Nuestros pensamientos pueden cambiarse a través de acciones virtuosas, incluso cuando se hacen a medias
Jesús dijo a sus discípulos, «Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo (Mt 5, 44-45).
Es un dicho difícil, más fácil decirlo que hacerlo. Muchos de nosotros, frecuentemente tenemos pensamientos negativos sobre nuestros «enemigos», a veces incluso deseamos que les sucedan cosas malas.
Sin embargo, esta no es una forma cristiana de vivir. Jesús nos invita a amar a toda la gente, especialmente a aquellos que nos hieren de alguna manera.
¿Cómo podemos cambiar nuestros pensamientos negativos sobre ellos?
El sacerdote italiano Lorenzo Scupoli explicó en su clásico espiritual, The Spiritual Combat (El Combate espiritual), la clave para superar esa actitud interior.
A todo lo dicho, añadiría que si la virtud en la que te estás ejercitando así lo requiere, debes practicar también actos externos conforme a los internos; como, por ejemplo, palabras de amor y mansedumbre, y humildes servicios prestados a quienes te han boicoteado o despreciado de alguna manera.
Scupoli sugiere que digas algo bueno sobre tu enemigo o que incluso hagas algo bueno por él. Aunque esto sea sumamente difícil para ti, y no te guste hacerlo, el acto en sí mismo empezará a cambiar tu alma.
Como seres humanos, somos la unidad de cuerpo y alma y, por lo tanto, lo que hacemos físicamente con nuestro cuerpo afecta a nuestra alma. Esto quiere decir que si quieres tener mejores pensamientos sobre ciertas personas, es posible que debas hablar positivamente de ellas o hacer un esfuerzo para hacer una buena acción por ellas.
Quizá no lo aprecien, e incluso lo rechacen, pero eso no debe disuadirte. El punto es seguir el ejemplo de Jesús y amar a nuestros enemigos.
Esta es la verdadera vida cristiana.
Philip Kosloski, Aleteia
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