El mensaje que un enamorado de la Eucaristía se imagina que Cristo hace llegar a quien lo visita
Aveces Jesús creo que se siente solo en los sagrarios. Se ha quedado por nosotros y no lo visitamos, lo dejamos abandonado.
A veces he sentido que me llama: “ven a verme”. Dejo todo lo que hago en ese momento y voy a una capilla cercana para estar con Él.
Al llegar comprendo. Está solo. Cuando entro parece decir emocionado: “Llegaste Claudio. ¡Qué felicidad!».
Cuánta tristeza ver un sagrario abandonado, el Hijo de Dios está allí, es un prisionero de amor y te llama.
Si pudieras escuchar a Jesús cuando traspasas la puerta del oratorio y te ve llegar, conociéndolo, estoy seguro que emocionado te diría estas dulces palabras:
El mensaje de Jesús para ti
¡Qué alegría al verte entrar y sentir que venías a estar conmigo!
Tu presencia consuela mi corazón lacerado.
Mucho es el tiempo que paso solo,
en que muy pocas almas se apiadan de mí.
Necesito ser consolado por almas que me amen,
me dejan muy abandonado en el sagrario.
Sufro mucho por ver el mundo cómo está,
de ver cómo día a día más y más creyentes se olvidan de mí,
están en sus mundos ajetreados
y se olvidan que aquí los espero con un amor tan Grande
que humanamente jamás pudieran comprender.
Quiero que vengas a estar conmigo todos los días.
Tú, con un alma especialísima para mí,
consuelas mucho este corazón traspasado por muchas lanzas.
Mi corazón arde de dolor al ver cuánto me han olvidado
y el poco amor que recibo.
Te he escuchado cuánto quieres consolarme,
he visto tu Alegría al verme
y cuánto luchas por estar junto a mí día a día.
Pide, ora, no vaciles en pedir,
necesito almas que pidan, que oren,
que confíen, que se entreguen,
que se sacrifiquen por la salvación de millones de almas
perdidas en el mundo y condenándose en los abismos del infierno.
Quiero estar contigo. Te esperaré todos los días. ¿Vendrás?
Gracias por tu amor, por venir a verme.
Te doy mi bendición
…………
Compártenos tus aventuras con Jesús en el Sagrario. Escríbeme. Te paso mi email personal: cv2decastro@hotmail.com
Vea también El regalo más grande: la Eucaristía
No hay comentarios:
Publicar un comentario