Al morir, las almas que no están debidamente purificadas deben entrar al purgatorio, que, como lo enseña la Iglesia, no se trata de un lugar sino de un estado en el que permanecen quienes han muerto en gracia santificante, pero las reliquias de los pecados perdonados no les permiten ver cara a cara a Dios:
"Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo".
(CEC 1030)
Y mientras permanezcan en ese estado, las almas no pueden hacer nada para aminorar su sufrimiento ni el tiempo que este dure. Por eso, es necesario que los que aún estamos en el mundo -la Iglesia peregrina- oremos y ofrezcamos obras de misericordia y sacrificios por los hermanos de la Iglesia purgante:
"La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos".
(CEC 1032)
Rezar siempre por las almas del purgatorio
Para darnos una idea, tenemos los testimonios de los santos, que nos ilumina respecto al auxilio que debemos prestarles.
Sobre este tema, leemos en el Diario de santa Gemma Galgani:
"Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: "¿Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia".
Y si tomamos para nosotros esas palabras y nos preguntáramos: "¿Cuánto tiempo hace que no rezas por las almas del purgatorio?", aprovechemos cada instante del día para ofrecer oraciones y obras, que, aunque parezcan pequeñas, darán gran alivio a nuestros hermanos sufrientes.
Entonces, no olvidemos hacer la caridad de rezar constantemente por ellas para que pronto puedan gozar de la visión beatífica, con la seguridad de que, al llegar al cielo, rogarán a Dios por nosotros.
Mónica Muñoz, aleteia
Vea también Tratado del Purgatorio según el Catecismo
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