miércoles, 31 de mayo de 2023

Una universidad beca a quien abandone su «smartphone»: los jóvenes, entusiasmados con su nueva vida

Hasta la fe y la vida de oración se ha reforzado
en los estudiantes de Steubenville


Estudiantes de la Universidad Franciscana de Steubenville,
considerada como la más católica de Estados Unidos.
 

¿Qué nos da y qué nos quita un teléfono inteligente? Lo más normal es vender todas las cualidades que ofrecen los smartphones a los usuarios: conectividad total, cámara fotográfica, consulta instantánea, redes sociales a golpe de clic y un sinfín de aplicaciones que premian la inmediatez. Pero hasta ahora se ha hablado mucho menos de lo que estas nuevas tecnologías restan a las personas que viven pegados a uno de estos dispositivos durante todo el día. El simple hecho de tener la mirada fija en una pantalla impide mirar más allá, ya sea al otro o al entorno que nos rodea.

Sin embargo, en la Universidad Franciscana de Steubenville (EEUU) han llevado a cabo un programa que ha ayudado a decenas de estudiantes a descubrir la vida que va más allá de estos teléfonos inteligentes y cuyos frutos han sido cuantiosos, incluso para su vida de fe.

Esta universidad católica situada en Ohio lanzó la Beca Unplugged (desenchufado), cuyo programa piloto se ha desarrollado en este último semestre que ahora concluye. Esta ayuda otorga a los beneficiarios una ayuda de 5.000 dólares para sufragar sus gastos académicos a cambio de desprenderse del teléfono inteligente durante el curso para el que se le ha becado.

Con esta beca, la Universidad Franciscana de Steubenville pretende ayudar a los estudiantes a dejar el teléfono inteligente, concentrarse en la oración, la amistad y la excelencia académica. “El ataque a la cultura cristiana ha ido más allá del ataque a la familia, al clero o a la paternidad, sino que ahora apunta a la humanidad misma. Necesitamos encontrar formas de recuperar lo que significa ser humano, vivir la aventura de la vida al máximo y abrazar más plenamente nuestro mundo hecho por Dios, en lugar de este mundo artificial hecho por el hombre”, explicaba Hope Schneir, uno de los impulsores de esta beca, y exalumno de la universidad.

Una nueva vida en el horizonte

Treinta estudiantes recibieron la beca este año. Casi 170 se postularon y, aunque no todos fueron recibidos oficialmente en el programa, un total de 80 estudiantes universitarios renunciaron a sus teléfonos inteligentes y se han reunido periódicamente durante estos meses para apoyarse mutuamente y compartir sus experiencias en el programa.

“Tuvo mucho más efecto en mí de lo que pensaba”, confiesa Grace Pollock, estudiante de segundo año de enfermería, tal y como recoge The Arlington Catholic Herald. Esta joven asegura que el hecho de vivir este semestre sin smartphone le ha supuesto una mejora en su concentración y productividad. También añade que ha pasado mucho más tiempo haciendo actividades al aire libre y leyendo.

Tanto Pollock, como Paul Merkel (21 años) o Theresa Ryan (18 años) dijeron que renunciar a sus teléfonos inteligentes los ayudó a estar más "presentes". De este modo, esta última asegura: “podía simplemente sentarme a rezar y era mucho más fácil estar presente”. Y  aunque afirma que no siempre le resulta fácil sentarse a rezar el no tener el teléfono le ha quitado el “gran obstáculo” para poder dejarse llevar por la “inspiración del Espíritu Santo".

Por su parte, Pollock afirma que antes siempre que tenía que hacer fila para algo estaba consultando su teléfono, aunque no tuviera un motivo concreto para ello. Ahora, ha descubierto lo que hasta hace poco era lo normal: enriquecerse con las conversaciones con las personas que estaban a su lado.

Estudiantes de la Universidad Franciscana de Steubenville

“Creo que es una excelente manera de ver realmente a las personas frente a ti en lugar de mirar tu pantalla cuando te sientes incómoda en una situación”, agrega esta joven, que se ha dado cuenta de algo en lo que ella también caía, y es que el teléfono distrae las conversaciones y las interrumpe.

De hecho, asegura que “constantemente se activan notificaciones, así que cada vez que hablo con alguien, constantemente cogen su teléfono, lo miran y lo dejan”. El dispositivo está por delante de la persona que está en frente.

Ryan ha participado este año en el programa pese a no haber recibido la beca. Ha decidido utilizar un “Light Phone”, un teléfono que sólo tiene funciones básicas y que se comercializa como "tecnología diseñada intencionalmente para usarse lo menos posible"

Hay varias opciones diferentes para las personas que buscan dejar sus teléfonos inteligentes y cambiar a lo que comúnmente se llama un "teléfono tonto". La cadena CNBC informó en marzo que la venta de teléfonos plegables estaba aumentando considerablemente en EEUU. Merkel utiliza uno de estos teléfonos, semejante a los primeros teléfonos móviles. “Casi de inmediato me di cuenta de que mi mente estaba mucho más clara después de una semana de no tener un teléfono inteligente”, confiesa.

Merkel dijo que sus amigos “comenzaron a darse cuenta” porque su teléfono “parece ser de 2003”. Pero ha sido un gran tema de conversación y, al hablar con sus compañeros sobre los teléfonos móviles modernos, "a nadie le gustan sus teléfonos inteligentes". Asegura que mucha gente le dice: "Ojalá pudiera renunciar a mi teléfono inteligente, pero simplemente no puedo".

Este joven señala que antes de unirse a la beca, creía que tampoco podía renunciar a su teléfono inteligente. “Originalmente pensé: 'Eso sería genial, pero simplemente no soy capaz de hacerlo'”. Pero lo hizo y está feliz.

¿Volverán a sus smartphones?

Sin un teléfono inteligente, ¿cómo se conectan los estudiantes a las redes sociales? Ryan no es un gran usuario de las redes sociales, pero Pollock y Merkel tienen cuentas de Instagram que aún están activas. Como no pueden acceder a sus cuentas en sus teléfonos, los dos usan sus ordenadores portátiles para revisar sus cuentas de vez en cuando, por lo que también las utilizan y consultan muchísimo menos.

Merkel comenta que revisa su cuenta para ver si alguien le ha enviado un mensaje, pero no muy a menudo. El descanso de revisar constantemente las redes sociales ha traído más paz a su vida porque "no tienes ese tipo de comparación constante de lo que hacen otras personas".

Estos tres estudiantes aseguran que este programa les ha sido de gran ayuda para iniciar este camino, que recomiendan además a todos sus compañeros.

Pollock afirma que no volverá a usar su teléfono inteligente por durante sus años de estudio, pero lo reevaluará una vez que comience su vida profesional. Por su parte, Merkel no se ve a sí mismo volviendo a un teléfono inteligente, y Ryan, que espera unirse a la vida religiosa después de graduarse, tampoco volverá a usar estos dispositivos. “Queremos que las personas reconozcan la bondad inherente en este tipo de estilo de vida y, con suerte, se unan a nosotros”, concluye este último sobre la Beca Unplugged.

ReL

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