Las enseñanzas de Evangelio nos llevan a puerto seguro porque leemos las experiencias de hombres y mujeres como nosotros, que se encontraron con Jesús y recibieron su gracia de primera mano, lo que ocurrió con los apóstoles, quienes muy humanamente, se sentían especiales. Por eso no es de extrañar que, entre ellos, existiera la duda sobre quién sería el más importante.
Una pregunta incómoda
Este pasaje evangélico es hasta cierto punto divertido, porque cuando Jesús los escuchó discutir, les preguntó de qué hablaban y ellos, viéndose sorprendidos y seguramente avergonzados, se quedaron callados.
El Señor sencillamente les contestó:
"El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
(Mc 9, 35)
¿Está mal querer destacar?
Después de leer la respuesta de Jesús, cabe preguntarnos si está mal desear ser los primeros, destacar en nuestras actividades o aspirar a puestos importantes.
La respuesta es no. No está mal. El inconveniente viene con la intención; si querer ser el primero desata nuestra soberbia, vamos por mal camino.
Si por destacar por encima de los demás cometemos atropellos, pecados, delitos e injusticias, no esperemos una felicitación por parte de Dios.
Todo con humildad y deseo de servir
El mejor ejemplo lo tenemos en Jesús. Él fue el primero en el amor, el servicio y la entrega. Sin presumir de su condición divina, se hizo el más grande porque amó mucho, sin desear honores:
"Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: 'Jesucristo es el Señor'".
(Fil 2, 9-11)
Seamos los primeros en el servicio
Así, pues, hagamos lo que pide el Señor. Si lo imitamos en la humildad y en el servicio, seremos los más importantes para Él. Y para no olvidarlo, como tampoco lo olvidaron los apóstoles, aquí está su recomendación:
"...el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud".
(Mc 10, 43, 45)
Vea también Conversión al catolicismo practicante - Testimonios
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