miércoles, 1 de junio de 2022

La mística del Sagrado Corazón de Jesús

Mes del Sagrado Corazón de Jesús 2022


Este primero de junio se inicia el mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Es un mes de gran importancia, aunque pase sin demasiado interés por la Iglesia y por la sociedad en general. ¿Quién se interesa en pleno siglo XXI por una “olvidada” devoción del siglo XIX? Podemos negar “la mayor” y decir todo lo que conlleva el Sagrado Corazón, pero esto no cambiaría nada. Hay parte de razón en quienes indican que las devociones han perdido capacidad de congregar y motivar, a quienes vivimos en la sociedad de la comunicación. ¿Por qué es esto así?

Creo que hay muchas razones. Hay razones externas que se contraponen a razones internas a las Iglesia. La sociedad ya no valora la espiritualidad e ignora totalmente los aspectos místicos de la fe. La Iglesia no sabe cómo ofrecer aquello a lo que no damos valor alguno. Cómo se van a promover la trascendencia sobrenatural cuando los medios de comunicación señalan cientos de focos de atención alternativos. Focos sensoriales que utilizan nuestras debilidades para atraernos. El Sagrado Corazón de Jesús es una realidad sobrenatural a la que nos acercamos gracias al símbolo que lo representa. El Corazón de Jesús representa el centro, ser y trascendencia del Logos de Dios. Palabra que se hizo carne, vivió entre nosotros y ofreció su vida en redención. ¿Cuántos medios de comunicación nos informan y nos ayudan a entender esto? ¿Puede competir el Sagrado Corazón con un partido de futbol de máxima rivalidad? Muchos son los llamados en los cruces de los caminos, pero pocos atienden a la llamada (Mt 22, 1-15).

Es cierto que la sociedad moderna utiliza constantemente símbolos que permiten desarrollar roles socio-culturales en su interior. Podemos poner como ejemplos las banderas, escudos, logos o imágenes, que permiten a cada persona reconocerse dentro de un grupo, colectivo o tendencia determinada. Los lazos de color que se ponen sobre las camisas son un símbolo que llevamos casi sin darnos cuenta de lo que conlleva hacerlo. ¿Cuántas personas llevamos encima una medalla del Sagrado Corazón de Jesús? ¿Qué contestaremos si alguna persona nos pregunta por si significado y la razón de llevar con nosotros el símbolo del Sagrado Corazón? Que complicado es todo actualmente. Pero no desesperemos, podemos seguir las pisadas de Cristo. ¿Dónde empezar a entender el símbolo del Sagrado Corazón de Jesús? El Evangelio de San Juan es especialmente importante para comprender y adentrarse en el símbolo del Sagrado Corazón.

Gracias al Evangelio de San Juan podemos asegurar que Jesús, el Logos encarnado (Palabra que da sentido real a nuestra vida), expresa de forma sublime y profunda el Amor. ¿Amor? Amor es una palabra llena de significados. Es complicado usarla sin definir claramente a qué nos referimos. Primeramente, Cristo expresa con su vida y presencia, el amor (divino y humano), que busca transformarnos. "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros" (Jn 1, 14). "Así amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito, para que el que crea en Él no perezca, sino que tenga la vida eterna" (Jn 3,16). Dios ha amado al mundo y ofrecido para su redención a su propio Hijo. Este es el centro la revelación del amor de Dios que se muestra por medio al Santísimo Corazón de Jesús. “...sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,1). Recordemos que del Corazón del Señor brotó agua y sangre, cuando la lanza atravesó su costado. ¿Agua y sangre? Agua vida y sangre humana. El Corazón de Jesús es la fuente del Amor de Dios. ¿Amor? Hablemos un poco de esto.

Lo habitual es que centremos el amor de Dios únicamente desde el punto de vista humano-emotivista y pensemos en una cierta emoción sentimental a nivel puramente humano. Hablar de Amor es mucho más. Es hablar del ser de Dios que se ofrece a nosotros en su totalidad. Amor que es entendimiento, sentimiento y voluntad, unidas para canalizar la Gracia de Dios hacia nosotros. Hacia nuestro propio ser (corazón), que Dios quiere hacer santo. ¿Podemos buscar un modelo (símil) para entender esto? Usemos un símil físico. Pensamos en la vibración que se induce de un elemento material que vibra a otro. Una curda de una guitarra, que al pulsarla, produce que otra cuerda vibre. Esa misma vibración puede hacer que vibre un vaso, por ejemplo. Una vibración que hace que todo suene y resuene, con armonía y sintonía perfecta. Este sería el símil que me parece más adecuado para entender qué es realmente el amor. Amor que se siente, no cabe duda, de forma emotiva. Amor que se entiende, no cabe duda, de forma intelectual. Amor que actúa, no cabe duda, de forma volitiva.

Ahora mirémonos a nosotros mismos y reflexionemos. ¿Estamos dispuestos a vibrar en sintonía con el Espíritu Santo, para que la Gracia nos transforme? ¿No tenemos fuerza para ir adelante? Quizás nos falte amor-voluntad. ¿Nos da miedo a lo desconocido? Quizás nos haga falta amor-entendimiento. ¿No sentimos nada emocional? Quizás nos falte amor-sentimiento. No se trata de ponernos a “vibrar” por nuestra cuenta, según las estéticas bien vistas por la sociedad. Eso lo hacemos demasiado bien. Nada podemos sin Cristo, Él es quien nos mueve. Nosotros somos sólo sarmientos del Tronco de la Viña, que es Cristo. Dejemos que el Espíritu Santo nos contagie el amor-divino, trascendente, elevador, místico. Cristo llama a la puerta. Abrámosle sin miedo, sin apatía y sin desgana.

Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, pecador. Haz que tu Sagrado Corazón nos conduzca hasta ti, que eres el Amor (1Jn 4, 8), el verdadero y místico Amor.

La Divina Proporción, ReL

Vea también    Culto perpetuo al Sagrado Corazón de Jesús

























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