l sacerdote Celso Ba Shwe, frente a las fuerzas de seguridad tratando de impedir
una carga contra los opositores.
Continúa la violencia contra la Iglesia en Myanmar –antigua Birmania– por parte del gobierno militar dirigido por Min Aung Hlaing desde el 1 de febrero. El último episodio ha tenido lugar entre el domingo 13 y el miércoles 16 de junio, cuando siete sacerdotes fueron detenidos en las diócesis de Mandalay y Hakha.
Las detenciones ocurren en el marco de los enfrentamientos entre las fuerzas opositoras al régimen de Min Aung Hlaing y el ejército, que acusa a los sacerdotes de refugiar a combatientes opositores en los centros de culto. La Iglesia, que cuenta con 750.000 fieles en Myanmar –menos del 1% de la población– está siendo una de las comunidades más afectadas del país asiático.
Siete sacerdotes detenidos en una semana
Como ha relatado a Agencia Fides el Vicario General de la Archidiócesis de Mandalay, Dominic Jyo Du, la noche del 12 al 13 de junio los soldados birmanos asaltaron la Iglesia de la Asunción y la casa contigua del clero. Detuvieron al párroco y otros sacerdotes que estaban de visita, buscando miembros de un grupo opositor, la Liga Nacional para la Democracia.
El Vicario de Mandalay relató que tras una noche de interrogatorio los seis sacerdotes fueron liberados. “Ha sido una experiencia terrible” lamentó. “No los han maltratado ni torturado, pero cuando ordenaron a uno que se quitara las vestimentas sagradas, se resistió diciendo que podían matarlo, pero que él no se las quitaría. Fue valiente. Los militares no insistieron y los respetaron. A veces los militares respetan a los hombres de Dios, a veces no”.
Tan solo tres días después, el párroco de la iglesia de San José en Hakha, Michael Aung Ling, fue detenido acusado de apoyar a las Fuerzas de Defensa de Chinlandia y ofrecer refugio a combatientes en su iglesia. Once horas después fue puesto en libertad tras firmar un documento declarando su compromiso de no apoyar a grupos o movimientos que se oponen a los militares, indica Asia News.
Destruyeron más de 80 sacos de arroz y suministros
Este episodio, en el que se incautaron los sacos de arroz y víveres para los alumnos de la parroquia, ha sido descrito por una de las religiosas como “un acto más de violencia y crueldad contra personas o estructuras de la Iglesia”.
La semana anterior, en el estado de Shan, los militares destruyeron otros 80 sacos, ayuda alimentaria y suministros médicos destinados a los desplazados internos.
ReL
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