He notado que hay que hacer algo fundamental antes de empezar a recorrer cualquier camino para que dé frutos de eternidad
Amenudo me escriben los lectores de mis artículos en Aleteia. Hacen consultas de todo tipo: espiritual, sobre la fe, los hijos, la oración, la necesidad de un trabajo que no llega, un conflicto en la familia,…
Me agradecen cómo Aleteia les ha ayudado en sus vidas a salir adelante.
En estos días recibí un testimonio precioso de una lectora que me contaba cómo Aleteia fue su compañía en el encierro forzado por la cuarentena, y la hizo sentirse feliz, serena, con la confianza que Jesús estaba a su lado.
En realidad, nosotros somos los que estamos agradecidos con ustedes, amables lectores, porque con sus oraciones nos sostienen y podemos continuar.
Conocemos el poder de la oración y sabemos que Dios siempre la escucha y responde a sus hijos amados.
El enorme -y probado- poder de la oración
En lo personal he tenido experiencias preciosas con la oración y sé bien que vital para nosotros, como hijos de Dios, comunicarnos con Él por medio de la oración.
Quien no reza es una presa fácil para el demonio, un alma frágil que cae en sus garras mortales.
Siempre que recomiendo a un lector volcarse a la oración devota, voy al sagrario y le digo a Jesús:
“Le he recomendado a tal persona orar, le aseguré que Tú la escucharías. Por favor atiende sus plegarias”.
Al poco tiempo veo cambios asombrosos en sus vidas y regreso al sagrario para decirle a Jesús:
“Qué bueno eres. Gracias por atender a tal persona y darle las gracias que necesitaba para salir adelante”.
El mejor consejo
Cuando respondo una petición, suelo hacerlo con los principios de nuestra fe y lo que nos enseñan la Biblia y el Catecismo de nuestra Iglesia.
A todos les recomiendo lo mismo:
“Tómate en serio tu Salvación”
He notado que deben hacer algo fundamental antes de empezar a recorrer cualquier camino para que dé frutos de eternidad: “Restaurar la amistad con Dios”. Creo que es el consejo más importante que puedo dar. Por eso les digo:
“Aprovecha hoy, para que hagas una buena confesión sacramental, arrepentido de tus pecados, con un fuerte propósito de cambiar y enmendar tus pasos. Busca a un sacerdote y confiésate. Te lo garantizo, tu vida será mejor”.
¡Ánimo!
Vea también Confesarse ¿por qué? La reconciliación y la belleza de Dios
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