sábado, 26 de junio de 2021

Colombia y Perú se unen para evangelizar a los pueblos de la Amazonía

 

AMAZONIA


Misioneros de ambos países sudamericanos crean un equipo intervicarial y de alguna manera hace las veces de respuesta al sínodo de la Amazonía para seguir consolidando el sueño del papa Francisco

Los vicariatos apostólicos de Puerto Leguízamo-Solano (Colombia) y de San José del Amazonas (Perú) son los protagonistas de esta historia de unión y fraternidad.

Se trata de “una experiencia prototípica y revolucionaria que responde al pedido del Sínodo de la Amazonía de superar fronteras y generar redes de apoyo y espacios sinodales entre iglesias vecinas”. Así lo describe César Caro, del Vicariato San José del Amazonas, a través de un artículo publicado por la Iglesia de Perú.

Desde hace varios años, estas jurisdicciones eclesiásticas han estado estrechando lazos. Ahí han estado haciendo posibles sistemas de colaboración de la mano de la mano de los Misioneros de la Consolata.

“Ellos tienen a su cargo el vicariato colombiano, con su obispo monseñor Joaquín Pinzón a la cabeza, y están presentes en el vicariato peruano, donde el misionero Fernando Flórez, colombiano y miembro de este instituto, es el responsable del puesto de misión de Soplín”, se recuerda.

Un equipo intervicarial

 Fue precisamente el obispo de Puerto Leguízamo, monseñor Joaquín, quien mediante un decreto ha creado un nuevo puesto de misión en su jurisdicción. “Un territorio aproximadamente gemelo del puesto de misión peruano de Soplín Vargas”, se indicaEsto con miembros tanto de Colombia como Perú.

Fue así que se formó un equipo intervicarial que está conformado por misioneros de ambas iglesias y con un trabajo establecido en ambas orillas del Putumayo.

Una aventura en la Amazonía

“Realmente se trata de una experiencia pionera y revolucionaria que responde al pedido del Sínodo de la Amazonía, que en el número 112 del Documento Final propone ‘replantear la forma de organizar las iglesias locales, repensar las estructuras de comunión en los niveles provinciales, regionales, nacionales y, también, desde la Panamazonía. Por ello, es necesario articular espacios sinodales y generar redes de apoyo solidario. Urge superar las fronteras que la geografía impone y trazar puentes que unan. El documento de Aparecida ya insistía que las Iglesias locales generen formas de asociación interdiocesana en cada nación o entre países de una región y que alimente una mayor cooperación entre las iglesias hermanas (cf. DAp 182)’”, se agrega.

“Somos dos iglesias siamesas, peruana y colombiana, unidas por el alto Putumayo, en la aventura de trabajar juntas como una sola fuerza. Por nuestras venas corre la misma pasión misionera y el mismo sueño de ir plasmando una Iglesia con rostro amazónico y con rostro indígena”, surge como reflexión final sobre un nuevo desafío en la Amazonía y aquello de seguir consolidando el sueño del papa Francisco en esa vasta región de la “casa común”.

Pablo Cesio, Aleteia

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