viernes, 26 de diciembre de 2025

La tercera vez que vi «Los domingos»

 

Patricia López Arnaíz gana el Premio Forqué a Mejor Actriz por Los Domingos, como Tía Maite

Patricia López Arnaíz gana el Premio Forqué a Mejor Actriz por Los Domingos, como Tía MaiteDavid Herranz

16.12.2025 | 07:15

Actualizado: 


    Los domingos, la película de Alauda Ruiz de Azúa, debe andar ya por los 500.000 espectadores en España, o le faltará poco. En los premios Forqué (muy relevantes en el cine español) acaba de ser premiada como Mejor Largometraje de Ficción, y su actriz Patricia López Arnaiz (la atea y preocupada tía Maite) como Mejor Actriz. Ahora empieza la temporada de premios del cine español, y sin duda cosechará algunos más. Ya causó sensación en el Festival de San Sebastián.

    Hace poco fui a verla al cine por tercera vez.

    La primera vez que la vi fue en el pase de prensa para periodistas. Salíamos todos asombrados, mirándonos incrédulos. Los periodistas de Religión, aún más extrañados que los de Cine. ¿Será posible? ¿Qué acabamos de vivir?

    Cada segundo en esa sala esperábamos una patada, un insulto, como un perrillo maltratado acostumbrado a ser pateado... Y no. Por primera vez en mucho tiempo, se exploraba una historia de fe compleja pero con respeto. Era un análisis casi antropológico, documental, naturalista, y a la vez una historia llena de emociones. ¿Y si nos han insultado una y otra vez con gran sutilidad y no nos hemos dado cuenta?, sospechábamos. Estamos tan acostumbrados, tan saciados de desprecios...

    La segunda vez que la vi, fue pagando entrada, con mi hija de 19 años. Ella no es nada cinéfila y consume más bien anime y series románticas o de policías. Pero le gustó y, como todo el mundo, salimos comentándola. También a ella le extrañó que Ainara no tuviera amigas cristianas con las que hablar de su vocación. Hoy cualquier chica cristiana española se apoya en otras de edad similar, o ligeramente mayores, con las que poder hablar sinceramente de fe. Los cristianos jóvenes hoy se suelen apoyar en comunidades vivas de jóvenes.

    La razón de esta rareza es de trama y guion. Toda la película está construida sobre un misterio. ¿Qué le pasa a Ainara? Alauda, la directora, ha declarado que eligió a la actriz novel Blanca Soroa, sobre todo, por su aire misterioso. La miramos y la miramos y nos preguntamos... ¿de verdad Dios la llama?

    Ainara explica dos veces cómo le habla Dios. Primero, al inicio de la película, lo explica a su tía: "Jesús pone deseos en el corazón, y así te va guiando". Y es cierto: el deseo del corazón es un criterio de discernimiento (no el único) desde Las Confesiones de Agustín o desde los caminantes de Emaús ("¿no ardía nuestro corazón mientras Él nos hablaba en el camino?").

    Y luego Ainara lo explica al tío Pablo: Dios escucha cuando rezas con el corazón, le dice. El espectador se pregunta si será verdad o si Ainara sólo repite frases hechas, aprendidas.

    Toda la intriga de la película descansa en eso: ¿qué está pasando? ¿Nos revelarán algo sorprendente que explique lo que sucede? ¿Es una película religiosa o es de terror? Para mantener la intriga, Ainara tiene que ser misteriosa. Si abre su corazón con claridad y detalle hablando con amigas cristianas, se acabó la intriga para el espectador.

    Y así tenemos una cosa bastante rara hoy: una chica cristiana que no tiene amigas cristianas con las que hablar de vocación. O, al menos, de Dios.

    Al terminar ese segundo visionado, me di cuenta que en la sala había bastantes parejas jóvenes que se besaban como si acabaran de ver una película romántica. Parecían decirse: "quiéreme, no hagamos el tonto como la tía Maite y el tío Pablo". ¡No es un fruto malo!

    La tercera vez que vi Los domingos fue, de nuevo, pagando entrada, con mi esposa. Era el lunes de la Inmaculada. La sala, en el centro de Madrid, estaba llenísima. Verla por tercera vez no me aburrió en absoluto.

