Si eres profesor de ética o de religión, o si tienes amigos -quizá nada religiosos- con los que estás debatiendo de temas provida, de aborto, eutanasia, superación, familia... la película que debes poner para ver con tus amigos o alumnos es Human Life, de Gustavo Brinholi y Luiz H. Marques.
Tiene varios elementos que la hacen más adecuada para un público amplio que otras películas de testimonios edificantes o películas con valores. Muchos ya la vieron en Argentina y Brasil, y este fin de semana llega a los cines de España. Son 67 minutos de belleza y gozo sereno.
Los autores de Human Life admiten que son fans de Terrence Malick y se inspiran en él. Que nadie se asuste: toman su gusto por la naturaleza y la fotografía luminosa, y cierta osadía en el montaje, pero no su parsimonia exagerada. También, como Malick, van desvelando poco a poco sus sorpresas: tardamos un rato en darnos cuenta de que Jonás Letieri, surfista profesional, sonriente en la playa, ¡no tiene brazos!
Es obra de autor, de arte, no periodística
Human Life está construida con testimonios, y los testimonios hablan por sí mismos, con la fuerza de la verdad. Pero no es una obra periodística, sino de autor. Dentro de 20 o 30 años seguirá viéndose como una película bella, un trabajo artístico.
Envejecerá bien. Quizá en 2050 existan dictaduras eutanásicas que la prohíban y circule de forma clandestina. O quizá, si no llegan a existir esas dictaduras, será porque esta película ha tocado muchos corazones.
Personajes muy distintos que reflejan luz
Los personajes asombrosamente variados y todos nos edifican y hacen pensar. A veces están en playas soleadas, otras veces en playas nubladas, otras veces en playas con rocas... pero en todas hay vida y belleza.
Anna Paula Henkel, jugadora de voleibol olímpico, empieza hablando de su trabajo con chicas que piensan en abortar... pero más adelante nos emociona con su propia historia familiar.
Lena Tschimben, con síndrome de down, nos abraza y sonríe, y su madre nos explica cómo reinventaron sus relaciones, asociándose con más familias.
Anne Bajer nos habla de cómo los soviéticos deportaron a su madre, cómo fue acogida por una familia húngara, como sobrevivió a todo. A ella le ayudó la fe.
Letieri, surfista alegre sin manos, nos desarma ante cualquier fatalismo: él, y su sol, y su mar, y su arena, que también pueden ser nuestros. Sí, hubo un tiempo que se enfadó con Dios. Sí, lo superó. "Voy a ser la mejor persona y voy a cumplir mis sueños de infancia". ¿Imposible? Sí, como hacer paddle surf sin manos. Pero él lo hace.
Tonio, fundador de la comunidad católica Jesús Menino, explica como poco a poco, desde 1988, fue adoptando y acogiendo niños con discapacidades. "Tengo 42 hijos adoptados", relata. "Abracé un camino que no pensé". Todo empezó cuando tenía 24 años y un chico le dijo: "¿quieres ser mi papá?" Y Tonio lo habló con Dios y Dios le dijo: "Quédate con ellos".
En la Comunidad Jesus Menino, en Brasil, hay mucha vida, con una belleza oculta
Leandro Portella, pintor tetrapléjico, parece una versión inversa, luminosa y tranquila, de aquel Ramón Sampedro canonizado para la eutanasia por la película de Amenábar. Ramón Sampedro quedó tetrapléjico de cuerpo al lanzarse sobre unas rocas en el mar. A Portella le pasó exactamente lo mismo. Las imágenes nos muestran las rocas, el agua, su belleza. La diferencia es que a Sampedro se le estropeó también el alma, se llenó de deseo suicida, no salía de su cama, no bajaba de su segundo piso. Portella, en cambio, se mueve en su silla de ruedas, visita el lugar del accidente, pinta con la boca, habla, vive y contagia ganas de vivir. Amenábar no le dedicará una película pero muchos deberían conocerle con Human Life.
Los que nos hacen reflexionar
Es curioso que siendo un documental de testimonios fuertes aparezcan personas más 'normalitas'. Tienen cosas que decir. Harán pensar al espectador más argumentativo.
El economista Ettore Gotti Tedeschi plantea que ya el paso de fundar familias, da sentido a la vida de muchos, cambia el corazón, derrota al nihilismo y es bueno para la economía e iniciativa. Fundar cualquier familia ya tiene algo de atrevido.
El empresario Roberto Brazzale habla de decisiones muy concretas y prácticas para apoyar a las madres en su empresa, incluyendo el permiso parental de 3 años guardando plaza y otras medidas. Pensar en las familias -es decir, pensar en los débiles, como los bebés, y los que cuidan a los débiles, como los papás- transforma la sociedad para bien.
John Sharpe ha organizado su vida en una granja con su esposa e hijos, y con mucha música clásica, que cantan y tocan: belleza, familia, trabajo físico. No es imposible.
Belleza visual y música original
Si la fotografía de Luiz H. Marques aporta la belleza visual, la música de Gustavo Brinholi, original, muy variada en estilos, aunque predominando un folk sencillo, fruto de unas estancias en Nashville, da un algo único y perenne a esta película. No se parece a ninguna otra. La música es a la vez atrevida y discreta. Nunca se intenta manipular la emoción con una banda sonora invasiva. Brinholi es además el guionista y marca el ritmo.
No veremos aquí curas ni monjas. Aparecen emprendedores, deportistas, familias, niños, adultos que son como niños... y que pueden conectar con un público de todas las edades, especialmente jóvenes.
Los personajes que hablan de Dios sólo cuentan lo que ellos han vivido. Su vida familiar, su historia, su enfoque, es lo que nos convence de que en la vida hay vida en abundancia.
Es buena película para ver con amigos no creyentes. El espectador ateo no sentirá que le están predicando o adoctrinando: sólo se le muestra una belleza que quizá antes se le ocultaba. Nadie le obliga a aceptar que detrás está Dios. Pero muchos intuirán que detrás hay algo muy grande y muy bueno.
El espectador que piensa que matar no está tan mal, porque 'la vida es muy dura'-bebés con el aborto, enfermos con la eutanasia-, verá ampliados sus horizontes, que quizá tenía encapsulados por miedo, ideología o falta de imaginación para el bien. ¿De verdad matar es mejor que vivir? ¿Es posible otra mirada?
También para públicos alejados de la fe
Hay películas de testimonios espirituales como 'Vivo', explícitamente católicas, que aunque son hermosos y poderosos, pueden ser difíciles de usar en clases de ética o bioética, en institutos públicos, con público que puede incluir ateos, musulmanes o protestantes. En cambio, Human Life se puede usar en cualquier ambiente y contexto. Es nuestra recomendación número 1 para profesores de instituto, de universidad, para catequistas de jóvenes y adultos, para formadores...
Human Life es un torpedo, discreto, que recorre sonriente su ruta bajo el agua, dispuesto a atravesar con su luz y belleza los negros acorazados de la cultura de la muerte. Y con buena música.
(Human Life en España se estrena este 11 de junio; vea trailer aquí)
Pablo J. Ginés/ReL
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