El crimen vuelve a golpear a la Iglesia en México
Apunto de llegar a cien mil homicidios dolosos en menos de tres años, el crimen vuelve a golpear duramente el rostro y el corazón de la Iglesia en México en la persona de un sacerdote que trabajaba, justamente, en el complejo mundo de la rehabilitación de menores delincuentes.
El día de ayer, el párroco José Guadalupe Popoca Soto (43 años de edad) de la comunidad de Galeana, en el poblado de Zacatepec, Estado de Morelos (al sur de la Ciudad de México) fue encontrado muerto, con un disparo en la cabeza.
Como suele ser costumbre en un país donde nueve de cada diez delitos que se cometen quedan impunes, las autoridades del Estado de Morelos, una de las entidades más violentas del país, no tienen ninguna pista sobre los asesinos.
«El padre Cheché»
Popoca Soto, conocido sobre todo entre los niños y los jóvenes de la localidad de Galeana, situada en las inmediaciones del pueblo cañero de Zacatepec como “el padre Cheché”, encabezaba la populosa parroquia de San Nicolás de Bari.
El martes 31 de agosto, por la mañana, fue encontrado muerto, con un disparo en la cabeza, al interior de la parroquia. De acuerdo con informes del obispado de Cuernavaca, el sacerdote dedicaba sus esfuerzos a la rehabilitación de menores pandilleros.
Desde 2007, “el padre Cheché” servía a la Iglesia en esa diócesis cuyo obispo, don Ramón Castro, comunicó la noticia del asesinato de Popoca Soto “con profunda tristeza” y confió en que las autoridades estatales resolvieran pronto el crimen.
«Siempre lograba cambios»
Según los parroquianos de San Nicolás de Bari, “el padre Cheché” era un sacerdote alegre, que “siempre lograba cambios” en la comunidad y en las personas que acudían al templo en busca de ayuda material y espiritual.
De inmediato, la fiscalía especializada en delitos de esta magnitud, en el sur del Estado de Morelos descartó que el homicidio del padre Popoca Soto haya sido un ataque deliberado a la Iglesia católica. Esta misma tarde de miércoles 31 de agosto, la Fiscalía habría descartado que el asesinato haya sido un ataque a la Iglesia católica.
“El padre Cheché” fungía como asesor diocesano de “Pandillas de Amistad” había dirigido su apostolado entre los niños y los adolescentes de la diócesis de Cuernavaca. A San Nicolás de Bari llegó en 2017; antes había servido en la parroquia de María Auxiliador, en la comunidad de Chipitlán.
«Que esto nos ayude a discernir»
El obispo Castro, quien ha sufrido en carne propia las amenazas del crimen organizado en el Estado de Morelos, reflejó la impotencia de tantos obispos del país frente a la andanada de la violencia que no se detiene ni siquiera frente a un sacerdote.
Tras comunicar el fallecimiento del padre Popoca Soto, el prelado escribió en su cuenta de redes sociales: “Que cada acontecimiento nos ayude a discernir y a confiar más en el Señor”. Difícil es, en México, confiar en las autoridades encargadas de la seguridad y el orden público.
Según el recuento que lleva el Centro Católico Multimedial, con el homicidio de Popoca Soto, son cuatro sacerdotes muertos por causas violentas en México desde que tomó posesión de su cargo el presidente Andrés Manuel López Obrador (diciembre de 2018).
Sangre sacerdotal
El 23 de agosto de 2019, el padre José Martín Guzmán Vega fue apuñalado a las afueras de su parroquia en la comunidad de Cristo Rey de la Paz, ejido Santa Adelaida, de la diócesis de Matamoros, en el noreste del país.
El 28 de marzo de 2021, la Fiscalía del Estado de Guanajuato (centro de México) reportó el hallazgo del cuerpo sin vida, en la localidad de Cerrito de Guadalupe y San Antón de las Minas, zona del municipio del Dolores Hidalgo, del padre Gumersindo Cortés González del clero de la diócesis de Celaya.
El 12 de junio de 2021, Fray Juan Antonio Orozco Alvarado, OFM, cayó víctima de un fuego cruzado en un enfrentamiento entre cárteles rivales. Se dirigía a la celebración de la misa en la comunidad tepehuana de Pajaritos y en Mezquital, Durango (al noroeste de la capital del país).
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