lunes, 10 de diciembre de 2018

¿Sabes cuándo el diablo te tienta más? (Un testimonio fuerte)


Empezaron las grandes tentaciones del demonio. Cada año es lo mismo. Miro el calendario, y comprendo el motivo. Es tan evidente. De nuevo se acrecientan las molestias del tentador. Y tiene su porqué. Empieza el Adviento, viene la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, la fiesta de la Virgen de Guadalupe y para rematar con mayor esplendor, la Natividad de nuestro Señor Jesucristo.
¿Te ha pasado? Parece que el demonio tiene una obsesión por hacernos pecar en estos días maravillosos de gracia.
Él desea que desviemos la mirada y los vivamos en pecado, sucias nuestras almas, para que Dios reciba la ofensa en su rostro.
Te lo cuento para que estés prevenido.
Tengo la impresión que su odio crece en estos días y busca desesperadamente hacernos caer en la inmundicia.
Sutilmente siembra tristeza en los corazones que añoran los días de la infancia, facilita la pornografía, acrecienta el deseo de venganza, de tomar la justicia por nuestras manos, y por último te hace odiar estos días que se avecinan.
Parece infantil, lo sé, de no creerse, pero no lo subestimes. Existe, está aquí y te hará daño si lo dejas.
Haré lo contrario de lo que me sugiere.
En lugar de odiar, voy a amar.
En lugar de buscar venganza, voy a perdonar.
Dejaré a un lado el orgullo y pediré la gracia de la humildad.
En vez de estar triste, me esforzaré por vivir feliz, agradecido a Dios por esta maravillosa oportunidad de celebrar los días santos en su presencia.
En lugar de alejarme de la Iglesia, me acercaré a ella, con profunda devoción, agradecimiento y humildad.
Y si me siento cansado o débil, o si veo que estoy por caer en las garras del demonio, acudiré a nuestra bella Madre del cielo, la Inmaculada y siempre Virgen María. Me colocaré bajo su manto protector.
Hay una oración que suelo repetir en esos momentos de tentaciones fuertes. Me la enseñó mi mamá y a ella, la beata sor María Romero Meneses, en Costa Rica. Te la comparto. Aprendetela y reza con profunda devoción.
Pon tu mano Madre mía, 
ponla antes que la mía… 
Virgen María Auxiliadora, 
triunfe tu poder y misericordia, 
apártame del maligno y de todo mal 
y escóndeme bajo tu manto.
Todos tenemos una Madre en el cielo. Vivamos junto a ella estos días espléndidos en que recordamos la venida al mundo de nuestro Salvador, el Rey de Reyes, el más humilde y santo de todos, el Hijo de Dios.
No dejes que nada ni nadie te quiten la alegría de la Natividad.
Vive estas Navidades con entusiasmo. Arma tu nacimiento, acude a los eventos donde se cantan villancicos, comparte con los que nada o poco tienen, sé feliz, en nombre cielo, vive a plenitud, que la vida es corta.
Y mantén al enemigo de las almas lejos de ti. Lo más lejos posible.


Claudio de Castro, Aleteia









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