Desde la ciudad chilena de Arica emergió un potente llamado de la Iglesia de tres países que comparten una triple frontera (Bolivia, Chile y Perú) cargado de empatía para con aquellos que tienen que buscar un mejor vivir lejos de su tierra de origen
“Es importante reconocer que ningún país de la región podrá, actuando solo, atender los desafíos que la migración presenta”. Aquí un breve párrafo del mensaje final del encuentro entre obispos y agentes de la Pastoral de Movilidad Humana de la Iglesia de las fronteras de Bolivia, Chile y Perú.
En efecto, además del énfasis en la urgencia de atender a las personas en situación de movilidad humana, lo que deja entrever esta declaración es aquello de la unión con respecto a los desafíos que implica esta acción en medio de diversas crisis económicas, sociales y hasta humanitarias agudizadas en muchos casos por la situación sanitaria.
Es en ese contexto donde -desde la ciudad del encuentro de los “hermanos de frontera”, la diócesis de Arica- se plasmó otro concepto especial: el llamado a “construir el futuro con los migrantes y refugiados”.
Detrás de esto aquello de la integración cobra más fuerza que nunca. De alguna manera también hace las veces de “comunión” para con aquellos que necesitan dejar su lugar de origen para buscar un futuro mejor.
Un sufrimiento agravado
“Debemos impulsar acciones pastorales y sociales que favorezcan una articulación entre el sector privado, público, civil y eclesial que a su vez permitan responder adecuadamente a la coyuntura actual, donde muchas veces las comunidades locales se enfrentan a los grupos de migrantes manifestando rechazo y profundizando las grietas de la exclusión social”, se enfatiza en el documento, reproducido por la Iglesia de Chile en su sitio web.
Pero también se recuerda que para muchas personas “el migrar sigue siendo un pesar y un sufrimiento». Y esto «se ve agravado cuando reciben tratos deshumanizantes por parte de organismos estatales, civiles y/o eclesiales».
“Nos enfrentamos a una situación nunca antes vista en la región, marcada por procesos migratorios forzados que nos exhortan a desarrollar acciones que fortalezcan valores sociales poniendo siempre como eje central a las personas”, se añade.
Humanizar el trato
“Reconocemos el legítimo derecho de los Estados a defender su soberanía, pero para ello no se puede actuar de manera indolente, es imprescindible humanizar el trato que reciben las personas migrantes, refugiadas, victimas de trata y tráfico, promoviendo procesos de acogida, protección e integración dignos, ajustados al Derecho y que respeten los tratados internacionales, solo así se podrá desincentivar la migración irregular”, prosigue la declaración.
En tanto, entre los firmantes de este documento se encuentran Moisés Atisha Contreras, obispo de Arica; Óscar Blanco Martínez, obispo de Calama; Guillermo Fajardo Rojas, administrador diocesano de Iquiqobue. También Ignacio Ducasse Medina, arzobispo de Antofagasta; Ricardo Morales Galindo, obispo de Copiapó; Ciro Quispe López, obispo de la prelatura de Juli, Perú; y Basilio Mamani Quispe, obispo auxiliar de La Paz, Bolivia.
Pablo Cesio, Aleteia
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