El Papa recibe en audiencia a los participantes en el Congreso Internacional de Pastoral Juvenil, organizado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y les exhorta a apoyar a los chicos y chicas, especialmente a los más frágiles que "han dejado de lado grandes sueños y se han enredado en la tristeza y la mala vida".
El Papa Francisco recibió a los
participantes en el Congreso internacional de pastoral juvenil del Dicasterio
para los Laicos, Familia y Vida, a quienes en primer lugar agradeció por su
labor para el éxito de la pasada JMJ de Lisboa.
“Ha sido un gran esfuerzo, pero valió la pena porque,
después de la pandemia y en medio de tantas tensiones internacionales, los
jóvenes necesitaban una inyección de esperanza. Los días en Lisboa fueron una
auténtica celebración de la alegría de vivir y de ser cristianos; fue una
ocasión para celebrar la esperanza que sigue habitando en el corazón de los
jóvenes, porque Dios mismo la alimenta y la fortalece, a pesar de todas las
adversidades”
Jubileo
de los jóvenes y JMJ en Seúl
Les recordó los próximos encuentros
internacionales, pero, sobre todo, dijo, a acompañar a la pastoral juvenil en
el “tiempo ordinario”. En vistas al Jubileo de los jóvenes, el próximo año y el
de la JMJ en Seúl dentro de tres años, les expresó su sueño:
“que puedan facilitar que muchos jóvenes se encuentren
con Jesús, incluso aquellos que normalmente no van a la Iglesia, llevándoles el
mensaje de la esperanza. Pienso en esos chicos y chicas que han “bajado la
mirada”, que han perdido el horizonte, que han dejado a un lado sus grandes
sueños y han quedado atrapados en la tristeza y en la depresión”
Al mencionar el continente donde se
realizará la JMJ, dijo que, Asia es un continente joven y vital; sin
embargo, muchos jóvenes, sobre todo en las grandes ciudades, sufren la pérdida
de la esperanza y se repliegan sobre sí mismos, afirmó, con pocas relaciones y
pocos intereses. Y lo mismo sucede en todo el mundo.
Por tanto, los eventos de Roma y de Seúl
son las ocasiones, que Dios nos ofrece para decir a todos los jóvenes del
mundo: Jesús es esperanza para mí, para ti, para nosotros, para todos,
manifestó.
No
descuidar la vida cotidiana de los jóvenes
A ellos, el papa les dijo que mientras
preparan estos dos grandes eventos, no deben dejar de lado, las “vías
ordinarias, es decir, el camino concreto que los jóvenes siguen en la vida
cotidiana”.
“Se trata del itinerario y la pastoral de los pequeños
pasos, de los pequeños números, de las palabras y de los gestos sencillos, de
los momentos de celebración y de oración en comunidad, de las decisiones de
cada día. Son experiencias menos llamativas, pero que penetran hasta el fondo
del corazón y con el tiempo dan frutos duraderos. Es la santidad de la vida
cotidiana, de la que hablé en Gaudete et exsultate”
Este texto del Papa, es un himno a la
alegría, el cristiano triste, dijo, es un triste cristiano. La alegría debe ser
el alimento del cristiano, su expresión. Al respecto, Francisco señaló algunos
elementos que no deben faltar nunca en el trabajo cotidiano de la pastoral
juvenil.
Certeza
que Dios es amor
En primer lugar, les dijo, ayudar a los
jóvenes a tener en el corazón algunas certezas fundamentales, como
“Dios es amor”, “Cristo te salva”, “Él vive”, “el Espíritu da vida”. Son
certezas que van de la mano de esta otra: La Virgen te quiere porque es Madre.
Ante las noticias negativas que nos
asedian, los jóvenes, dijo Francisco, se ven particularmente afectados, pero
estas no deben opacar la certeza de que Cristo resucitado está con ellos y es
más fuerte que cualquier mal.
“Sí, ¡Cristo vive! Todo está en su mano y sólo Él conoce
los destinos del mundo y el curso de nuestra vida. Es importante ofrecer a los
jóvenes ocasiones para experimentar a Cristo vivo en la oración, en la
celebración eucarística y en la reconciliación, en los encuentros comunitarios,
en el servicio a los pobres y en el testimonio de los santos. Los propios
jóvenes que viven esa experiencia serán a su vez portadores de ese
anuncio-testimonio”
Discernimiento
espiritual
Otro elemento esencial es el discernimiento
espiritual (cf. Christus vivit, 278-298). El
discernimiento, señaló, es un arte que han de aprender en primer lugar
los agentes pastorales: los sacerdotes y los religiosos, los catequistas, los
acompañantes, los propios jóvenes que caminan con otros jóvenes.
“Es un arte que no se improvisa, sino que tiene que ser
profundizado, experimentado y vivido. Para un joven, encontrar una persona
capaz de discernimiento es encontrar un tesoro. En el camino de fe y en el
descubrimiento de la propia vocación, contar con un guía sabio ayuda a evitar
muchos errores, muchas ingenuidades, muchos momentos de extravío y de
“parálisis”. Sobre el discernimiento tuve también un ciclo de catequesis,
pueden buscarlas. Aquí quisiera subrayar sólo tres cualidades: es sinodal, es
personal y está orientado a la verdad”
El discernimiento es una guía que no quita
la libertad, más bien, acompaña. El discernimiento es sinodal, y es que
actualmente, prevalece el individualismo. Cada uno va por su propio
camino, cada uno atribuye por sí mismo un sentido a la vida, cada uno establece
sus valores, sus verdades. En la práctica del discernimiento, en cambio, dijo
el Papa, la Iglesia pone a nuestro lado a hermanos y hermanas en la fe
para recorrer un camino juntos, no solos, y de esta manera nuestra maduración
interior se enriquece mucho más. En este sentido el
discernimiento es sinodal.
Escuchar al otro
El Papa, reiteró que, mientras que, “en
nuestro mundo todo tiende a ser masificado y uniformado, a los jóvenes, en
cambio, hay que acompañarlos personalmente. Cada uno de ellos es único e
irrepetible”. Cada uno merece escucha, comprensión y consejos adecuados a su
edad, a su madurez humana y espiritual. El discernimiento sólo puede ser
personal. Por último, el discernimiento está orientado a la verdad.
“En una sociedad contaminada por las noticias falsas,
donde los perfiles personales a menudo están alterados o son ficticios, donde
se crean identidades alternativas, el discernimiento quiere ser para los
jóvenes un camino en pos de la autenticidad; para salir de las identidades
artificiales y descubrir la propia identidad real. Se trata de ser “genuinos”
ante sí mismos, ante los otros y ante Dios”
Y tras hacer alusión a las mujeres que nos
maquillamos, para ser más bellas, recordó que muchos nos maquillamos el alma,
para aparecer lo que no somos. Hay que tener mucha atención, ser verdaderos
ante los demás, ante Cristo, ante nosotros mismos.
Concluyó
diciendo que es importante seguir escuchando a los jóvenes. Se
trata de una escucha real, que no se quede “a medias”, o que sea sólo “de
fachada”. Los jóvenes no pueden ser instrumentalizados para realizar ideas que
ya han decidido otros o que no responden realmente a sus necesidades. No. A los
jóvenes hay que confiarles responsabilidades, implicarlos en el diálogo, en la
programación de las actividades y en las decisiones. Es necesario hacerles
sentir que son parte activa y con pleno derecho en la vida de la Iglesia; y
sobre todo que ellos mismos son los primeros anunciadores del Evangelio a sus
coetáneos.
Patricia Ynestroza - Ciudad del Vaticano
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