¿Cómo puede un padre asegurarse de conectar con cada uno de sus hijos, sea o no una familia numerosa? Ve a desayunar, con cada uno de ellos por separado, los sábados por la mañana; puedes vivir una breve aventura y terminar con una visita eucarística de camino a casa.
Desayunar juntos es una simple pero poderosa manera de fortalecer la conexión familiar y fomentar el bienestar emocional y físico. Compartir la primera comida del día fomenta la comunicación y el vínculo emocional entre padre e hijo, de la misma manera que genera un lazo de unión de confianza, promoviendo un diálogo abierto.
Esta es una práctica que ha beneficiado a muchos padres e hijos, por lo que ahora deciden transmitir esta costumbre de generación en generación.
Lleva a cabo los siguientes puntos para un desayuno especial:
1El valor del desayuno en sí
En primer lugar, despierta a tu hijo relativamente temprano para el desayuno del sábado. Puedes preguntarle a tu hijo a dónde desea ir. Sea lo que sea que elija, será bueno para pasar tiempo juntos.
2la conversación
Así como es necesario tener reuniones constantes en el trabajo para avanzar en ciertos proyectos y saber cómo está todo el equipo, lo mismo ocurre con los hijos. Es necesario dedicar un tiempo para convivir con ellos y saber cómo están, cómo van y compartir sobre sus vidas. Estos espacios de diálogo pueden ser especialmente útiles para abordar temas un poco más serios pero importantes.
3experimentar el peligro juntos,
de forma segura
Los estudios y los buenos consejos indican constantemente que los padres y los hijos necesitan explorar, superar desafíos inesperados y vivir emociones juntos. Esto se hace idealmente en vacaciones familiares, en lugares lejanos, pero cuando no hay un plan vacacional, puedes aprovechar entre muchas mini aventuras cerca de casa.
Desde salir a caminar al parque, ir a visitar alguna tienda del agrado de ambos o visitar un museo, entre muchas otras estupendas actividades en las que puedes pasar el tiempo con tus hijos y conocer sus gustos.
4visita eucarística
De regreso a casa, desde cualquier lugar al que vayan, hagan una parada en un sagrario para hacer una visita rápida. La idea es darles un ejemplo de oración para que luego les resulte natural acudir y saber que visitar a Cristo también debe ser una prioridad en la rutina. Además, en un futuro podrán transmitirlo a sus hijos por igual.
Hay muchas formas de hacer oración junto a tu hijo dentro de una capilla. Busca la más adecuada para la edad que tenga, pueden rezar el Rosario, hacer un examen de conciencia o meditar leyendo una reflexión.
Como ves, no es necesario que hagas una comida elaborada ni que te embarques en una aventura difícil de alcanzar. Lo importante es pasar tiempo concentrado en tu hijo. Ponlo en práctica y notaras los resultados.
Tom Hoopes - Karen Hutch, Aleteia
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