar de la aceptación».
5ACEPTA TU CUERPO
Un punto central de una educación sexual «correcta» se refiere a la aceptación del propio cuerpo. «Más allá de las comprensibles dificultades que cada uno pueda experimentar -dice Francisco-, es necesario ayudar a aceptar el propio cuerpo tal como fue creado porque, citando la encíclica Laudato si, una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una a veces sutil lógica de dominio sobre la creación. […] Incluso apreciar el propio cuerpo en su feminidad o masculinidad es necesario para poder reconocerse en el encuentro con el otro que es diferente de uno mismo».
6LA DIFERENCIA SEXUAL
Por tanto, la educación sexual «debe ayudar a aceptar el propio cuerpo, para que la persona no pretenda borrar la diferencia sexual porque ya no sabe cómo afrontarla».
7SUPERAR ALGUNAS RIGIDECES
El Papa también habla de superar algunas «rigideces». «Lo masculino y lo femenino no son algo rígido. Por tanto es posible, por ejemplo, que la forma de ser masculina del marido pueda adaptarse, flexiblemente, a la condición laboral de la mujer».
Para el Pontífice, «hacerse cargo de las tareas del hogar o de algunos aspectos de la crianza de los hijos no lo hace menos masculino, ni significa un fracaso, una claudicación o una vergüenza. Necesitamos ayudar a los niños a aceptar como normales estos «intercambios» saludables, que no quitan dignidad a la figura paterna».
La virginidad como forma de amor
La sexualidad también es abordada por el Papa Francisco desde otro punto de vista, a saber, el de la virginidad. Que el sumo Pontífice define como «una forma de amor». «Como signo, nos recuerda la preocupación por el Reino, la urgencia de dedicarnos sin reservas al servicio de la evangelización (cf. 1 Cor 7,32), y es reflejo de la plenitud del Cielo, donde «no se casan» (Mt 22,30).
«Virginidad y matrimonio son, y deben ser, formas diferentes de amar, porque «el hombre no puede vivir sin amor».
Papa Francisco
Gelsomino del Guercio, Aleteia
Vea también La sexualidad y la santidad - San Juan Pablo II
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