sábado, 9 de octubre de 2021

Los 4 padres jesuitas beneficiados con el «milagro de Hiroshima»

 


En ninguna de las 200 revisiones se les encontró rastro radiactivo

Más impresionante que el hecho de no morir, es el no haber tenido ninguna secuela física por la exposición a la radiación.

El 6 de agosto de 1945, alrededor de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción todo era destrucción. Pero esta iglesia resistió en pie, herida pero no abatida, y dentro de ella, vivos, inexplicablemente, cuatro jesuitas alemanes, junto a otras personas que trabajaban en la rectoría de la iglesia.

Dos terceras partes de Hiroshima habían sido destruidas, y habían muerto alrededor de 80 mil personas; pero ellos, estos sacerdotes, estaban vivos.


Los padres Hugo Lassalle (1898-1990) -superior de los jesuitas en Japón-, Hubert Schiffer (1915-1982) -párroco- , Wilhelm Kleinsorge (1907-1977) y Hubert Cieslik (1914-1988) se encontraban en diversos oficios.

O decían misa, o desayunaban o simplemente caminaban cuando sintieron el resplandor, el estallido y la destrucción. Sus leves heridas, fueron producto de vidrios y pequeñas piedras que caían, pero nada de relevancia.

Entretanto, todos los médicos que los atendieron les pronosticaron graves lesiones posteriores a causa de la radiación, previsión que nunca se confirmó.

Más de doscientas revisiones a su salud les fueron hechas tras la bomba de Hiroshima, pero en ninguna de ellas se encontró rastro radiactivo, ni desarrollaron ninguna enfermedad como secuela de la bomba.

Los padres atribuyeron este «milagro de Hiroshima» al auxilio de la Providencia y en especial a la protección de la Virgen bendita: «Vivíamos el mensaje de Fátima y rezábamos juntos el Rosario todos los días», explicaron.

Posteriormente el Padre Schiffer escribió un libro titulado El Rosario de Hiroshima, en el que hablaba de los hechos de la guerra y la posguerra enmarcándolos en el mensaje de la Virgen de Fátima.

El Padre Huber Cieslik dejó un relato de lo ocurrido ese 6 de agosto, que ya es un «clásico», y que torna al lector sumamente vivo, el favor que les concedió la Providencia en Hiroshima.

Con información de Carifilii.es

Artículo originalmente publicado por Gaudium Press

Vea también      El Decálogo del Rosario - Benedicto XVI




























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