domingo, 18 de diciembre de 2022

Es más fácil llegar al Cielo que ganar la Copa del Mundo. ¡Te doy la estrategia definitiva!

Todos hemos sido cautivados, todos hemos sentido el frenesí, la emoción, el drama, el suspenso y la nostalgia que trae consigo este evento que paraliza al mundo cada 4 años.

Este Mundial particularmente ha sido diferente: se ha jugado en una época distinta, se ha realizado en un país árabe por primera vez en la historia… Tanto que podríamos decir que durante 30 días nos ha mantenido a todos expectantes y ha sacado el fanático deportivo escondido dentro de muchas personas.

Cada uno tuvo su preferencia respecto a ganadores. Las sorpresas no se hicieron esperar, pero realmente podemos decir que lo que se vivió en torno a la Copa del Mundo fue una verdadera fiesta.

Este evento es anhelado por muchos, quienes dicen que esperar 4 años es tortuoso; sin embargo, he querido espiritualizar un poco lo que se vive en este momento único y especial.

Uno de los patrocinadores principales de la Copa del Mundo nos presentó este video, titulado «La Copa del Mundo en tus manos». Quiero invitarte a que juntos descubramos qué nos quiere decir este comercial del Mundial sobre nuestra única y gran vocación, que es la santidad.

Así que, con la emoción de esta increíble Copa del Mundo que ya termina, veamos que podemos aprender de este video.

      

Todos estamos llamados a ser campeones

 Todo futbolista sueña con representar a su selección. Y no existe un sueño más grande para un deportista que ganar con su selección el Mundial.

Es un logro muy especial, es un logro para el cual cada jugador se prepara durante años, sin cesar. Hace sacrificios grandes, se ejercita y entrena de tal manera que cuando le toque representar a su país sea capaz de darlo todo por su patria.

Tú y yo tenemos una misión: amar y amar de tal manera que cuando llegue el momento regresemos al Cielo, junto a aquel Dios que con infinito amor nos ha amado.

Nuestra vida, como la del futbolista, reúne nuestros esfuerzos, reúne cuánto amamos, cuánto nos dejamos amar y cuánto nos esforzamos para poder alcanzar el tan anhelado Cielo.

¿No te parece esta la misma realidad del futbolista que quiere ganar un mundial? La santidad nuestra meta ¡y que meta para más hermosa!

Para esto nos preparamos, para esto amamos: para poder llegar a nuestra tan anhelada patria, para poder junto a San Pablo proclamar que «he peleado el buen combate de la fe».

Puede ser que nos equivoquemos, que tropecemos, que caigamos, como los futbolistas que sufren lesiones. Pero esto no nos debe detener ni nos debe desalentar. Cada caída, cada tropiezo ha de ser para nosotros parte del camino a nuestra patria celestial.

La santidad es un camino para andar, no para quedarnos quietos

4 años dura la espera entre un Mundial y otro. Esto se debe a que, en estos 4 años, las selecciones pelean por los 32 cupos que hay para participar en la Copa Mundial.

Imagina que de entre más de 150 países que aspiran a participar, solo 32 lo logran. Es que en 4 años muchas cosas pueden pasar. El camino es largo y ningún país que quiera competir se puede dar el lujo de distraerse o tomarse el proceso a la ligera.

Ni empezar este proceso ganando es garantía de llegar con éxito a un mundial, ni empezar perdiendo es síntoma de que no se logrará. Lo único cierto en esto es que la selección que persevere y trabaje por lograr su objetivo, es la que finalmente lo logrará.

¡Qué impresionante si llevamos esto a tu vida y a mi vida! Y es que ciertamente una caída no es señal de que no llegaremos al Cielo. Más bien, anta la mínima caída, siempre debemos luchar por levantarnos y seguir en este camino hacia la santidad. Que es largo, pero tiene un premio único y especial.

A ti que lees esto: hoy piensa en tu equipo favorito. Quizá en este Mundial llegó lejos, quizá no. Te quiero invitar a que pienses que, como este equipo a quien apoyas, tú estás llamado a cosas muy grandes.

A ser protagonista, a luchar por la santidad. No merecemos nada menos que eso. Para esto fuimos creados, aquí radica el descanso de nuestro corazón, en que amemos de tal manera que nuestras obras y nuestros pensamientos nos abran camino al Cielo.

Estamos invitados a la fiesta que jamás acabará

Una fiesta completa es el Mundial; la diversidad de naciones unidas en un mismo espíritu, el espíritu futbolero. Tú, yo y todos los cristianos de diversos lugares, de diversa vocación, somos congregados en el Sagrado Corazón de Jesús, del que brotan todas las alegrías, todos los consuelos.

Todos sin importar nacionalidad, raza, ocupación, todos estamos llamados al banquete del reino de los Cielos.

¡Anímate! El camino puede parecer largo, pero es un camino que vale la pena recorrer. Así como un país que camina con el Mundial como objetivo, tú y yo siempre caminemos con la mira puesta en la santidad; recordemos que somos, unos pedacitos de tierra con aspiraciones de Cielo.

Alan Lugmania, catholic-link

 

 


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