Sergio Rodríguez: “Ante esta situación de posible muerte, sólo me sale del corazón agradecimiento a Dios”.
Me he enrolado en un ejército. Me han dado un número de inscripción muy alto, así que constato que somos muchos, muchísimos. Y tengo claro que seremos más porque cada minuto, alguna persona se suma a quienes rezamos por Sergio Rodríguez.
Él 41 años, una hermosa mujer, María, y cinco hijos: Isabel, Pablo, Inés, Ana y Miguel. Viven su fe en la 3ª comunidad neocatecumenal de la parroquia de San Juan de Mirasierra de Madrid, España.
Hace unos días recibió el resultado de una biopsia que le confirmó que había tenido una recaída en el linfoma T angioinmunoblástico que padece. Su actual situación es que no puede recibir más tratamiento de quimioterapia y hay muy pocas alternativas que su cuerpo pueda soportar.
Los médicos le han animado a buscar en otros hospitales algún ensayo clínico que puedan administrarle en el complicado estado que el que se encuentra su médula.
Y lo que ha hecho generar en torno a Sergio una inmensa cadena de oración no es únicamente su enfermedad. Es también la forma en la que, a través de una carta, describe cómo se siente: “Esta situación tan delicada, mi mujer y yo lo estamos viviendo con bastante tranquilidad. Tenemos una Paz que sólo viene de Dios. Estamos viviendo un tiempo humanamente muy duro, con sufrimiento, pero con una Paz dada por la comunión de los santos porque hay una innumerable cantidad de personas que están rezando por mí. La Paz no te quita el sufrimiento, pero sabemos que Dios está detrás de nuestra historia y que es Él quien conduce nuestras vidas, así que sólo nos cabe confiar en su voluntad, la cual será lo mejor para nosotros y nuestros hijos”.
“Resultará extraño y difícil de entender para muchas personas, pero ante esta situación de gran incertidumbre y de posible muerte, sólo me sale del corazón AGRADECIMIENTO a Dios. Cuando pienso en la posibilidad de morirme me entristezco al pensar en la separación de mi familia, especialmente de mis cinco hijos y de mi mujer, pero en el fondo del corazón tengo un enorme agradecimiento a Dios por todo lo que digo a continuación:
I. Haberle conocido. No me refiero a conocerle de oídas, sino tener experiencia de su existencia y su amor en mi vida. Cuando Dios actúa hay que querer verle, y conmigo Él se ha esforzado mucho en que yo le vea. Por ello, siempre lo he dicho: me siento el hijo preferido y mimado de Dios.
II. La vida que me ha dado hasta ahora. El solo hecho de haber vivido es para agradecerlo. La infancia feliz que he tenido, la juventud y madurez llena de experiencias buenas, poder haber vivido una vida muy intensa, en la que siempre me he entregado al cien por cien y por ello he pasado por dos roturas de rodilla jugando al fútbol, una cornada en el cuello por una vaquilla…Le agradezco haberme dado un corazón abierto a los demás y, en casi todo momento, inocente con el que no veía la maldad de los demás. Estoy convencido de que mi vida, incluidas las enfermedades, es una vida envidiable que a mucha gente le gustaría poder haber vivido. Es una vida en la he hecho muchas cosas, en la que he amado mucho y me he sentido muy querido por todos los que han estado a mi alrededor.
III. El matrimonio que tengo y la mujer con la que estoy casado.Hemos tenido nuestras discusiones como todos, pero siempre hemos estado de acuerdo en lo importante, hemos compartido la misma fe y nos queremos con locura, es el amor de mi vida. Como nos dijo un amigo: “Mucha gente cambiaría la mitad de su vida por tener cinco minutos del amor que os tenéis tu mujer y tú”.
IV. Los hijos que nos ha regalado. Y no lo digo porque sea su padre, sino porque son unos buenos hijos, con un corazón bueno y están muy cerca de Dios. Son unos hijos que tienen sus momentos revoltosos, como cualquier niño, pero son chicos sensibles al sufrimiento ajeno, que ayudan a los demás y que tienen una sensibilidad especial en todo lo referente a Dios. Para hacerse una idea, hace poco uno de ellos le dijo a María que no nos preocupásemos porque Dios no nos daría nada que no fuese bueno para nosotros.
V. Los padres y los dos hermanos que tengo. Gracias a ellos he conocido a Dios y, en gran medida, soy la persona que soy ahora. Son personas que no he escogido, me las ha puesto Dios en la vida, y me he sentido querido.
VI. El resto de familia que me ha dado, de amigos y conocidos que han pasado por mi vida. Resulta difícil que a alguien le ocurra, pero estoy en contacto con todas las personas que he ido conociendo en mi vida (desde mi infancia en el colegio, vecinos de mis lugares de residencia, universidad, primer trabajo, trabajo actual, parroquias por las que he vivido mi fe, etc.). Muchos rezan por mí y todos me están apoyando y ayudando. Pocas personas pueden sentirse tan queridas.
VII. Todo lo que me ha pasado en la vida, incluidas aquellas cosas que pueden ser vistas y vividas como cosas malas y dolorosas, pero que gracias a ellas me he acercado a Dios, y ahí es donde me he sentido más querido por Él y donde nos hemos encontrado los dos. Es un misterio que resulta difícil de explicar, pero que sólo lo conoce bien el que lo vive, y yo tengo esa suerte.
VIII. La gran multitud de personas que rezan por mí en todo el mundo. En mis oraciones rezo por ellos para que Dios les dé el ciento por uno por todo lo que hacen.
“Esta situación no sabemos cómo acabará. Evidentemente yo voy a luchar por curarme e intentaré por todos los medios recibir algún medicamento que por lo menos pueda contener la enfermedad lo más posible, para poder vivir lo más que pueda. Pero si por un casual Dios quisiera llamarme y llevarme con Él al Cielo, es para estar alegres por dos motivos. El primero es porque el Cielo es nuestro objetivo y el segundo porque todos tendríais un intercesor. Soy una persona que no paro de insistir hasta que consigo lo que quiero. En palabras de mis padres, soy como una gotera. Así pues, sólo tendrías que pedir mi intercesión para que me pusiese a trabajar en vuestra ayuda”, finaliza.
Si aún no lo has hecho, puedes incorporarte cuando quieras a esta cadena de Oración por Sergio Rodríguez. Y si tienes un momento, también es hoy la ocasión perfecta para hacer tu propia carta de agradecimiento a Dios por tu vida.
Sofía Gonzalo, aleteia
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