    Descubrí, entre otras cosas, un elemento ligado a la oración. Ojo, que ahora hay SPOILERS.

    Ainara dice a su tío Pablo, agnóstico, pero no militante como Maite, que hay que rezar en serio, con el corazón. Y Dios escuchará y quizá responda. (En Alpha dicen que cuando pides algo a Dios en oración, puede responder síno o espera).

    Y Pablo lo hace. Reza a modo hipotético, pero pone sinceramente algo de lo que lleva en el corazón. Le da tres razones a Dios para que Ainara no entre en el convento: 1) la abuela se pondrá triste; 2) sus hermanitas no tendrán quien les cuide; 3) la tía Maite se enfadará.

    cuando la película avanza, esos impedimentos se van. En pocas semanas o meses: 1) la abuela se muere; 2) a las hermanitas las cuidará Estíbaliz, la nueva pareja, de su padre; 3) sí, la tía Maite se enfada. Es su problema, es parte de sus problemas emocionales acumulados. Por eso Ainara le ofrece lo mejor: "rezaré por ti", le dice. Lo hará en el convento, se dedicará a eso.

    Cuando ves la película por tercera vez queda perfectamente claro que Maite y Pablo no rompen. Hay una escena casi final juntos, al lado de la cama de su hijos, tomados de la mano. Y la película acaba con Maite mirando a su marido (así figura en la notaría, marido, y heredero) y a su hijo. Va a perseverar con su familia. ¿Es fruto de la oración de Ainara? ¿Es Ainara, desde su vida retirada y oración, la que sustenta esa familia que se tambaleaba?

    Hace pensar en la magnífica película Éter, de Zanussi. Pero en Éter había un giro final que veíamos desde la trascendencia, mientras que aquí no tenemos ese balcón: solo vemos hechos naturales, aunque quizá con causas espirituales, divinas.

    Lo cierto es que Dios parece conducir todas las cosas así, respondiendo a las oraciones. Dios responde a los 3 impedimentos que decía Pablo, Dios atiende a la oración de Ainara (ahora oración oculta, secreta, retirada).

    Hay varias películas que tienen una espiritualidad mucho más firme que sus autores. Roland Joffé avivó la fe de muchos con La Misión y hasta con Encontrarás Dragones, siendo él más bien agnóstico de padrastro judío. Robert Bolt era ateo e hizo en 1960 la obra de teatro Un hombre para la eternidad, sobre Santo Tomás Moro, que luego adaptó para el cine, con dirección de Fred Zinnemann (judío). La película de 1966 ganó 6 Óscar, incluidos Mejor Película y Mejor Director y ha animado a muchos cristianos a ser coherentes y valientes.

    Alauda, la directora, al recibir premios, o al acudir a presentar la película, puede medir mucho sus palabras según el público con el que habla. Ella no es creyente, dice. Pero entiende que "pasa algo" y es fascinante. No se pronuncia al respecto, pero recoge datos.

    Me recuerda mucho otra película, esta vez documental. Es Las letras de Jordi. La directora es otra vasca, Maider Fernández Iriarte. Habla de Jordi Desquens, al que conoce, su amigo, un catalán de cuerpo retorcido por la enfermedad, que se comunica señalando letras. "Oigo la voz de Dios que me llama, dentro", dice Jordi, hombre de gran fe. "Cuando oigo la voz de Dios, tengo que dejar lo que hago, cerrar los ojos y escuchar", explica. Y Dios le pide volver a Lourdes.

    "¿En qué se parece lo tuyo a lo de Bernadette? ¿Tú no has tenido visiones?", pregunta Maider. Jordi especifica que él siente y escucha, pero no ve cosas de Dios.

    Cuando en 2020 entrevisté a Maider Fernández Iriarte, la cineasta, me dijo que ella no era creyente pero que Lourdes la fascinó. "La roca de la aparición es quizá el lugar que más me impactó. Quizá allí sí que sucedió algo", dijo, pensativa.

    Es una posición curiosa. Hay artistas, como estas cineastas, que no pueden negar que sucede "algo", que algo "llama" o "contacta". Son reticentes a atribuirlo a Dios. Pero no pueden dar una respuesta psicológica (de engaño mental) o sociológica (de engaño social) porque no encaja, no lo parece, no hay indicios. Sólo un espectador ideologizado diría eso con firmeza, no por los datos que recoge de la historia, sino porque parte de una hostilidad a la fe como axioma.

    La fuerza espiritual de Los domingos, como la de Las letras de Jordi, radica en su respeto a las fuentes, es decir, a la documentación, al naturalismo descriptivo, a la honradez con la que trata los hechos. Y quien tenga sensibilidad, sospechará que detrás hay un Más Allá.

    Pablo J. Ginés, ReL

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    Una oración para que tu confianza triunfe sobre tu miedo

     

    Oración, confianza, miedo, hermana Emile Engel
    “Como María, pronuncie en silencio: Señor, tu amor nunca me engaña”, fue la oración de Emilie Engel y su angustia y miedo se transformó en serenidad y confianza

    Solo la confianza en Dios puede triunfar sobre el miedo, la angustia y la ansiedad. Así lo vivió Emilie Engel llevando paz desde su silla de ruedas y así lo expresaba en su oración preferida:

    Yo sé que Tú eres mi Padre en cuyos brazos estoy cobijado.
    No te pregunto cómo me conduces. Quiero seguirte sin preocupaciones.
    Y aunque pusieras mi vida en mis manos para que yo la conduzca,
    yo la pondría, con confianza filial, nuevamente en las tuyas.

    Yo sé que Tú eres mi Padre, que entregaste incluso a tu Hijo por mí,
    el Unigénito, Luz de Luz que en su muerte nos dio la vida.
    ¡Tanto amaste al mundo! ¿Cómo podría dudar y temer?
    Aunque me condujeras por senderos oscuros, oh Señor, yo lo quiero arriesgar.

    Yo sé que Tú eres mi Padre, que me dio a María como Madre,
    la Madre tres veces Admirable, para que camine seguro de su mano
    y, como María, pronuncie en silencio: Señor, tu amor nunca me engaña.
    Tu voluntad, oh Dios, se cumpla en mí,
    yo quiero lo que quieras Tú y como Tú lo dispongas.

    Del miedo a los brazos del Padre

    Emilie creció sintiendo inseguridad, tuvo que luchar con muchos miedos. Era la cuarta de doce hijos de una familia campesina del norte de Alemania.

    Al crecer, ejerció de maestra en un pueblo de la cuenca del Rhur marcado por la pobreza a principios del siglo XX. Su lema era amar a los “más pobres con la mayor calidez”.

    Conocer al sacerdote José Kentenich le ayudó a confiar como una hija en la providencia sabia y bondadosa del Padre Dios.

    Por eso, se puso a su disposición para la fundación de las Hermanas de María de Schoenstatt, que este año está celebrando su centenario.

    Paz

    Poniendo su seguridad en su Padre del cielo, le ofreció toda su vida y se consagró a la Virgen María. Así finalmente se liberó de la angustia.

    Trabajó durante nueve años al servicio de su nueva comunidad. Después una tuberculosis pulmonar fue paralizando su cuerpo.

    Desde su silla de ruedas servía de otra manera: regalando paz, bondad y alegría a través de sus palabras, su mirada, su sonrisa, su fe.

    Ella aceptaba sus operaciones y dolores como parte del plan de amor de su Padre Dios para su vida.

    “Sí, Padre”

    En su interior se fue preparando para encontrarse con Él. Y le pidió a María que le acompañara para juntas en el cielo “alabar por toda la eternidad la misericordia y la bondad de Dios”.

    Al final de su vida, la Hermana Emilie escribió: “Muero serena en el espíritu de la obediencia filial”.

    La postuladora de su causa de canonización, Elizabet Parodi, destaca la sencillez y confianza con la que pronunció un alegre “sí, Padre”.

    Ella está estudiando algunos milagros atribuidos a la intercesión de Emilie Engel, de personas que creen en su santidad y le piden ayuda.

    Patricia Navas, Aleteia

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